Capítulo LIV

15.1K 972 70
                                    

Estaba en mi habitación, aún alegre por lo que había pasado ese día, pero con mil dudas en la cabeza, había mandado a Clarice, Neridia y Eleonor a sus respectivos aposentos pues quería estar a solas con Charlotte y contarle todo lo que había pasado.

- Te lo dije, no podía dejar de amarte de la noche a la mañana. –

- Es que fue tan mala nuestra despedida que fue lo único en lo que pude pensar. –

- Él te ama, te adora con todo su corazón, no podía dejarte ir de esa manera. –

- ¿Por qué lo dices con tanta seguridad? – Inquirí.

- Porque él mismo me lo dijo. –

- ¿Qué? – Pregunté estupefacta.

- No podía verte sufrir así, tenía que averiguar qué había pasado, un día fui a buscarlo a la aldea, le pregunté qué había sucedido, no me quiso decir porque creyó que me habías enviado tú. Tuve que ir muchas veces antes de que él accediera a hablar conmigo, se convenció de que no eras tu quien me enviaba, sino que yo iba por mi cuenta, me dijo lo mismo que tú me contaste que sucedió esa noche, pero después cambió de parecer, tal vez él pueda explicarte mejor. –

- Gracias Charlotte, no puedo creer que hicieras eso por mí. – Dije conmovida. – Tal vez iré a verlo mañana al atardecer. –

- No agradezcas, ya tendrás tiempo para hacerlo después, por ahora tengo una sorpresa para ti. – Dijo sonriente.

- ¿Sorpresa? –

No me contestó, se levantó de donde estaba y caminó hacia un extremo de mi habitación, no estaba comprendiendo nada de lo que decía o hacía hasta que de un momento a otro todo cobró sentido, abrió la puerta oculta en la pared que llevaba al túnel de mi habitación dando paso a Caden, Caden estaba en mi habitación y yo solo podía verlo con asombro.

- Los dejaré solos, creo que tienen mucho de qué hablar, y descuida tengo todo bajo control, nadie vendrá a importunarte. – Dijo Charlotte saliendo de la habitación.

Ninguno de los dos sabía que decir, nos miramos a los ojos por unos instantes y entonces supe qué hacer, corrí en su dirección, y me lancé a sus brazos justo como había deseado cuando lo vi en el gran salón, él me abrazó fuertemente acariciando mi espalda, mis lágrimas comenzaron a fluir.

- Lo siento, lo siento mucho, Elise. – Decía sin dejar de abrazarme.

Yo aún no podía decir nada, solo quería abrazarlo, volver a sentir el calor de su cuerpo y todo el amor que me inspiraba solo con estar en sus brazos.

Se separó de mí y tomó mi rostro entre sus manos para que pudiera mirarlo.

- Elise, no sabes cuánto lo lamento, nunca quise hacerte daño, estaba tan confundido y triste que no pensé bien las cosas, yo... -

Lo interrumpí, sellé sus labios con un beso, habían pasado semanas en qué no había hecho aquello que por ahora toda explicación sobraba solo quería estar con él y nunca más dejarlo ir.

- Lo sé, no pasa nada, no tienes que decirlo. –

- Tengo que, lamento haberte lastimado, no sabes cuánto lamento no haberte tomando entre mis brazos ese día antes de que cruzaras la puerta. –

- Pensé que nunca te volvería a ver. – Dije viéndolo a los ojos.

- Lo mismo pensé, creí que era lo mejor para ambos, pero después vi tu carta y me arrepentí tanto de mis acciones porque ya no había vuelta atrás, te habías ido, no había forma de que regresaras a la cabaña ni tampoco de que yo viniera a buscarte. –

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now