95. Max

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Miré mis puños pensando "¿Qué pasó?". Mi reacción fue... instintiva.

Era casi media noche y yo era el único sentado en la sala de espera de la clínica.

Después de golpeé a Edgar llamé a Bill y él y mamá fueron a buscarnos a mi y a Suhail.
Edgar era menor de edad, pero no su hermano, que fue quien le suministró la sustancia rara que echó a la bebida de Suhail, y tampoco lo eran sus papás, que debían haber estado supervisando la fiesta.
Fue mala suerte para ellos que la madre de Suhail fuera una abogada con influencias.

Y hablando de la madre abogada...
La famosa "Juez Jacquie" llegó a la clínica tres horas después de que Bill le avisó lo sucedido.

La vi entrar y escuché preguntar a las enfermeras dónde estaba Suhail. Pero me molestó no verla lo suficientemente urgida por ver a su hija.

—¿Va a entrar con ese teléfono? —le pregunté cuando pasó a mi lado.

Mi tono de voz hacía notar mi molestia.

—¡Ah, tú aquí! —exclamó ella al verme—. ¿Dónde tienen a Suhail? —me preguntó, poniéndo más atención al aparato en su mano.

—Le pregunté si entrará a ver a Suhail tienendo en su mano ese teléfono —insistí.

Jacqueline me vio sobre el hombro por atreverme a levantarle la voz, pero respondió de buena manera:

—Bueno... Sé que no lo permiten. No voy a contestar. Es sólo que espero un mensaje...

—Además viene tarde —le hice ver.

Ella señaló la puerta de entrada. —Es que el tráfico...

—Pretextos —dije—. Ya deje en paz a Suhail.

Ella cambio el peso de su cuerpo de un lado al otro, viéndose inquieta.

—¿Cómo? —Y le divirtió escucharme decir eso—. Es mi niña.

—La hace sufrir —dije—. Esto, en particular, es su culpa.

—¿Mi culpa?

—¡La molestan! —me quejé, levantando cada vez más mi tono de voz. Jacqueline continuaba sin saber cómo reaccionar. Nadie la había confrontado respecto a Suhail—. La llaman "La hija de la lesbiana". La ridiculizan.

—Mira, cielo, los niños son crueles. Un día se darán cuenta de que...

—¿Y mientras tanto qué? —la interrumpí, cada vez más molesto—. ¡¿QUÉ?!

—Max te llamas, ¿no? —Ella chasqueó su lengua—. Mira...

—Las explicaciones se las debe a Suhail —La volví a interrumpir—. No a mi. A Suhail.

Jacqueline giro sobre sus pies dispuesta a irse, sin embargo se volvió para decir algo más:

—Yo no puedo ocultar quien soy... —intentó justificarse.

No me extrañó. Practicamente le grité "Mala madre" en su cara.

—Es que ése es el problema —le dije, señalándome—. Usted sólo es Yo. Yo. ¡YO! Es egoista. Piense un poco más en Suhail, ¿quiere? La lastima.

Jacqueline parpadeó intentando alejar las lágrimas:

—Pasé muchos años sin pensar en mi...

—Un día Suhail se va a cansar de esperarla —le advertí.

Ella asintió. —Cierto —dijo, triste. Todavía intentando no llorar—. Ya canceló una vez nuestra salida  —suspiró—. Gra... Gracias, Max. Mejor... Mejor entro ya a ver a mi nena.

Max & Suhail ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora