Capítulo LXXVIII

18.9K 1K 165
                                    

Habían pasado cerca de tres meses desde la boda, el invierno se había ido, la nieve se derritió dándole paso a los más verdes pastizales y frondosos árboles que yo jamás había visto, florecillas llenaban los campos y las personas habían comenzado a cultivar; Caden y yo no fuimos la excepción, en nuestro jardín comenzamos pequeños cultivos de zanahorias y patatas para nuestro consumo personal, aunque a veces vendíamos los excedentes o los intercambiábamos por productos que llegábamos a necesitar. Caden seguía con la venta de leña y todos los días yo lo acompañaba al bosque a cortarla, incluso había aprendido a hacerlo yo misma; también lo acompañaba a la aldea y ya éramos conocidos por muchas personas, había unas cuantas a las que podíamos considerar nuestros amigos. La vida parecía ser perfecta, desde que llegamos no hubo un solo día en el que nos preocupáramos o temiéramos por algo, al contrario, cada día estuvo lleno de alegría y amor; Caden cuidaba de mí y se preocupaba por cualquier mínima molestia que llegara a tener, era un hombre maravilloso y yo estaba muy feliz de estar a su lado.

Aunque todo era maravilloso en los últimos días yo me había sentido extraña, era feliz, pero mi estado de ánimo por momentos decaía, trataba de ignorarlo y me ocupaba en cualquier cosa para mantener mi mente despejada, pero era un sentimiento tan recurrente que resultaba imposible que pasase desapercibido.

Esa noche Caden ya dormía, y yo no podía conciliar el sueño, por más que me acomodara en la cama no podía sentirme bien, pasó mucho tiempo y no podía dormir, pero lo que si tenía era un gran sentimiento de desasosiego, me paré de la cama con cuidado de no despertar a Caden, y bajé a la sala, me senté frente a la chimenea y sin siquiera notarlo había comenzado a llorar, de hecho no sabía la causa de mi llanto, pero lo dejé fluir, tal vez no reprimir mis sentimientos me haría sentir mejor.

- ¿Qué sucede? – Preguntó Caden consternado caminando hasta donde estaba.

- No lo sé, realmente no lo sé, no podía dormir y de repente tuve tantas ganas de llorar que... - No terminé mi frase cuando Caden se sentó a mi lado y me atrajo a él manteniéndome abrazada.

- Si quieres llorar, hazlo, estoy aquí. –

No tuvo que decirlo dos veces cuando yo ya estaba llorando como si se tratase del fin del mundo, no podía ni siquiera respirar bien por los sollozos entrecortados que estaba emitiendo, ¿qué me estaba pasando? Todo era perfecto, ¿por qué mi ánimo estaba así? No tenía respuestas, pero a fin de cuentas llorar me ayudó, me sentí mejor después de poco tiempo y ahora sí comenzaba a sentir mis ojos cerrándose.

- Ahora sí podrás dormir, vamos, regresemos a la cama. – Dijo Caden ayudándome a ponerme de pie, me rodeó con su brazo y me condujo hasta la habitación, ambos nos recostamos, él me abrazó y casi instantáneamente me quedé dormida.

A la mañana siguiente Caden se levantó y se preparó para iniciar un nuevo día mientras que yo, por más que lo intentara, no podía siquiera abrir los ojos.

- Es hora de irnos. – Dijo dulcemente a mi oído.

- ¿Te molesta si hoy me quedo aquí? – Pregunté y a penas se podían entender mis palabras.

- No, para nada, ¿te sientes mal? – Preguntó ahora él preocupado.

- No, es solo que ahora me siento muy cansada y quisiera dormir. –

- De acuerdo, descansa, volveré más tarde. – Dijo dándome un beso en la frente; sonreí.

- Aquí estaré esperándote. – Dije finalmente.

Caden acarició mi cabello y después saló de la habitación, pude escuchar cuando cerró la puerta de la casa y yo volví a caer dormida.

No supe cuando tiempo pasó, pero comencé a oír que alguien tocaba a la puerta con mucha insistencia, estaba decidida a no abrir, pero los golpes se volvieron más fuertes así que me puse de pie me envolví en una bata y bajé para ver quién era; cuando abrí la puerta me encontré con la madre de Caden, Laetita y la pequeña Kaenna.

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now