165. Max

64.4K 9K 9.7K
                                    

NO AL PLAGIO. No empieces tu carrera como escritor/ra robando las palabras de otros.  Si siquieres llegar alto en cualquier profesión y disfrutar plenamente de tu éxito,  empieza por tener claro el concepto: Ética profesional

Por otro lado, agradezco muchísimo a quienes, cuando releen esta historia o cualquier otra, no dejan spoilers. Ni siquiera con advertencia. GRACIAS por no quitarme la oportunidad de ganar nuevos lectores e, incluso, ániman a otros a seguir leyendo. GRACIAS por saber valorar las largas horas de trabajo que para mí ha representado escribir esta novela. La vida sabrá retribuirte ♥

Continuamos...

-------------


Definitivamente no quería un coche, por lo que Eric y yo nos reunimos con el representante de una agencia de motocicletas y cada uno eligió la que mejor se acopló a nuestra necesidad. En mi caso una Ducati Diavel. La bauticé como Janis, por Janis Joplin, me puse casco, guantes, una cazadora de cuero y recorrí las calles de la ciudad fingiendo olvidar.

No tenía una idea clara sobre qué quería hacer a partir de ahora. Supongo que, como bien me dijo un día Eric, necesitaba vivir mi luto. Lo cual me parece razonable, pues me siento muerto por dentro.

Es un dolor en el pecho que no se va y se manifestó como temblor en mis manos cuando detuve la moto y busqué mi móvil para contestar la llamada de Miranda.

—¿Ya estás cerca?

Ni quería llegar.

—Sí —Me saqué un momento el casco y observé con añoranza la interminable fila de casas que abarca nuestra calle—. ¿Suhail... ya está ahí? —Lo dije doliéndome.

Sí. Vino hace cuatro días. Sola.

¿Sola? Eso sí que llamó mi atención. —¿Finley no llegó con ella?

Su avión aterriza hoy por la noche.

Había algo en el tono de voz de Miranda, algo no quería decirme. Sé cuándo mamá está preocupada. Colgué, me volví a meter el casco y recorrí el último trayecto pensando en qué pudo pasar. Al llegar aparqué a Janis, crucé a toda prisa el jardín delantero y entré a casa sin tocar, sorprendiendo a Miranda.

—No pensé que estuvieras tan cerca.

—Me diste una hora para llegar, ¿no?

Por alguna razón me quería allí.

—¿Ese ruido...

Sermón de mamá en puerta.

—¿Una moto? —Cerré un ojo esperando el ataque.

Ella lucía cansada. —Solo... conduce despacio, ¿quieres?

—Con lo emocionado que estoy ante la idea de perder mi otra pierna.

Mamá giró sus ojos hacia el cielo. —Max...

—O un brazo... o la cabeza...

—Ya.

Me encogí de hombros, rindiéndome.

Mamá estaba sentada sobre las escaleras que conducen al segundo piso, en actitud de espera, lo que me confirmó que pasaba algo. Solo me faltaba averiguar qué.

Afortunadamente no tuve que insistir mucho para que empezara a hablar.

—No sale de su cama, no come... Lo único que hace es llorar.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora