50. Suhail

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Con este capítulo completamos los tres de hoy C:

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Cuando entré a mi habitación al final de la tarde me percaté de que Max estaba ensayando con su guitarra, sentado vagamente, como siempre, sobre el marco de su ventana. Conté hasta diez y me apresuré a acomodar las cosas que mamá me compró. Traía conmigo tres bolsas repletas de ropa y accesorios. Ella me había rogado que dejara mis fachas New Age y me vistiera "linda". 

Lo que más me dolió de escuchar eso fue saber que mamá no me miraba linda de la forma que yo quería que me viera.  

Miré mis cosméticos nuevos. Conocía esa marca. Ese maquillaje lo probaban en animales. Los cogí todos y los arrojé al cesto de basura. Después examiné los zapatos y la ropa. 

Había discutido con mamá camino a casa. Comprar esto promovía el consumismo. Ella debió consultarme qué marcas comprar y dónde, porque si Ling y yo buscábamos apoyar al comercio local debíamos buscar a empresarios pequeños...  Sí, yo sé que me escuchaba rara al hablar de eso a tan corta edad, pero era culpa de papá. Él era el encargado de seminario y guiaba a estudiantes más grandes. Los hacía escoger temas de interés, estudiarlos a fondo, promover alguna actividad y a mí me animaba a participar. 

Me saqué el suéter, caminé hacía mi ventana y la abrí porque había calor. Max puso cara de enfado.

—¿Qué? —pregunté, molesta—. Se trata de mi ventana.

Que está frente a su ventana. ¿Por qué Dios? 

—Si la abres me vas a escuchar más —me amenazó—. Ciérrala. 

—Hay calor —devolví—. A veces hay que hacer sacrificios.

Acomodé mis cortinas para permitir al aire entrar. 

Max hizo una mueca. —Pero no me arrojes agua. Porque te lo advierto, Suhail. Si me...

—Ya veremos —arqueé una ceja y me crucé de brazos—. ¿Qué canción es? ¿Year 3000?

Year 3000 es una canción de The Jonas Brothers. Max refunfuñó. 

Dejemos claro algo: A mi me gusta The Jonas Brothers, que estaban muy de moda en aquella época, pero Max los detesta por, según él, hacer música para chicas.

—Es Hotel California —me corrigió, molesto. 

Lo ignoré y me volví hacía mi armario para continuar acomodando mi ropa nueva.

Welcome to the Hotel California. Such a lovely place... —escuché a Max tocar y cantar y admití en voz baja que estaba mejorando. 

Sin embargo, cuando se equivocaba se frustraba. Y lo hacía de forma obvia y ruidosa. Le pegaba un puñetazo a la pared o a la misma guitarra. 

Recordé lo que su papá le aconsejaba "Empieza con canciones sencillas, Max". Hotel California no era una canción sencilla. 

Salté al escucharlo golpear una vez más su guitarra y después dejarla caer con enfado. 

¿Debería tratar de ayudar?

Cogí un poco de aire, me armé de valor y regresé a mi ventana. Ahí estaba Max, sosteniendo con su mano derecha el puente de su nariz y con la otra su guitarra. Tenía los ojos cerrados. 

—Anda, tírame agua. Soy un asco —dijo. 

¿Él mismo estaba pidiendo el agua? Wow.

Titubeé: 

—Bueno... Classic la tocas bien.

Él echó su cabeza hacía atrás y soltó una carcajada. Volvió a coger como se debe su guitarra y tocó las primeras notas de Classic. Mi corazón casi brincó de pecho. 

—Es la única que tocó bien —dijo y ya no tocó más. 

Eso me entristeció. Para mi fue difícil superar el episodio del fantasma. No obstante, como Max y su papá ensayaban Classic hasta el cansancio, yo la asocié a algo bueno, porque al escucharla continuamente, en mi mente resonaba cada nota, cada palabra y ya no pensaba en el fantasma. 

—Practica —le aconsejé—. Classic la ensayaste mucho.

—Día y noche —recordó Max con nostalgia. 

Muchas gracias por eso.

Los dos guardamos silencio hasta que...

—Tócala —le pedí, tímida. Tan tímida que ni siquiera lo miré al pedirla. 

—¿No te ha aburrido? —preguntó Max, admirado. 

—Bueno... No.

Levanté mi mirada para ver la reacción de Max y para mi sorpresa no era molestia. Lo suyo era confusión. No lo culpo. Cualquiera pensaría que me había cansado de escuchar Classic. 

Mordí mi labio y avergonzada regresé a mi armario para seguir acomodando ahí mi ropa.

Pasaron un par de minutos. Max estaba en silencio. Y cuando pensé que seguramente se estaba riendo de mi y que no tocaría Classic nunca más, la empezó a tocar y cantar. 

Respiré con alivio por no ser ignorada y permití que mi pecho se llenara de alegría. Amaba cada nota.

Got to write a classic

Got to write it in an attic

Baby, I'm an addict now

An addict for your love.

I was a stray boy

And you was my best toy

Found it easy to annoy you

But you were different from the rest...


Cuando Max terminó Classic lo escuché intentar tocar una vez más Hotel California, pero se detuvo rápido. 

—Tienes que practicar —repetí, esperando que me escuchara.

—Me echarás agua —me acusó. 

Bufé y saqué debajo de mi cama la pistola con agua que años atrás le robé, caminé de vuelta hacía mi ventana y le apunté con la pistola. Él me miró sin poder creerlo. Y antes de que dijera alguna palabra, salió el disparo de agua. 

—Hagamos algo —propuse, riendo—. Te echaré menos agua cada vez que mejores. Esa será tu señal de que estás avanzando. 

Max me sacó la lengua y con su camiseta limpió el agua de su cara. Para mi fortuna no estaba molesto. Al contrario. Parecía dispuesto a aceptar el reto. 

—Bien —dijo, decidido—. Pero tendré que practicar día y noche esa y muchas otras canciones.

¿Una amenaza?

Me encogí de hombros fingiendo estar preocupada. —Bien. Supongo que tendré que ir a llenar la pistola.

Max sonrió  y una vez más empezó a ensayar Hotel California. Me volví sobre mis pies y caminé hacía mi puerta. Porque no era broma. En verdad iba a llenar de agua esa jodida pistola. Pero no tenía prisa. Antes de salir de mi habitación miré sobre mi hombro, buscando ver otra vez a Max. Él aún sonreía. ¿Suhail Didier por fin había hecho algo bien? Y decidí esperar. Me apoyé sobre mi puerta y esperé a que Max terminara de tocar para ir por el agua. 

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Nos vemos pronto c: ¡Gracias por los comentarios y por los votos! ♥

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora