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-Levanta un poco tu vestido cada dos pasos -me aconseja papá. Estamos subiendo los últimos peldaños frente a la puerta de la iglesia. Hoy me voy a casar.
¿Me voy a casar?
Max está en el aeropuerto. Si decid...
—"Mi mamá quiere que vayas a la reunión por mi cumpleaños" —repetí intentando imitar de forma burlona la voz de Max y después miré a Ling. Ella tampoco lo podía creer—: ¿Lo escuchaste? —Estaba tan molesta—. Me invitó porque Miranda se lo pidió. ¡Porque Miranda se lo pidió!
Ling se acercó a mi en confidencia:
—Tranquilizate —dijo, temiendo que nos escucharan y llamar aún más la atención—. Ustedes no son amigos. No era su obligacion invitarte —me recordó.
Después se volvió hacia la pared para continuar pegando más publicidad del Festival.
—¡No, no lo somos! —repetí, fuera de mi. Porque tengo que reconocer que heredé los rasgos histéricos de mi madre—, pero hemos sido vecinos durante años. ¡Años! ¡Hasta ya lo vi en calzoncillos! —estallé.
Quería sacar el enojo dentro de mi y lo hacía levantando cada vez más y más mi voz.
—Baja la voz —me regañó Ling, mirando hacia todos lados—. Max ya llamó suficiente la atención por ambos.
Miré sobre mi hombro para ver a qué se refería Ling y sí, en el resto del corredor por lo menos quince pares de ojos estaban mirándome y, de igual forma, treinta pares de orejas escuchándome, porque algunos no querían ser tan obvios.
Maldita sea.
—¿Oiste? Dijo que lo vio en calzoncillos —le cuchicheó una chica a otra. Ambas muy chismosas.
MALDITA SEA.
—¡Lo vi porque nuestras ventanas están una frente a la otra! —intenté aclarar, mirando en redondo a todos.
Pero no sirvió de nada. No pude rescatar mi dignidad. Todo simplemente empeoró y empeoró cuando Jessica se enteró de lo que dijo Max y de lo que dije yo, y el resto de la semana se encargó de hablar mal de mi por todo el colegio; pues, según todos, ambas estábamos compitiendo por Max. ¡Por Max!
¡No eres competencia para Jessica!
¡Eres fea!
¿A mi también me quieres ver en calzoncillos?
—¡No seas, idiota! —le reclamé al chico que me gritó eso.
Pero eso y más gritaban.
Fue difícil el primer día, pero tanto Ling como yo nos acostumbramos. Y Max... él no me daba la cara. Volvió a su vieja rutina de ignorarme y me dejó sola con el problema que él mismo ocasionó.
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