138. Suhail

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Mamá es una mujer difícil de tratar, siempre lo ha sido. Su etapa "Gay" había terminado y estaba por casarse con un ejecutivo de la cadena de televisión para la que trabaja. En ningún momento dejó de repetir que su intención siempre es y será buscar lo mejor para mí, pero me ha lastimado muchas veces. Años atrás, tratando de ascender en su trabajo, me dejó a merced de un hombre malo, asumiendo que nada pasaría porque ella confiaba en él... Pero es mi mamá y, la amo; por lo que, intentando comprender su posición, le prometí que hablaría con papá y con Max lo de estudiar en Inglaterra.

No quería alejarme de Max, amaba celebrar con él sus progresos y amaba aún más tenerle cerca; pero al mismo quería que mamá se sintiera tranquila.

Tal vez si mejoraba mis notas en la Universidad...

Todavía estaba en compañía de mamá cuando vi a la hermana de Sam llegar por él y por... ¿Max? Me sorprendió ver a Max subir al coche, pero se hubiera visto mal ir a preguntarle a dónde iba estando yo frente a mamá. La idea era darle a mi mamá la impresión de estar en una relación libre.

—¿Para qué necesita Max un gimnasio? —preguntó mamá, confusa. No concebía la idea de que Max hiciera algo más que no salir de la cama.

—Su fisioterapeuta le recomendó ejercitarse para evitar dolores articulares, reducir estrés y obtener más flexibilidad, resistencia y fuerza... Algo así dijo. Pronto empezará entrenamiento de equilibrio. La idea es que esté en mejores condiciones y se sienta cómodo a la hora de utilizar alguna prótesis.

Mamá se mostró realmente entusiasmada al escuchar sobre los progresos de Max.

—Oye eso es bueno.

—También necesita ayuda con su autoestima. Paulo considera que tener ejercicios como rutina le beneficiará en ese sentido. Lo hará más disciplinado... Lo motivará...

Mamá sonrió con autosuficiencia. —Siendo el caso, creo que lo puedo ayudar.

—¿En serio? —Quería saltar y abrazarla—. ¿Cómo?

—Le puedo regalar un gimnasio especial por medio de mi Talk show. Lo podemos televisar y todo.

Me espanté al instante.

—No, no, no. Ni hablar... Max es muy orgulloso. Se sentiría humillado. De por si le cuesta salir y que le reconozcan. Imagina un programa televisado. El gimnasio tiene que llegar a él de forma casual.

—¿Casual?

—Hablé con Miranda y la convencí de aceptar el dinero por la venta del coche. Le dirá a Max que está pagando todo a plazos.

—Ay, Suhail... —Mamá suspiró, giró un poco sobre sus pies y se cruzó de brazos—. Lo único que no me gusta es que te sacrifiques tanto.

—No lo hago.

—Está bien que te preocupes por Max, pero haz planes propios y sin miedo a que él se sienta menos.

—Los hago.

—Sabes que no. Porque si te ama —Mamá levantó su dedo índice con decisión—. Si realmente te ama, no le ofenderá que tú también te prepares, salgas, te independices y tengas tus propios logros. De lo contrario, esté incapacitado o no, bótalo mi amor.

—Max me ama... yo sé que me ama —recalqué y mamá me rodeó con sus brazos—. ¿Ves que si podemos entendernos? —suspiré, sollozando.

No eran lágrimas de tristeza, eran de felicidad. Mi relación con mamá mejoraba, Sam había despertado, Max se independizaba... Todo estaba volviendo a su lugar.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora