Capítulo 20

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Sirius
Hoy ha tenido muchas emociones y dudo que sea bueno para mi salud mental. Es decir, el día partió muy agradable, me junté con mi mejor amigo, me reí de mi mejor amigo y me reí con mi mejor amigo, hasta ahí todo bien.

Después vi a Remus con su ex, él estaba riendo con su ex, pero no conmigo. En ese momento me puse triste, el cielo se oscureció y pensé que había perdido mi oportunidad... de nuevo, me puse a llorar, ese momento se lo merecía.

Lo tercero qué pasó es que el Hufflepuff se alejó de mi Remus... lo siento, de Remus y el mundo volvió a brillar, me sentí aliviado.

Y ahora estoy comprando un helado con él, James se fue a no sé dónde, pero le agradezco porque (1) me dejó a solas con Remus (2) no dijo nada sobre qué me gusta Remus.

- Sirius ¿qué sabor de helado te gusta? —Oh por Merlin podría morir ahora mismo y sería feliz igual—.

- Mmm creo que el de galletas —él levantó una ceja, ¿cómo puede ser tan hermoso?— ¿Qué?

- El de chocolate es mejor —lo dijo como un niño pequeño, pero se ve adorable.

- Eso no es cierto —le dije mientras nos dirigíamos a la caja para pagar— Dos helados, por favor —le dije a la cajera.

- No es necesario, Sirius, yo puedo comprar... —esta rojo que tierno. Tome su mano para que se calmara, pero la solté altiro cuando me di cuenta que hice, pero por la cara de decepción de Remus me arrepentí enseguida.

- Remus, yo ... —trate de explicarle porqué lo hice, pero me interrumpieron.

- Vaya, pero si es Sirius Black —yo conozco esa voz y mi mirada se dirigió a una chica que está atrás del mesón—, hace tiempo que no te veo por acá ¿te gustaría recordar los viejos tiempos? —Es guapa y su voz seductora, pero ahora lo único que hago es volver a mirar a Remus.

Él bajo la cabeza, aunque es más alto que yo, así que pude ver perfectamente cómo puso sus labios en una línea recta y su mirada se dirige a sus pies, está avergonzado ... no ... está incómodo, lo puse en una situación incómoda.

- Te espero afuera, Sirius —me dio una sonrisa forzada y lo sé porque ni siquiera mostró sus dientes, la sonrisa no llegó a sus ojos, no me gusta esa sonrisa.

- ¿Y? Ahora que tu amigo se fue, podemos ponernos al corriente —la miro enojado, estaba bien con Remus ¿por qué nada me sale bien?

- Ana deja de molestar a los clientes —la chica que me atendió antes llegó con los helados, ¿en qué momento dije el sabor?—. Puse doble ración en el helado de chocolate, es por los inconvenientes. Espero no haberle causado muchos problemas con su chico, joven —es amable, no la conozco.

- No se preocupe —tomo los helados y me retiro.

Salgo a la calle y lo primero que veo es un Remus apoyado a la pared de enfrente mirando sus pies, sus puños están apretados y pestañea muchas veces, se ve guapo, pero me preocupo, se nota que no está bien.

- Remus —levanta rápido la cabeza y la diferencia de altura se hace notoria— toma —le extiendo su helado de chocolate, sus ojos brillan, le gusta mucho el chocolate, pero no dura mucho.

- Gracias. Pensé que te ibas a quedar más tiempo adentro —trata de usar un tono burlesco, pero le sale todo lo contrario—. Quizás me tuve que haber ido, así no te molestaba, lo siento.

Se para recto y empieza a caminar, se empieza a alejar de mí y yo me quedo observando cómo se va, la postura encorvada, se ve triste y yo estoy dejando que se vaya, no quiero que se vaya. De la nada una multitud aparece y lo pierdo de vista ¿qué acaba de pasar? ¿Cómo todo salió tan mal de la nada?

Aún no nos conocemos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora