Capítulo 13

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Chloe
Han pasado cinco meses y no me gusta, el tiempo pasa tan rápido y hay tantas cosas que quiero hacer, y no alcanzare simplemente por el hecho de que no hay suficiente tiempo para eso, y tampoco ayuda que Alice se demore vistiéndose, esos son minutos perdidos.

- Hola, Chloe —oh por Merlin, me asusté al escuchar a Fabián.

- Hola, Fabián. ¿Cómo estás? —le dije lo más tranquila posible y él levantó las cejas asombrados.

- ¿Cómo supiste que era yo? Ni siquiera nuestra propia madre nos reconoce —cuando dijo eso yo solo pude reír.

- No lo sé, solamente los veo y ya los diferencio —dije divertida, pero igual me encogí de hombros—. Cómo sea, ¿necesitas algo?

- Directa como siempre, me gusta —yo solo pude reír de nuevo—. La verdad te quería pedir un favor, el próximo viernes es el partido de Gryffindor versus Slytherin, y no podré ser el comentador.

- ¿Por qué?

- Es solo que desde la última vez he estado un poco mal de la garganta y Madame Pomfrey le dijo a McGonagall.

- Oh ¿quieres que busque a alguien para que te sustituya? —sé qué quiere que yo lo haga, no soy tonta, pero tan sólo pensar en estar en esa situación me da pánico.

- Chloe —me dijo en un tono suplicante— por favor —junto sus manos en señal de súplica— para el partido de Hufflepuff contra Ravenclaw prometo estar mejor.

- Agh está bien —¿por qué soy así?—, pero me debes tres ranas de chocolate y debes invitarme a tu casa en las vacaciones para poder ver a Molly —dije con una sonrisa.

- ¿Por qué?

- Quiero ver a tus sobrinos, Fabián —dije divertida— o creíste que quería verte a ti —dije mientras me acercaba coqueta y él puso su sonrisa coqueta.

- Por favor Chloe, sabes que para eso no es necesario esperar hasta las vacaciones —uff con este hombre me va a dar algo.

- Me gusta como suena eso, ¿qué tal el próximo sábado? —dije acercándome más y él tomó mi mano derecha para besarla.

- Será todo un honor, hermosa dama, pero será un martirio tener que esperar una semana para ese encuentro —y pensaron que yo era una santa ¿verdad? Pues déjenme decirles que las santas son las peores.

- Dime cuando y donde, querido, si estoy libre, prometo estar ahí, sabes que nunca me perdería una de nuestras juntas —dije susurrándole en el oído.

Voy a aclarar algo, sigo siendo virgen y voy a seguir siendo hasta que lleve una relación de un año como mínimo, eso Fabián lo sabe y lo acepta.

También acepta el hecho de que no estoy lista para una relación y él está en las mismas condiciones que yo, así que unos besos por acá y otros por allá, mientras no le hagan mal a nadie, es la mejor idea que tuvimos.

- No sabes cuánto me gusta escucharte decir eso, pensé que me tenías olvidado —dijo acercando su boca a mi oído— ¿qué tal hoy? En el mismo lugar de la biblioteca —dijo mordiendo el lóbulo de mi oreja.

- ¿Misma hora? —dije mordiéndome el labio inferior.

- Misma hora.

- Te veo ahí —le di un beso en la mejilla y me aleje de ahí, antes de que alguien notara nuestro pequeño coqueteo.

Lamentablemente, lo hice muy tarde porque Alice ya estaba mirando, pero no solo ella, sino que los Merodeadores estaban con ella. Cada uno con una expresión facial distinta.

Aún no nos conocemos Onde as histórias ganham vida. Descobre agora