94. Suhail

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Max me estaba esperando en su ventana. Lo sabía porque me habló desde que entré a mi habitación.

—No vayas a la fiesta de Edgar —amenazó.

—¿Perdón?

No podía creerlo.

—¡No finjas que no me escuchaste!

Solté mi mochila y caminé hacia mi ventana para mostrarle mi molestia a Max. ¡Quién se creía para decirme qué hacer o no hacer!

—¿Por qué no puedo ir? —exigí.

—Es una trampa —insistió—. A Edgar lo retaron a... a algo.

—¿Y piensas que no me puedo defender?

—No es eso, Suhail...

Max se veía molesto. Muy molesto.

—Iré.

—¡Suhail!

—¡Iré dije!

Una vez dejé en claro cuál era mi irrevocable decisión, vi a Max coger con molestia su guitarra y sentarse para empezar a practicar.

Le di la espalda y me alejé de mi ventana.

—¿Tú no vas a practicar tu deletreo? —preguntó. Se escuchaba amenazante.

—¡Practiqué en el autobus! —mentí.

Y la verdad es que estaba evitando escuchar más sobre la fiesta de Edgar.
No quería ir, pero me molestaba que Max me hiciera sentir que no era lo suficiente fuerte para enfrentar cualquier broma de Edgar.

Y es que no lo era. Debí quedarme en casa.

...

Al día siguiente Ling pasó por mi y caminamos juntas a casa de Edgar. Él nos recibió a nosotras y a todos.
Su casa era grande y cómoda.
Me sorprendí de ver ahí a Jessica, a Sylvi y a Olivia, pues Max estaba invitado y ellas querían matarlo.
A mi me miraron mal. Sin embargo, a pesar de sus burlas y críticas sobre mi aspecto, con Ling buscamos un sofá para sentarnos a ver qué hacer en medio de tantos pubertos que usualmente nos ignoraban.

Max llegó acompañado de Eric y de Sam. No me saludó. Pero si lo vi emocionado al platicar a todos que tocaría en el Festival del Amor Libre.
A mi me dio gusto saber que aceptó participar. Él haría su debut con Los Raptores mientras yo intentaba hacer comprender a todos que mamá puede amar libremente.
A pesar de su mala onda, Max continuamente me miraba de reojo. A mi, a Jessica, a Sylvi y también a Edgar.
Nos miraba como si... esperara algo.
Se veía impaciente.

Traté de ignorarlo y continué bebiendo tranquilamente el refresco que nos llevó a Ling y a mi un amigo de Edgar.
Después de un rato, uno de los chicos en la fiesta invitó a Ling a bailar.

Instintivamente, busqué con mi mirada a Sam. Estaba de pie junto a la mesa de comida. Y como predije, estaba mirando triste como se iba Ling con aquel chico. Le hice un gesto para que se acercara.

—Hola —me saludó, limpiando sus manos en el bordillo de su camisa.

Sam es tímido.

—Sientate —le pedí, señalando el lugar a mi lado.

Él echó un vistazo a Max como si le pidiera su autorización y al mostrarle este un dedo medio, se sentó. Supongo que eso fue un "Sí". Igual no comprendí tal gesto.

—Lamento que las cosas no vayan bien con Ling —dije.

—Está bien —suspiró Sam—. Ya caerá.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora