49. Max

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En la clase de música el profesor me pidió tocar lo que ensayamos durante la semana. A todos nos asignó una canción. Para mi escogió Hotel California, pero no había mejorado mucho.

No tocaba bien ninguna canción excepto Classic, y porque con papá la ensayamos hasta el cansancio. No obstante, mi profesor quería algo nuevo. 

—Puedes hacerlo mejor, Max —dijo—. Classic es sencilla. Supérate. Sorpréndeme. 

Me halagaba saber que esperaba más de mi que de cualquier otro. Y es que mi profesor de música estaba bien. Pero sólo eso. "Bien". Él nos enseñaba técnica, más no vivía la música con la misma pasión que alguna vez me mostró papá.

Sam estaba aprendiendo a tocar la batería, Eric el bajo y yo la guitarra. Queríamos abarcar más. Yo, además de la guitarra, quería aprender a tocar la batería y otros instrumentos. Pero para empezar con la banda necesitábamos, por lo menos, lo más básico. 

Al finalizar la clase mis amigos y yo salimos a la calle a esperar a mamá. Instalábamos nuestros instrumentos sobre la acera para que cuando ella llegara montáramos todo rápido e irnos.  
—¿Ya pensaron en un nombre mejor que Los Raptores? —preguntó Eric, hablando de la banda.
Últimamente sólo hablábamos de chicas y de la banda. 

Negué con la cabeza.

—A mi me gusta Los Raptores —dijo Sam.

No había una gran historia detrás del nombre "Los Raptores". A los tres nos gustaba Jurassic Park y... sólo eso.

Pateé un recipiente de plástico como si este fuera una pelota de fútbol y seguí caminando de lado al lado sobre la acera. ¿Por qué mamá tarda tanto? Me sentía motivado. Quería llegar a casa para continuar ensayando. 

—Max —escuché a Eric llamarme con tono burlón y me volví para mirarlo. Él estaba sentado sobre una de las cajas de la batería de Sam—. Esa chica te está mirando —señaló sin disimular.

Miré hacía donde apuntaba el dedo de Eric y sí... 

La chica, de pie al otro lado de la calle, se sonrojó y siguió caminando. No la culpo, yo también me sentí extraño. Sí, extraño. ¿Se acuerdan de ese momento, quizá malditamente incómodo, en el que empezaron a sentirse atraídos hacía el sexo opuesto? O quizá la atracción fue hacía su mismo sexo. No lo sé. No me importa. En mi caso fue hacía el sexo opuesto. La cosa es que con eso vienen muchas experiencias nuevas. 

—Qué buenas nalgas —dijo Eric, viendo con descaro a la chica.

Ya había mencionado que Eric era el más precoz de los tres. Pues he ahí el resultado.

—Eres un idiota —lo acusé, también mirando a la chica, porqué hay que admitir que no estaba nada mal. 

Nada mal. 

—Está en tercero —dijo Sam—. La he visto con el grupo de Diana Marlo. A todas ellas les gusta Max.

¿En serio? ¿Y estudiábamos en el mismo colegio? Wow. 

—Qué hijo de puta —dijo Eric, mirándome—. Le gustas a una chica de tercero. A muchas chicas de ter-cero-ro. ¡Bien, Max! 

Mi amigo se puso de pie y me felicitó. Yo acepté con gusto y, para no quedar mal, puse cara de galán. A esa edad sumábamos puntos dependiendo de a cuántas chicas le gustáramos. 

—Su nombre es Jessica —continuó Sam, que a la fecha no sumaba ningún punto—. Sí, ya me acordé. Su nombre es Jessica Russo.

—Jessica Russo —repitió Eric—. Un nombre sensual.

Estaba de acuerdo con eso. 

Miré a Jessica Russo dar la vuelta en una esquina y me pregunté cuántos puntos me sumaban ella y sus amigas. 

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora