146. Suhail

58.3K 8K 5K
                                    

Yo sé que tienen dudas con los tiempos c: Hoy se las quitarán.

--------------------

Admiración.

Fascinanción. 

Sorpresa.

Arrobo.

Desconcierto.

Cinco palabras que son sinónimos y que no son suficientes para explicar todo. 

Sabía que es famoso. Lo que me sorprendió fue darme cuenta que el mundo no es lo suficientemente grande como para huir de él. Max Solatano está en todos lados.

Una tarde, mientras estaba en un Café con Finley, con asombro noté que la chica sentada de espaldas en la mesa frente a la nuestra leía el articulo de una revista "¿Qué integrante de Raptor eres? Llena este test para que te lo dígamos". En las páginas habían fotografías de Sam, Eric... y Max, a quien la chica veía lo suficientemente atractivo como para babear la revista. 

Asimismo, veía a Max en anuncios de gaseosas, él es la imagen de una y también de una marca de rastrillos para afeitar. Aparecía en la publicidad del internet, radio, televisión, aplicaciones para teléfonos móviles. Max está en todo. Porque, si bien es cierto Raptor es él y los chicos, Max, por ser el vocalista, es el más popular. 

De igual forma me preguntaba cómo estaría sobrellevando todo. No cualquiera obtiene tanto protagonismo. ¿Se le había subido la fama a la cabeza? ¿Tenía buena relación con Sam y con Eric? Desde el fondo de mi corazón esperaba que sí, que por su bien hubiese madurado; pues a pesar de que él y yo terminamos mal, lo quería ver bien. A él, a Sam, a Eric. A todos. Porque ver bien a Max: feliz, exitoso y motivado, también es una forma de superarlo.

—Suhail... Suhail... Suhail, por favor, despierta...

Sentí algo humedo y esponjoso recorrer mi boca. Abrí los ojos y vi a Max lamiéndome toda.

A Max el Beagle, por supuesto.

—¿Suhail, estás bien? —En mi campo de visión también apareció Finley. Se veía preocupado—. Te desmayaste.

Junto a él se hallaba de pie una anciana y un runner que, recuerdo, iba delante de nosotros antes de que yo cayera. Los dos preguntaban a Finley qué me pasó.

Aparté a Max y me apoyé sobre el brazo de Finley para incorporarme. Vi de vuelta la valla publicitaria. Max Solatano en Londres. El runner me ofreció un poco del agua que llevaba con él, bebí y tanto a él como a la anciana les di las gracias por preocuparse.

—Deberías hacerte una prueba de embarazo —sugirió ella. Vi de reojo a Finley, que ahora lucía feliz—. Uno nunca sabe, linda.

—No estoy embarazada —aclaré, sonrojándome—. Nos cuidamos.

Escucharme decir eso desinfló un poco a Finley. ¿Quiere un bebé?

—Yo también me cuidaba  —continuó la anciana, riendo—. Y dos de mis hijos se colaron como si nada. Anda, nada pierdes haciéndote una prueba.

Sonreí de forma forzada y devolví la botella del agua al runner.

—También puede ser estrés —sugirió él—, o anemia. 

O el efecto Max Solatano. 

Cuando la anciana y el runner se marcharon, Finley y yo buscamos un lugar en el que pudiera sentarme. Necesitaba hablar con él. 

—Sería genial tener un bebé —dijo, sonriente, al encontrar donde ubicarnos. Una tienda de donas—. Aunque, claro, es muy pronto —añadió al verme dejar caer mis hombros.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora