135. Max

61K 8.3K 2.2K
                                    


—¡Vas bien, Max! —escuché los aplausos de Paulo al mismo tiempo que sentí gotas de sudor caer sobre mis manos—. En tu primer día no podías sostenerte solo y hoy ya aguantas caminar con muletas.

—Aunque esto no es exactamente caminar —dije, tambaleándome un poco.

—Vamos, amigo, es un logro magnifico. Aprende a reconocer tu esfuerzo.

Pese a mis quejas, sabía que Paulo tenía razón, caminar de forma correcta en muletas una distancia larga era un gran avance para alguien en mi situación. Alguien que tuvo que pasar por un largo proceso de recuperación de su pierna y brazos. Suhail y Miranda estaban ahí para verme. Ambas me acompañaron ese día a terapia.

—Estoy tan orgulloso de ti —cuchicheó Miranda, haciendo que hiciera una mueca. No me digas bebé frente a Paulo y Suhail.

Los ojos de Suhail brillaban, supuse que tenía ganas de echarse a llorar y saltar sobre mí para abrazarme y besarme. Pero se contuvo. Sería demasiado extraño hacer eso frente a mamá. Sin embargo, de reojo alcancé a atisbar que murmuró en mi dirección un "Te amo". Lo que me hizo tambalear más y tropezar.

Miranda y Suhail gritaron asustadas. Paulo y yo, por otro lado, nos soltamos a reír y él me ayudó a incorporarme. No era la primera vez que me caía durante la terapia.

—Eso es, campeón —me animó—, cada que te caigas debes volver a levantarte. Tan simple como eso.

Le di las gracias y volví a empezar. El ejercicio de ese día era caminar de esquina a esquina del salón. El mismo salón en el que meses atrás me dolía levantar al aire un brazo. Lo hice una vez más sin mayor esfuerzo, sin embargo, cuando iba de vuelta mis brazos empezaron a temblar.

—¡Tú puedes, Max! —escuché a Suhail animarme, pero aun así caí.

—Te falta fuerza en los brazos —indicó Paulo—, además de confianza en tu propio cuerpo y práctica. Mi recomendación es que avancemos con los entrenamiento y empieces a ejercitarte con pesas en tus brazos y pierna. El nivel de dificultad, como ya lo has experimentado conmigo, debe ir de menos a más de forma gradual.

—¿Oyeron? —pregunté, mirando con humor a Suhail y a Miranda—. Seré un tipo musculoso.

—Si te esfuerzas... —añadió Paulo y esta vez se dirigió a Miranda—. ¿Existe la posibilidad de que puedan instalarle un pequeño gimnasio en casa?

—Ya veremos —dijo Miranda, mirándome suspicaz—. Primero debe demostrar que sí se aplicará. Hay un gimnasio cerca de casa. Si Max asiste al menos tres veces por semana lo hablaré con Bill y adecuaremos uno en casa.

Asistir al gimnasio cerca de casa era un motivante sin duda. Pero como yo ya salía más de casa debido a que visitaba a Sam, acepté el reto.

Mi vida en general marchaba mejor. Los primeros días en casa tras salir del hospital no quería dejar mi cama, Miranda colocaba un banco debajo de mi ducha, me ayudaba a acomodarme sobre este, protegía la herida ocasionada por mi pierna mutilada y me dejaba solo para lavarme. Algo similar a la hora de ir al baño. Y ni hablar sobre vestirme solo, los primeros días no lo pude hacer y permitir que alguien lo hiciera en mi lugar fue sumamente molesto y vergonzoso.

Entre dos movilizaban mi silla de ruedas para que yo pudiera trasladarme por toda la casa. No obstante, con el tiempo empecé a encargarme yo solo de todo. Yo mismo salía de cama y alcanzaba la silla con mi brazo para yo misma acomodarme sobre esta. Parecía algo sencillo de hacer, pero para mí, que al inicio veía todo perdido, era un gran avance.

Fue difícil, y que quien diga que no, no ha pasado por eso jamás.

Para un proceso de terapia es un reto constante de superación personal. Ahora que lo pienso, y si alguien me pide un consejo, que avanzar depende de la actitud y de la constancia. Eso es... Actitud positiva, confianza en quienes tienen la experiencia, esfuerzo y valentía.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora