Capítulo XXI

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Después de haberme dado un baño y haberme cambiado de ropa, baje al desayuno con mis padres, ellos ya estaban en el comedor sentados esperando que los cocineros comenzarán a servir. Mi padre tenía un sobre en sus manos y cuando me vio hizo un ademán para que me apresurar a sentarme.

-Esta mañana he recibido una carta de Francia, la envía el Rey Benoit, por supuesto. Dice que está muy complacido de saber que tu compromiso con el príncipe Daimmen sigue en pie y que en muestra de gratitud vendrán a Ilydford para estar presentes en la celebración que daremos por tu cumpleaños.- Mi padre estaba encantado por la noticia, en cambio mi ánimo al escuchar aquello se vino abajo, eso era lo último que quería, no quería ver a Daimmen aquí, no quería saber nada de él hasta el inevitable día de nuestra boda y todo aquello no era porque yo tuviera el corazón roto por lo sucedido sino que era mi orgullo el que estaba herido, la humillación fue más grande que su traición, de igual forma no sabía que podría pasar al tenerlo tan cerca, ¿lo confrontaría? ¿él mencionaría algo sobre lo que sucedió? nada de eso era seguro, lo único que sí era seguro era que me traería problemas tener a la familia francesa en el castillo pues mis padres querrían que pasara tiempo con ellos y eso me impediría reunirme con Caden.

-Y siguiendo la tradición- prosiguió mi padre -el día de tu cumpleaños harás tu visita a la aldea para saludar a tu pueblo y ofrecerles un poco de alimento pero añadiremos un elemento nuevo, Daimmen estará a tu lado pues anunciaremos formalmente tu compromiso.-

Eso empeoraba aún más las cosas, tener que pasar tiempo con Daimmen obligada, y fingir ante todos que estábamos felices por nuestro compromiso, no tenía alternativa debía hacerlo pero no estaba feliz con ello.

-¿Y bien Elise? ¿qué dices?-

-Haré lo que tu me ordenes padre.-

Estaba molesta, mi cumpleaños era en unos días y eso significaba que la familia Francesa estaba por llegar, sería bueno volver a ver a Marguerite y a la Reina Christine pero no estaba tan segura de querer ver al Rey y a Daimmen, me ponía tensa pensar en la situación así que llevé mis pensamientos por otro rumbo. No importaba qué estuviera pasando o qué estuviera haciendo, Caden no salía de mis pensamientos, y no solo pensaba en él por los sentimientos que había desarrollado sino porque debía decirle quién era yo, se lo había prometido a Charlotte pero era difícil idear una forma de hacerlo ¿cómo podría decirle que durante semanas le mentí en algo tan importante? estaba casi segura de que se molestaría y mucho, pero era necesario. Después me asaltaban esas dudas sobre si todo seguiría siendo lo mismo, sobre si él aún querría que yo pasara las tardes con él pero había otra cosa una que me preocupaba aún más, tenía mucho miedo, ¿era verdad que me había enamorado de él? me sentía muy tonta pues no sabía en realidad qué era lo que sentía, la última vez que creí estar enamorada terminé aborreciendo al supuesto hombre de mi vida, ¿qué tal si esta vez me sucedía igual?. Pensaba en tantas cosas y eso me agobiaba, lo mejor sería primero confesarle mi identidad y después mis sentimientos pero no lo haría hoy, quería esperar un poco más para pensar exactamente lo que le diría.

Después del desayuno decidí que sería buena idea ir a caminar por los jardines, no llevaba mucho tiempo haciéndolo cuando mi madre se unió a mí.

-Hija, se que estas preocupada por la visita de los reyes de francia, se que no quieres ver a Daimmen pero debes ser fuerte y no dejarte vencer por él.-

-Madre, Daimmen no ha logrado quebrantar mi fortaleza ni un poco, se como lidiar con él, simplemente hablandole para lo necesario e ignorándolo el tiempo restante.-

-Tu padre se molestara contigo si haces eso.-

-¡Que se moleste! él fue quien me condenó a una vida de miseria, no puede exigirme nada cuando sabe cómo fueron las cosas. Si él le tuvo mayor consideración a Daimmen que a mí ¿Por qué debo hacer todo lo que él quiere?-

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now