Capítulo XV

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El día anterior Daimmen me presentó a Arabelle y junto con Marguerite pasamos la tarde hablando de nuestras respectivas bodas pues Arabelle también estaba prometida con un príncipe danés. Mentiría si dijera que Arabelle me agradaba pues por más que intenté tener una conversación normal con ella siempre nos hacía saber que todo lo que ella hacía o tenía era mejor que lo que yo o incluso Marguerite teníamos o hacíamos, aún así intenté pasar por alto su presunción pues no quería hacer otro escándalo poniéndola en su lugar.

Había amanecido y yo me preparaba para el desayuno, ansiaba recordar la rutina de hace unos meses en que Daimmen me esperaba y juntos llegabamos al comedor, me apresuré para salir lo antes posible de la habitación y cuando por fin lo hice, voltee a ver el sitio donde Daimmen siempre esperaba por mí pero no estaba, pensé unos segundos en esperarlo pero preferí bajar y encontrarlo en el comedor, ya había bajado toda la escalera y al girar al pasillo que me llevaría al comedor pude ver a Daimmen quien llevaba del brazo a Arabelle, sentí mi estómago contraerse por la molestia que sentía y mi corazón comenzó a latir con fuerza, traté de mantener la calma y seguí mi camino sin decir palabra alguna, ellos no se percataron en ningún momento de mi presencia hasta que llegamos al comedor.

-Elise,-dijo Daimmen.-No te había visto.-

-Que extraño, iba caminando justo tras de ustedes.-

-Sí, le mostraba a Arabelle el camino al comedor.-

-No me sorprende tu amabilidad Daimmen, cuando yo vine por primera vez también tuviste esas atenciones conmigo.- Aunque intenté que mis palabras no sonaran como un reproche lo hicieron y lo que provocó más mi enojo fue la sonrisa burlona de Arabelle. Pasamos los tres al comedor Daimmen se sentó del lado izquierdo de su padre y apresuradamente Arabelle se sentó junto a Daimmen, el lugar que me correspondía, el no dijo nada y siguió conversando con ella, aún cuando yo me quedé de pie a lado de ellos.

-Elise, querida, siéntate a mi lado.- Dijo la Reina Chrisnte lanzando una fría mirada a Daimmen, pero al parecer él no le tomó importancia.

-Por supuesto majestad.-

Me situé justo a lado de ella y el desayuno comenzó, en su transcurso Daimmen y Arabelle tenían una conversación en la que todos los demás no estábamos incluidos, fue entonces que el Rey tomó la palabra.

-Hijo, ¿cuáles son tus planes para el día?.-

-He pensado que podríamos ir a cabalgar.- dijo mirando a Arabelle.

-¿Sí? ¿quiénes irán?-

-Arabelle, Elise y Marguerite.-

-Me parece una fantástica idea.-Dijo el Rey.

-Me apena decir que no se cabalgar, nunca se me permitió hacer eso en Ilydford.- mencioné.

-Entonces puedes observarnos mientras nosotros lo hacemos.-Dijo Arabelle con esa sonrisa burlona que la caracterizaba.

-No es necesario, pueden ir ustedes tres yo esperaré aquí y cuando vuelvan podemos hacer algo más.-

-Daimmen, creo que regresando de tu cabalgata con tu hermana y Arabelle deberías pasar unos momentos con tu prometida para discutir detalles de su matrimonio.-

-Lo haré madre, pero por ahora, Arablle, Marguerite, alistense para nuestra cabalgata; mi querida Elise, en un par de horas regresaré a verte.-

-Te esperaré Daimmen.-

Los tres se levantaron de la mesa y solo nos quedamos la Reina, el Rey y yo en silencio, unos minutos después el Rey se excusó dejándonos solas a la Reina y a mí.

Perdida en mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora