73. Max

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Tras pensarlo detenidamente, llegué a la conclusión de que mi mejor oportunidad para averiguar qué pasaba con Suhail era poner a Sam a investigar.

Lo pensé un par de días y admití que podía confiar en Sam.

—Su papá me pidió investigarla —expliqué—. Suhail anda rara. ¿No te has dado cuenta?

—No. Yo no estoy pendiente de Suhail —dijo Sam, lastimado mi ego.

—Yo tampoco —dije a regañadientes—. Su papá me pidió...

—Sí. Sí. Ya me lo dijiste muchas veces.

—Y tú me vas a ayudar —añadí, golpeando su hombro.

—¡¿Qué?!

Empujé a Sam por los corredores del colegio buscando a Ling y a Suhail. Era hora de receso pero quería evitar la cafetería. Allí siempre había mucha gente.

Igual terminé en la cafetería.

—Suhail no puede saber que yo estoy detrás de esto, ¿de acuerdo? —expliqué—. Así que si te capturan y torturan con tal de hacerte hablar, debes negar que yo estoy detrás.

—¡Ni siquiera sé qué tengo que hacer! —se quejó Sam.

Una vez estuvimos de pie en la puerta, busqué a mi objetivo: Ling y Suhail estaban sentadas una junto a la otra en una mesa.
La buena noticia era que la cafetería no estaba llena.

—Primero tenemos que separar a Suhail de Ling —dije, evaluando el terreno—. Porque es a Ling a quien vas a preguntarle.

—¿Que-quieres que hable con Ling? —preguntó Sam, temeroso.

—Te gusta, ¿no?

—Po-pues por eso lo digo.

—Deja de tartamudear o sospecharán —lo codeé—. Es tu oportunidad de oro.

—Pa-pues no la quiero.

Sam dio media vuelta resuelto a alejarse de la cafetería.

¡Maldición!

—¡Sam! ¡Sam, por favor! —le rogué—. Tienes que ayudarme.

Él se detuvo y se volvió para mirarme. Se veía molesto:

—Con una condición —dijo.

—¿Cuál? —pregunté, confuso.

Sam "el gordo" no era de ponerte condiciones.

—Admite que eres tú el que quiere saber de Suhail.

¡¿QUÉ?!

Me puse pálido.

—¿Que-que quieres qué?

—No tartamudees, Max, o sospecharán —se burló.

Me enojé.

—¡No admitiré nada! —dije cruzando mis brazos.

Nada en el infierno me haría decir que...

Sam arqueó una ceja, me dio la espalda y siguió caminando.

—¡SAM!

¡MALDICIÓN!

—Admítelo —dijo él, todavía de espaldas.

Lo rodeé y me acerqué de cara a él para que nadie nos escuchara.

—¿Por qué quieres que admita algo así? —cuestioné—. Yo no...

Pero Sam me interrumpió:

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora