114. Suhail

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Max estuvo muerto durante un minuto, o eso afirmaron los paramédicos. Ellos consiguieron traerlo de vuelta y procuraron sacarlo lo antes posible de los restos del coche. Fue difícil ver a Max y a Sam ser subidos en camilla a una ambulancia, completamente inconscientes.

Estuve muchas horas afuera de la clínica esperando noticias. Aitor me ofreció una y otra vez su cazadora, insistiendo que aquella era una noche fría. No obstante, a mi no me importaba el clima. Yo quería saber de Max y de Sam. Es más, le di la bienvenida al frío. Prefería concentrarme en sentir helar mis huesos que en el dolor que me produjo la idea de perder a dos personas queridas. 

No le resto méritos a Aitor, él iba y venía de la clínica informando cómo iba todo: —Siguen en cirugía...

Ling tomaba mi mano y procuraba no soltarla. No me consolaba a mí. Bueno, quizá en parte, pero más se consolaba a ella misma. Ese día, al ver su mirada triste y sin vida, comprendí cuánto realmente le importaba Sam. Creo que ni siquiera ella misma era consciente de ello. 

—¿Lo viste? —me preguntó, alarmada, recordando—. Tenía tanta sangre sobre su rostro, Suhail.

Se echaba a llorar, y cuando se calmaba miraba el edificio de la clínica... esperando. 

¿Cuánto más hay que esperar?  Yo estaba al borde la locura. Fue difícil esperar noticias. Por fortuna, la décima u onceava vez que Aitor regresó, trajo respuestas:

—Traumatismo craneal —dijo, mirando a Ling cuando ella le preguntó si sabía algo de Sam.

—¿Traumatismo craneal? —repitió Ling, llorando.

—Dijeron que... —A Aitor se le dificultó hablar—: Está en coma, Ling. Necesita de un respirador. No se sabe si...

—No digas más —le pidió Ling, caminando de un lado al otro con ambos brazos cruzados sobre su pecho. Corrí a abrazarla—. ¡Suhail! —gritó—. ¡SUHAIL! ¡SAM! 

—Todo va a estar bien —le dije, sin creérmelo yo misma. 

¿Todo iba a estar bien? 

—¿Y cómo está Max? —le pregunté a Aitor, temiendo su respuesta.

Él me miró triste. —Tu papá quiere que entres para decírtelo él mismo.

Eso sonó poco alentador.

Le encargué a Aitor cuidar de Ling y entré a la clínica. En la sala de espera vi reunidos a Eric, a Gi, a Bob y otros amigos de Max. Me preguntaron si sabía algo de él o de Sam y únicamente pude informarles sobre Sam. 

Después busqué a papá. Él estaba de pie junto a Miranda, que parecía estar desmayada sobre una silla. Me alarmé al verla.

—La sedaron —me explicó papá.

Sentí mucho miedo.  —¿Qué... —Obligué a las palabras a salir de mi boca— qué le pasó a Max? ¿Cómo está?

—Ay, Suhail —suspiró papá, cansado. 

Eso parecía una invitación para que llorara con él. 

—Papá, habla —le rogué—. ¿Max... Max también está en coma?

Mi corazón pedía respuestas. 

—No, pero él... 

—¿Él qué? —Mi padre no hablaba rápido. 

—Le amputaron una pierna, Suhail.

Lo primero que vino a mi mente, después de escuchar eso, fue una imagen de Max saltando de un lado al otro cuando todavía era niño y yo lo veía jugar en su habitación desde mi ventana. Coloqué mis manos sobre mi boca y ahogué un grito. 

—¿Por qué? —pregunté, permitiendo que mis lágrimas cayeran libremente sobre mi cara al pensar en el dolor físico y emocional de Max.

—No podían sacarlo del coche  —explicó papá, sin dejar de llorar. Él ama a Max como se ama a un hijo—. Tenían que sacarlo... Era perderlo a él o a su pierna. Tenían que traerlo de emergencia, Suhail. Tú viste que casi muere... Ellos lo reanimaron...

Lo explicó todo por intervalos. Creo que ni él mismo podía creerlo. Max sin una pierna... Me senté junto a Miranda, quien a pesar de estar sedada, tenía una expresión de dolor en su rostro. ¿Cómo enfrentar a Max y explicarle? 

—Su otra pierna también está lastimada pero responde —continuó papá—. Eso dijo el doctor. Volverá a caminar con la ayuda de una pierna ortopédica y terapia. Mucha terapia. 

Terapia. Si me costaba asimilarlo a mí, no puedo imaginar a Max.

—Ya solicitamos una silla de ruedas.

Cerré mis ojos. Silla de ruedas. 

—Yo... —Simplemente no quería pensar en eso—. Y Sam no responde —dije.

—Su situación es más grave —me confirmó papá—. Las próximas horas son importantes, son cruciales. 

¿Por qué, Dios? ¿Por qué ellos?

—¿Cómo se lo vamos a decir a Max, papá? —le pregunté, sintiendo doler mi pecho. 

—No lo sé, princesa... No lo sé. 

Los amigos de Max tampoco lo podían creer. 

—Max un discapacitado —dijo Eric, pensativo. Sus palabras expresaban ira. 

Lo miré confusa. No tenía idea de que Max y Eric tenían problemas. A continuación, miré a Gi, su mirada de horror al escuchar la palabra "Discapacitado", de boca de Eric, me dijo cuanto debía saber sobre qué sentía realmente por Max. 

No podían dejarlo solo. ¿Iban a dejarlo solo? 

Escuché a Eric pedir a Bob el número de "la Bombilla" y poco a poco todos se fueron de la clínica, pues nadie, excepto la familia, podía ver a Max.

Max.

Caminé expectante hacia la habitación a la que lo trasladaron al salir de cirugía. Abrí la puerta y entré, temerosa. ¿Habrá despertado ya? 

No.

Su rostro reflejaba lo caótico que fue el accidente. Todo él tenía fracturas, cortes, contusiones. Ay, Max. Cogí una silla cerca, la coloqué junto a su cama y me senté... Tomé su mano y lloré.

Daría lo que fuera para que no tuvieras que pasar por esto

Sé fuerte. Tú puedes. 

No olvides que somos Max y Suhail. Para bien o para mal siempre estamos juntos... bailando al ritmo de una canción a la que yo le pongo la letra y tú la música. 

Tres letras. M. A. X. Max. 

Por favor... despierta. 


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:(

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Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora