Capítulo LXIX

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Caminé por los túneles subterráneos, teniendo en mente el recuerdo vívido de cuando lo hice por primera vez, sin saber en ese momento que aquello que imaginaba como una distracción momentánea de todo lo que ocurría en mi vida, se volvería la fuente de mi más grande felicidad, así como de mis más grandes problemas. No olvidaba las primeras palabras que Caden me dirigió viéndome como una extraña a la que acababa de salvar de una muerte terrible e inminente "baje de ahí" me dijo y esa simple acción nos había llevado a amarnos con locura. Antes de conocerlo muchas veces había pensado que el amor a primera vista no existía, y mi ser más racional lo afirmaba, pero después de la primera noche con Caden mi subconsciente no dejaba de pensar en él, y eso me hacía saber que, aunque yo afirmaba que el amor a primera vista no existía tal vez si lo hacía o tal vez no lo fue, sino que sucedió una conexión tan profunda entre los dos, desde el primer instante, que hizo que ninguno pudiera olvidarse del otro. Sea lo que hubiese ocurrido, lo único que ahora sabía era que lo amaba y él me amaba a mí y eso era lo único que importaba; una casualidad nos había conducido a la mayor felicidad y ahora nos dirigía al mayor dolor de nuestras vidas, yo lo sabía, sabía que eso debía ocurrir tarde o temprano, pero lo vi tan lejano que no pensé que algún día ocurriera y ahora estaba a tres días de perderlo absolutamente todo. A diferencia de otras mujeres de la realeza, yo no era ambiciosa, no quería ser reina, tampoco quería poder, ¿para qué querer una responsabilidad de ese tamaño cuando yo solo quería ser feliz? Mi felicidad no estaba a lado de Daimmen, ni siquiera hubiera estado presente si por alguna razón me volvía reina de Ilydford, mi felicidad estaba a lado de Caden, porque con él podía ser yo, podía ser feliz con pequeñas cosas, podía dejar de lado la vida que odiaba y por un instante ser Elise y no la princesa Elise. Disfrutaría de eso los días que me quedaban, después de todo ¿qué más podía hacer?

Salí del túnel y efectivamente Caden me estaba esperando, al verlo me lancé a sus brazos como si no lo hubiese visto en meses a pesar de haberlo visto apenas hace unas horas.

- ¿Lista para irnos? – Preguntó el sonriendo.

- Lista. – Contesté

Subimos al caballo y cruzamos el bosque en un parpadeo. Caden me ayudó a bajar y juntos entramos a la cabaña; mis dientes castañeaban por el frío, la nieve ya había cubierto también el bosque y al haberlo cruzado a tanta velocidad mi temperatura corporal había bajado.

- Ten. – Me dijo él, poniendo alrededor de mi cuerpo una manta. – Prenderé la chimenea. –

- Gracias, me estaba congelando. –

Caden, se dirigió hasta la chimenea y comenzó a prender los leños, aún en cuclillas y sin voltear a mi dirección dijo:

- Sé que habíamos acordado no hablar de eso, pero necesito saberlo, ¿qué pasó? ¿por qué tendrás que casarte tan pronto? –

Yo sabía que haría esa pregunta tarde o temprano, pero, aun así, no quería responder, me resultaba doloroso recordarlo.

- Como te había dicho, Daimmen se enteró de nuestra relación, dijo que podía seguirte viendo hasta antes de la boda y que él no diría nada si yo lo ayudaba a deshacerse del rey Frans. Hice mi plan, pero no pude siquiera ponerlo en marcha pues él obtuvo lo que quería, y no solo hablo de que obtuvo su preciado reino y su puesto como el rey de toda Francia, sino que, después de haber herido su orgullo, diciéndole que tu eres más hombre de lo que él podría llegar a ser, logró deshacerse de nuestra relación adelantando la boda, prometiendo a mi padre al ejército francés en caso de invasión sueca, por eso mi boda se adelantó tanto pues solo así tendrán a tiempo las tropas cuando el rey Frans decida invadir. –

- ¿Cómo te sientes? – Preguntó, aunque yo estaba segura de que él ya sabía la respuesta.

- Devastada. – Me limité a responder y no quise mirarlo a los ojos pues las lágrimas ya habían comenzado a salir.

Perdida en mi destino.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt