Capítulo LXI

13.8K 1K 130
                                    

Una turba enfurecida se lanzó sobre los guardias, intentado llegar hasta donde estábamos situados nosotros.

- ¡Matemos al rey! - Gritaban sin cesar.

Presa del miedo jalé del brazo a Neridia y Clarice hasta el carruaje.

- ¡Dense prisa! -

Sin invitación Daimmen y Eleonor nos siguieron en ese momento no me importó, la gente estaba furiosa y si no llegaban hasta mi padre, matarían a quien quiera que se pusiera en su paso y eso nos incluía a nosotros. Cerré la puerta del carruaje, no era una gran protección, pero al menos me daría tiempo para pensar en qué hacer, aunque realmente no hubo tiempo de hacerlo pues lo siguiente que oí fue a mi padre gritando:

- ¡Guardias! ¡Guardias! ¡Aprésenlos! ¡Aprésenlos a todos! ¡Todos son unos traidores! ¡Les advertí no enfrentarme, hoy habrá más de una ejecución! -

Al escuchar eso, abrí con rapidez la puerta del carruaje debía detener ese baño de sangre o las consecuencias para este reino serían peores.

- Alteza ¡no! - Gritó Neridia, pero hice caso omiso a sus suplicas, esta locura debía parar.

Bajé corriendo del carruaje hasta situarme justo al lado de mi padre.

- Padre no lo hagas, estas personas necesitan una explicación o esto se volverá aún más difícil. -

- ¿Explicación? ¡Yo soy el rey no necesito darle explicaciones a nadie! -

- Tal vez si las dieras te evitarías todos estos problemas y lograrías tener a toda esta gente de tu parte. -

- ¿Y tú que puedes saber de esto? Deberías callarte solo provocaste problemas al no seguir mis instrucciones. -

- Seguir tus instrucciones hubiese provocado esto, tal vez no sé nada, pero por sentido común, destrucción genera más destrucción. -

- ¡Fuera de mi vista! - Grito furioso, pero en vez de irme asustada por sus amenazas me volví a la gente que estaba presente.

- Pueblo de Ilydford. - Dije con voz alta y firme.

- ¡Calla Elise! - Gruñó mi padre, pero continué pues la atención se había vuelto a mí.

- El reino enfrenta serios problemas en estos momentos, problemas que no afectan solo al rey o su familia, sino a todos los que habitamos este lugar. El reino de Suecia trata de apoderarse de nuestro territorio; trata de derrocar al rey, para así ellos tener el poder sobre las tierras y sobre las personas. La ejecución de este hombre, Lord Driant, no fue un acto irracional por parte del rey, sino un castigo bien merecido, las leyes de Ilydford dicen claramente que quien traicione a la corona será sentenciado a muerte y eso es lo que este hombre ha hecho. Traicionó a la corona, pero no solo a ella, no solo a mi padre, el rey, sino que nos traiciono a todos nosotros, traicionó a nuestra nación, al ponerla en manos de los suecos. Así es, pueblo mío, Driant, el hombre que hoy yace muerto envió al rey y a sus tropas a una muerte segura, al dirigirlos directamente a una emboscada donde muchas vidas se perdieron, vidas de nuestros compatriotas, vidas de esposos, padres, hijos y amigos, que se dirigieron a luchar por nuestra libertad, a luchar por nosotros y ustedes y por Ilydford, pero por las egoistas pretensiones de un solo hombre solo encontraron la muerte, y por eso, este hombre fue condenado a morir, pues su muerte, significaba la justicia para todos los caídos y una nueva oportunidad para que Ilydford se defienda del enemigo. Todos vivimos en el mismo lugar, todos buscamos bienestar y libertad, por ello ruego que cesen los disturbios, no nos hagamos enemigos siendo que ahora más que nunca debemos estar unidos para terminar con el verdadero mal, los suecos. -

Perdida en mi destino.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon