Max arqueó una ceja. —¿Y ahí también serás secundario? 

Su tono era de burla. Lo miré sin dar crédito a sus palabras. ¿Qué diablos pasa contigo, Max? 

Las manos de Eric temblaron, molesto, alejó el periódico de Max y se puso de pie lentamente, amenazante.

—Al menos yo si volveré a tocar —devolvió, respirando fuerte, cual toro embravecido—, porque quién va a querer a un maldito inválido. Porque entérate de una buena vez que la Bombilla ya no quiere hacer ningún trato contigo. Ya no le sirves. Ahora yo soy su prioridad.

Intenté gritarle algo a Eric para hacerlo callar, pero Max me detuvo y me pidió no meterme. 

—Sin embargo, Eric, amigo —le respondió—. Tuve que quedarme inválido yo para que tú sobresalieras y, aún así, mírate —Max miró de pies a cabeza a Eric—, vas de relleno a otra banda. 

—¡Eres un idiota! —Eric golpeó la silla—. ¡Te mereces lo que te pasó, imbécil! ¡Lo lamento por el gordo, pero tú, TÚ, MAX SOLATANO,  me das asco! 

Eso último lo dijo mirando con lástima burlona la pierna amputada. 

Max se echó a reír e impidió que sacara a Eric de la habitación. Dijo que quería escuchar todo lo que él quisiera decirle. 

—Descarga toda tu furia, Eric —le pidió, sin inmutarse—. Maldíceme. Golpeame. Pero te advierto que eso no te hará una estrella. Eres patético.

—¡MAX! —le grité, intentando impedir que lastimara a más gente. 

Eric era su amigo. 

—Eres un maldito fracaso esté o no esté yo de por medio —terminó. 

Al igual que Gi, Eric maldijo mil veces a Max y se marchó tras jurar que ahora sería él quien apareciera en primera plana. 

—¡Max Solatano! —exclamé, exigiendo una respuesta. 

Max primero me ignoró y miró concentrado la puerta por la que se marcharon Miranda, Gi y Eric. ¿Qué intentaba hacer? 

—¿Qué tengo que decir para que tú también te marches?  —preguntó, finalmente.

—Yo me voy quedar —dije, cruzando mis brazos sobre mi pecho y esperé a que descargara más de su coraje en mí. 

—Por supuesto que lo harás, también eres patética —empezó, mirándome con rencor—. No tienes nada mejor que hacer, ¿cierto? Te encierras en tu habitación a leer un sin fin de palabras aburridas porque nadie te quiere cerca —No podía creer su crueldad—. Tú eres aburrida. Tu única amiga es Ling y hasta ella prefiere salir con chicos que estar contigo que, por cierto, recordemos... tampoco tienes novio —Oh, no—. Y no tienes porque eres incapaz de iniciar una relación después de que abusaron de ti. 

Eso me golpeó tan fuerte que tuve que dar dos pasos hacia atrás. ¿Cómo podía Max ser tan cruel? 

—¿Estoy tocando fibras sensibles, Suhail? —me pregunto, mirándome con disgusto. Me quería lejos—. ¿Esto es peor que los años de acoso por los que...

Me acerqué a él y también lo abofeteé. Aunque me arrepentí al instante, sin embargo que me disculpara lo enojó más.

—¡No te disculpes! —me gritó, tambaleándose. Temí que cayera de la cama. 

No sabía qué hacer. —Max, yo... 

—Lárgate —me pidió, cerrando sus ojos. 

Y lo iba hacer. Juro que lo iba hacer. Me volví hacia la puerta e intenté caminar hasta ella. Pero algo me detuvo... ver de reojo a Max procurando contener más lágrimas.

—¡VETE! —me gritó, perdiendo aún más el control de si mismo—. ¡NO TE QUIERO CERCA! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO A TI Y A TODOS! ¡LARGO!

Entonces recordé el dolor, enojo y miedo que percibí cuando lo abracé y me senté en la silla cerca de su cama. 

—¿Estás sorda, Suhail? —me preguntó todavía con sus ojos cerrados, firmemente cerrados, y apretando con fuerza sus puños.

—Me voy a quedar —decidí.

Abrió sus ojos. Vi en su expresión que no lo podía creer. 

Una vez más me miró con odio. —¡No! ¡¿Qué haces?! ¡NO!

—Nada que digas me hará marcharme, Max.

Se soltó a llorar con más coraje. —¡Dije que te largues!

—No —repetí en voz baja, pero con decisión. 

Sintiéndome impotente de no poder ayudarle tanto como hubiera querido, al menos no mientras continuara con esa actitud, lo vi golpear el lugar de la cama donde debía estar el resto de su pierna. Le amputaron de la rodilla para abajo. 

—¡LÁRGATE! —gritó, hasta el cansancio, pero lo que hice fue cruzarme de brazos y acomodarme mejor en la silla.

E insistió hasta que el calmante finalmente hizo efecto y, susurrándome más injurias, se quedó dormido. 

No me voy a ir a ningún lugar, Max Solatano. Aquí me voy a quedar. 

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¿Qué tal estuvo el capítulo?

Se vienen muchas sorpresas con Max & Suhail, así que, recomiendo que no asuman nada porque se pueden sorprender :)

Los espero en el grupo de Facebook Tatiana M. Alonzo - Libros y, por si ya no los leo, les deseo un FELIZ AÑO NUEVO 2017. 

Los quiere,

Tati ♥

Tati ♥

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Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora