Capítulo XXVIII

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-Charlotte debo irme, asegurate de que mi padre no me vea salir ni entrar, y ya sabes que hacer en caso de emergencia.-

-Sí, Elise.-

Salí corriendo después de haberle dado las indicaciones de siempre a Charlotte, era tarde y temía caminar sola por el bosque pues comenzaba a oscurecer; cuando llegué al bosque algunos rayos de luz restantes me acompañaron hasta que llegue a mi destino en la cabaña de Caden.

-Pensé que hoy no te vería.-Dijo Caden abrazándome con fuerza.

-Lo mismo pensé, se me hacía tarde pero he logrado llegar.-

-Ven, entra, hace frío allá afuera.-

Me senté sobre una de las camas, tomé la manta que estaba sobre ella y la puse alrededor de mi cuerpo, Caden se sentó a mi lado y me abrazó, recargue mi cabeza sobre su hombro.

-Caden, ¿por qué me tocó esta vida?- Pregunté nostálgica.

-Porque a todos, casi siempre, nos tocan cosas que no queremos.-

-Supongo que todos piensan que puedo obtener todo lo que quiera, y tal vez sí, pero solo lo material, y eso es lo que menos me importa.-

-Elise, no deberías lamentarte más, no importa cuánto te lamentes, nada va a ser diferente, vivamos el presente y disfrutemos los momentos que nos lleguen, eso es lo importante y lo mejor que podemos hacer.-

-Tienes razón, lamento ser así, es solo que cada vez que regreso a casa después de haber estado contigo soy la persona más feliz de todas pero después de un día en el castillo, con casi todos en contra mía, vuelvo a estar triste hasta que te veo de nuevo.-

-No debes estarlo, cuando estés triste siempre debes recordar que hay alguien que todo el tiempo piensa en ti, que todo el tiempo se preocupa por ti, que sabe que eres una persona maravillosa y que te ama con su vida.-

-Cada segundo de mi vida, estás en mis pensamientos, es extraño, siempre hago todo pensando en ti, en lo que estarás haciendo o incluso en si pensarás en mí, pero ahora se que lo haces, y que estoy en tus pensamientos así como tú estás siempre en los míos.-

-Ven, hagamos algo.-

Me tomó de la mano y caminamos fuera de la cabaña, nos detuvimos justo frente a la puerta, Caden extendió una manta en el suelo, justo como lo había hecho la vez que estuvimos en el prado, se recostó u con un gesto me invitó a recostarme con él.

El cielo estaba despejado, la luna brillaba en lo alto y las estrellas tintineaban; ambos nos cubrimos con la manta en la que yo estaba envuelta.

-Pensé que te gustaría ver las estrellas.-Dijo Caden.

-Ahora que lo dices nunca había hecho esto, nunca me detuve a observar el cielo por la noche, es hermoso.-

-Es algo que personalmente, me gusta hacer cada que tengo la oportunidad, me resulta fascinante al igual que relajante.-

-Lo es, la belleza del cielo nocturno es incomparable.-

-¿Realmente nunca habías hecho esto antes?-

-No, parece algo tan obvio que debería hacer pero nunca me había dado la oportunidad de hacerlo.-

-Te estabas perdiendo de mucho.-

-En estas pocas semanas me has mostrado cosas que en veinte años no hice o vi, cosas tan simples pero a la vez tan bellas como lo es esto.-

-Supongo que el ritmo de vida que llevas te lo impedía, estabas tan apegada a tu rutina que no te dabas el tiempo de descubrir cosas nuevas.-

Perdida en mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora