Capítulo LXVI

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No importó cuanto haya debatido con mi padre, la decisión estaba tomada.

- Padre, pero que pasará con Francia, esto lo considerarán como una ofensa y comenzarán una guerra. –

- No pueden comenzar una guerra por una razón tan absurda como el cambio de alianza. –

- No es absurdo, te estás aliando con uno de sus enemigos, creerán que conspiramos en su contra. –

- ¡Basta Elise! Es mi decisión y ya está tomada, si no acepto Suecia invadirá nuestro territorio y quedaremos en la ruina, debes pensar por tu pueblo, debes sacrificarte. –

- ¿Sacrificarme? ¿Y tú qué harás? Me estás vendiendo a Suecia para conservar tu poder. –

- ¡Calla! Soy el rey y sé lo que hago, ni tu ni nadie me dirá lo contrario, yo he sacrificado más que cualquier otro. –

- No lo creo. – Dije y di la vuelta para salir, pero mi padre me tomó del brazo haciéndome voltear bruscamente. –

- Eres una mujer, debes callar tu boca y guardar tus opiniones, el rey Frans no querrá una esposa tan impertinente como tú. –

- Por mí el rey Frans puede morirse e irse al infierno, yo nunca voy a guardar mis opiniones. –

- ¡Elise! Deja de blasfemar. –

- No rompas mi compromiso con Daimmen, te lo imploro padre. –

- ¡Largo! –

- Pero padre... -

- ¡Te he dicho que largo! –

Salí de la sala de reuniones pensando cómo podría librarme de esto, no solo estaba en juego mi futuro, sino también mi vida, si no lograba hacer cambiar de opinión a mi padre sobre mi compromiso con el rey Frans, Daimmen diría todo lo que sabía, tenía que hablar con él.

Me dirigí hasta los aposentos de Daimmen toqué a la puerta y una sirvienta abrió.

- Alteza. – Dijo al tiempo que se inclinaba.

- ¿Dónde está el príncipe Daimmen? –

- Lo vi dirigirse a los calabozos. –

- ¿Para qué iría a los calabozos? –

La pregunta quedó en el aire porque bien sabía a qué había ido, me dirigí a toda velocidad a los calabozos y al llegar supe que mis sospechas eran reales, Daimmen hablaba con Eleonor, antes de entrar quise escuchar lo que ambos decían.

- Déjala, déjala ya, que el rey la case con el rey Frans, regresa a Francia, ahí tienes poder y envía a que me rescaten, podré ser tu esposa, seremos felices. –

- Eleonor ¡no! Llegaste demasiado lejos, ¿cómo te atreviste a golpearla? –

- ¡Ella me provocó! –

- ¡Ella es la princesa! –

- No puedo creer que la defiendas después de lo que hizo. –

- No es diferente a lo que yo hice. –

- ¡Lo es! Y ahora todo está perdido. –

- Debe haber una forma, la he chantajeado, contaré su secreto a menos que ella me ayude a quitar del camino al rey Frans, y cuando eso suceda me casaré con ella y serás mi amante, ella podrá ser la reina, pero tu tendrás mi corazón. –

- Diammen, ayúdame, ya no quiero estar aquí, diles que me saquen de aquí. –

- Nadie te sacará de aquí, me agrediste. – Dije entrando al pasillo.

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now