130. Suhail

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Y ahí estaba yo, amando cada cosa que Max y yo hiciéramos juntos. Porque aunque él no dejara de espetar aburrimiento o preguntarse y preguntarme si estaba segura de querer estar con él, lo amé. Lo amé y se lo demostré con cada diminuta parte de mí ser.

De verdad lo amé.

No tenía demasiada consciencia sobre cuán mal o inseguro se sentía Max, él lo demostraba poco. Max Solatano siempre declaró ser seguro de si mismo y autosuficiente, motivo por el que, quizá, sin darnos cuenta, quienes estábamos a su alrededor no notamos qué tantos cambios enfrentó en silencio, produciendo estragos en él a nivel emocional. Y es que Max callaba, prefería cualquier cosa a sentirse una carga.

—¿No vas a preguntarme cómo me va en la universidad?

Él negó con la cabeza. —Sé que vas bien.

—No puedes estar seguro de eso.

—Vas bien, Suhail —enfatizó, seguro.

—A lo mejor todo me está saliendo mal últimamente.

Max sonrió. —Lo dudo.

Siempre me pregunté de qué forma me veía Max.

—No soy perfecta, Max.

—Lo eres.

Quiero pensar que eso fue un cumplido.

—Es demasiada carga para mí que digas eso.

Él esbozó una sonrisa y me miró de forma condescendiente. —Hasta tus errores son adorables.

—Dices eso porque me quieres —Mi corazón se estrujó un poco al dejar salir eso. ¿Estaba ejerciendo demasiada presión sobre Max?—. Si es que me quieres...

Él no dudó en responder. —Te quiero.

Era domingo y estábamos mirando fotografías cerca de mi ventana, Miranda nos había pedido acomodarlas en un álbum. Qué bello es volver atrás. A veces, no siempre. Lo percibí en Max que estuvo muy pensativo esos días. Demasiado nostálgico.

—¿Te has dado cuenta de que ambos siempre dudamos sobre los sentimientos del otro?

Él levantó la vista de la fotografía en su mano y me miró confuso. —No...

—Sí. Tú también sueles preguntarme si de verdad te quiero. ¿Tú por qué tienes dudas?

¿Quiero saberlo?

Su semblante se suavizó un poco. —No dudo que me quieras —dijo.

—¿Entonces? —Esperé unos segundos más, pero Max no contestó. No inmediatamente. Parecía estarlo pensando mucho—. ¿No me quieres decir el por qué?

Dime por qué.

—Es sólo que no me termino de acostumbrar a que estemos juntos —dijo, en un tono que sonó a pregunta. Y aunque en ese momento acepté su respuesta... hasta hace poco supe que mintió. Ése no era el motivo por el que Max dudaba de mi amor.

—A mí también me cuesta creerlo —sonreí—. ¿Te acuerdas cuándo...

En ese momento el teléfono sonó, interrumpiéndonos. Max me alentó a contestar. Esa temporada también odiaba contestar el teléfono..

 Al notar que se trataba de mi grupo de voluntariado, mi ánimo se diluyó. No me gustaba que Max se sintiera mal cada vez que llamaban.

Suhail, te extrañamos...

Ni siquiera quería mirar a Max. —Otro día los acompañaré, lo prometo.

Había pasado demasiado tiempo entre protestas y amigos de la naturaleza, era hora de compartir con mi novio. Aún así, sentí la atención de Max dirigirse a mí al sospechar de qué trataba la llamada.

Hoy haremos una reunión en el Parque Naciones  —dijo Clara—, para bloquear la tala de un bosque de coníferas. Estará genial, una empresa constructora llegará y nos pondremos a bailar y a mostrar rótulos de "Amamos a los árboles" frente a su maquinaria.

Sí, ese tipo de actividades tenía yo con mis amigos.

Tenía que encontrar la manera de rechazarla. —Clara, no estoy segu...

De pronto sentí un tirón. Era Max, alcanzando para él el teléfono.  —¿Qué dia...

Me ignoró.

—¿Clara? —saludó a mi compañera—. Suhail asistirá —aseguró, a pesar de mi mirada de "Eso no pasará"—. Sí, no te preocupes, se pondrá su ropa hippie y todo.

Negué con la cabeza y no quité mi cara de enojo ni cuando Max colgó. —¿Qué se supone que estás haciendo?

—Irás con tus amigos, Suhail —decidió y volvió su atención a las fotos.

—Primero, ellos no son lo que se dice "amigos". No exactamente. Son un grupo que Aitor y yo frecuentábamos.

—Y hablabas todo el tiempo de ellos. Son... importantes para ti.

En eso tenía razón.

—Pero quiero estar contigo.

Estarás conmigo.

Él me miró de una forma que, aún hoy, recuerdo con gran amor. 

—¿Irás? —le pregunté, tiñendo mis palabras de esperanza. Ese era mi ideal, unir a Max con las actividades que disfruto.

Algo brilló en sus ojos. ¿Bruna? ¿Miedo? Lo que fuera, lo supo ocultar a tiempo, porque lo único que dijo fue. 

—Iré.

Salté de mi asiento y corrí a abrazarlo. Una vez más, Max me demostraba cuánto le importo... O le importé. 


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Falta un capítulo. Y en ése sabremos el destino de la Ballena bebé.

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Dibujo de Max y Suhail publicado por Sindy González en el grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros.

 Alonzo - Libros

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Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora