Todo empeoró cuando empezó a recibir visitas. Al principio me sorprendió que no se negara a recibirlas. En cualquier caso, pronto comprendí por qué decidió mostrarse accesible.

—Hola, Max —lo saludó tímidamente Gi, su novia, sentándose en una silla que acomodó a poca distancia de la cama. 

Para no estorbar, y porque no quería dejar solo a Max, me quedé de pie junto a la ventana de la habitación.

Max no saludó de vuelta a Gi.

—Me enteré de lo que pasó —le dijo ella—. Lo lamento. Mi papá también lo lamenta.

Percibí temor en las palabras de Gi, lo que era totalmente comprensible puesto que ninguno de nosotros tenía claro en qué tono dirigirse a Max.

Max aceptó las flores que ella le llevó y en tono neutro dijo:

—Me enredé contigo para que tu papá nos dejara tocar en su bar —Lo miré sin comprender qué diablos trataba de hacer, pues Gi ahora lo miraba con odio—. Pensaba terminarte una vez consiguiera un contrato discográfico. 

Gi estaba sin palabras.

Max la miró sin una pizca de culpa y continuó hablando: —Eres fea, aburrida y fácil. ¿Qué esperabas?

Ella parpadeó muchas veces y lo abofeteó. —¡Y tú eres imbécil! —le gritó. Max sonrió satisfecho—. ¡Me alegra lo que te pasó, maldito cojo!

La chica estaba tan molesta que tuve que tomarla por los hombros. Gritó un par de obscenidades más y se marchó furiosa de la habitación. 

—¿Qué fue todo eso? —le pregunté a Max, asustada.

Él no me miró. —Afuera está Eric, ¿no? —quiso saber y asentí—. Hazlo pasar, por favor.

Dejo claro que acepté porque consideré que le haría bien hablar con Eric, su amigo de la infancia. Estaba equivocada.

—Max Solatano —lo saludó Eric al entrar. Traía con él un periódico. 

Max miró a Eric de la misma forma que miró a Gi, como si estuviera preparándose para atacar. Empecé a temer lo peor. 

—Que suerte que no ibas en el coche con nosotros —dijo.

—Algo así. 

¿Algo así? Aunque acepto que yo tampoco sabría qué decir. 

Era el turno de Eric para ocupar la silla junto a la cama y mirar las heridas de Max. Puso especial atención en la pierna extirpada.  

—Increíble —bufó, haciendo muecas extrañas—. Aunque sin duda mala hierba nunca muere.

Max asintió, mirando de reojo el periódico que el otro traía en sus manos. No parecía esperar nada bueno. 

—¿Y qué traes ahí? —preguntó. 

—Ah. Un periódico local publicó una nota de la presentación de Raptor —Eric extendió el periódico frente a Max—. Mira que bien te ves en primera plana.

La mirada de Max se oscureció al verse de pie frente a mucha gente con su guitarra en mano. —Sin duda...

Había algo en las palabras de ambos. ¿Resentimiento? ¿Odio? Me dio miedo preguntar.

—Es una lástima que ya no puedas ir de gira —soltó Eric, sin esperar a que Max disparara primero. 

Me empecé a acercar a ambos. 

—Tú tampoco podrás, ¿no? Se acabó Raptor.

Eric rió y se acomodó mejor en la silla. —Oh, yo sí iré, amigo. La Bombilla me hará una audición para entrar a otra banda. 

Max & Suhail ©Where stories live. Discover now