Capítulo LX

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A la mañana siguiente, a penas el sol se asomó, Caden se levantó de la cama dispuesto a irse.

- Ten cuidado. – Le dije antes de que se fuera.

- No te preocupes, lo tendré. – Me dio un beso en la frente después de decir aquello.

- Espero poder verte pronto, las cosas aquí están muy tensas y difíciles. –

- Descuida, si no puedes hacerlo está bien. –

Nos dimos un último beso y después él desapareció en el túnel dejándome sola en la habitación. Aún estaba cansada y por eso decidí regresar a la cama, dormí un par de horas más hasta que el sonido de la cerradura de mi puerta me sobresaltó.

- Alteza, soy yo Clarice, abra, es urgente. –

Corrí hasta la puerta para quitar el seguro y dejar entrar a Clarice.

- ¿Qué sucede? – Pregunté preocupada.

- Lord Driant, se ha puesto histérico, ha demandado hablar con alguien, la reina fue a hablar con él, pero insistió que con quien quería hablar era con "la causante de todos sus males", o sea, usted. –

- ¿La causante de todos sus males? ¡qué gracioso es ese hombre! – Dije irónica. – Ayúdame a vestirme, iré a hablar con él. –

Clarice me ayudó a vestirme lo más rápido que pudimos y salí de mi habitación directamente hasta los calabozos; un par de guardias custodiaban las puertas, al verme saludaron con una reverencia.

- Alteza, buen día. – Dijo uno de ellos.

- Buen día, ¿puede abrirme? –

- Por supuesto. –

- ¡Traigan a la princesa! ¡Exijo hablar con ella! – Escuché los gritos de Lord Driant desde el interior.

- Ha estado así toda la mañana. – Dijo el guardia.

- Eso me han informado, iré a ver que demandas tiene ese hombre. –

- ¿Desea que la acompañe? – Preguntó con amabilidad.

- Sí, pude esperar fuera de su celda mientras hablo con él. –

Caminamos por los estrechos y sucios pasillos de los calabozos, el olor que había ahí era asqueroso, por un momento pensé que era muy inhumano de nuestra parte tener a las personas en esas condiciones, talvez trataría de mejorar eso hablando con mi padre, pero por el momento nada podía hacer.

- Es aquí. – Dijo el guardia deteniéndose frente a una puerta, la abrió y caminé hasta el interior.

- ¡Por fin se ha dignado en venir alteza! – Dijo Lord Driant, estaba muy sucio de las manos y la cara, su ropa tenía grandes manchas y su cabello lucía sucio y despeinado.

- ¿Qué es lo que quiere Driant? – Inquirí con voz firme.

- Podré estar encerrado, pero sigo siendo un Lord, hábleme con respeto. –

- ¿El traidor pidiendo respeto? ¿Después de faltarme el respeto a mi con su tono y comportamiento? Debería sentirse agradecido si al final de todo esto mi padre solo lo despoja de su título y no de su cabeza, estoy siendo bondadosa con usted, las instrucciones de mi padre fueron terminar con su vida, pero tuve piedad de su miserable alma y solo mande a encerrarlo. –

- ¿Piedad? Piedad es lo que usted va a pedir cuando termine con el reinado de su padre. – Rio.

- ¿Cómo se atreve a decir eso? Se le ha acusado de traidor y tiene el descaro de contar sus planes. –

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now