Capítulo LXXIV

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Recorrí los gélidos pasillos del túnel, mis lágrimas no cesaban y trataba de contener mis sollozos pues no quería que el eco delatara mi presencia. Todo se había terminado, esa sería la última vez que vería a Caden, no podía creerlo, mi mente no podía asimilarlo, tanto tiempo temiendo por este momento y había llegado, nos habíamos dicho adiós.

No sabía cómo podría soportar este día, no solo me había despedido de Caden sino que en unas cuantas horas estaría unida para siempre a un hombre que detestaba. Dudaba mucho de mi fortaleza en estos momentos, no tendría la fuerza suficiente para sobrellevar todos los eventos de este día y del día siguiente, pues también tendría que despedirme de mi madre y de Charlotte, las únicas dos personas en las que yo sabía que podía confiar.

A paso lento caminé en el túnel hasta llegar a la puerta de mi habitación, al entrar vi que Charlotte, Clarice y Neridia ya me esperaban ahí, cuando me vieron se pusieron rápidamente de pie, sus cabezas estaban inclinadas, sabía que ninguna de ellas podía verme a los ojos, no sabían qué decir o hacer; de pronto Charlotte, volteó a ver mi rostro y su expresión de pena se tornó a una de inmensa tristeza, comenzó a llorar al tiempo que se acercaba a mí, no dijimos nada, sólo nos abrazamos y comenzamos a llorar, después de unos momentos tomó mi rostro en ambas manos y aún con lágrimas en los ojos dijo:

- Todo estará bien, estarás bien. –

- Tengo tanto miedo, no puedo hacerlo. –

- Lo harás, podrás hacerlo, demuéstrales a todos que eres fuerte. –

- Pero no lo soy, nunca lo fui, y no se si podré serlo en este momento. –

- Sí lo eres, se lo has demostrado a tu pueblo, me lo has demostrado a mí y lo más importante es que te lo has demostrado tu misma haciendo cosas que nunca imaginaste. –

- En estos momentos mi ánimo y mis fuerzas están por los suelos, no creo que algún día pueda recuperarlos. –

- Alteza. – Dijo Clarice tímidamente.

- Sí... - Respondí expectante.

- ¿Por qué hace esto? –

- ¿Hacer qué Clarice? – Pregunté confundida ante su interrogante.

- Renunciar a él. – Contestó y sabía que se refería a Caden.

- No he renunciado a él. –

- Lo ha hecho, usted debió exigir su matrimonio con él, merece ser feliz. –

- No es tan sencillo, un matrimonio en la raleza no se trata de amor sino de política y eso es lo que es mi matrimonio, simple política; es mi responsabilidad y es por el bien de mi pueblo. –

- Y nosotros como su pueblo ¿qué hemos hecho por usted para merecer tal sacrificio de su parte? –

Medité unos segundos su pregunta y mi respuesta.

- Ustedes han ayudado a que el reino prospere con todo lo que realizan aquí. –

- De acuerdo y entonces responda una sola cosa más ¿usted lo hace por su pueblo o porque su padre la ha obligado? –

- Supongo que es un poco de ambas. –

- ¿Y su padre qué ha hecho por usted para que deba entregarle su vida de esa manera a cambio de un par de años más de reinado? –

No respondí, solo agaché mi cabeza.

- Creo que usted ya hizo mucho por él, y está en posición de exigir un mejor trato y una mejor vida. – Dijo ahora Neridia.

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now