Capítulo 76

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Hayes

Observo la pantalla viendo el nombre de Leah alumbrar la pantalla. Rechazo la llamada y bloqueo el móvil, necesito despejarme y justamente hablar con ella va a hacer estropear las cosas más.
Necesito tranquilidad, estar a solas un pequeño tiempo donde pueda pensar en todo.

Tiro el móvil cayendo encima de la camiseta que antes he tirado en el suelo y sigo golpeando el saco de boxeo dando golpes seguidos sin detenerme.
A parto el sudor de mi frente con el antebrazo y sigo golpeando con fuerza el saco. Joder, esto sienta bien.

Escucho la puerta cerrarse, alguien ha entrado.
Detengo el saco de boxeo y me detengo dándome la vuelta esperando ver a Phil con las cervezas. Pero no es él, es Hannah. ¿Qué cojones hace ella aquí?

—Hola, bebé. Cuánto tiempo sin saber nada de ti, ¿eh? 

Menea las caderas provocativamente hasta llegar donde me encuentro, colocándose en frente de mi y colocando su mano en mi mejilla arrimando su rostro al mío para aplastar sus labios rojizos en mi cara. Me aparto de ella bruscamente limpiándome la cara quitando el exceso de labial rojo que ha dejado sobre mi mejilla.

Hannah ríe con suficiencia. 

—¿Qué cojones haces aquí?
–pregunto dándome la vuelta hacia el saco.

—Nada. Simplemente quería volver a verte y disculparme por mi yo anterior, he hecho bastantes cosas mal y me arrepiento de ellas. Como de joder tu relación con Luna.

Aprieto los dientes y detengo el saco.
Es imposible entrenar con Hannah aquí metida diciendo gilipolleces.

—Es Leah. ¿A que se debe ese "cambio" repentino de arrepentirte y pedir perdón?

—He ido a un psicólogo. Y me ha hecho pensar y aclararme las ideas y quería comenzar de nuevo, ya sabes... desde cero. Y no quiero tener más problemas con nadie.

Rio a carcajadas secas. No me creo ni una sola palabra de mierda que está soltando.

Esta no es Hannah, Hannah nunca se comportaría como ella lo está haciendo ahora mismo.
No pide perdón, no se arrepiente de nada de lo que ha hecho. Es mala y le importa una mierda las cosas. Le conozco suficientemente para saberlo y confirmarlo por mi mismo.

—¿Dónde están las cámaras ocultas? No me creo ni una mierda, Hannah.
–rio.

—Bueno, cree lo que quieras, Hayis.

Detengo el saco cuando siento su mano tocar mi espalda. Giro mi rostro hacia atrás viéndola sonreír y acariciarme la espalda. Esa mente malvada algo está planeando y no me gusta ni un pelo.

El móvil suena y dirijo mi mirada hacia éste apartando la mano de Hannah de mi espalda e inclinándome para agarrar el móvil. De nuevo aparece el nombre de Leah y dos mensajes suyos:

'Podrías al menos contestar mis llamadas.'
Leah, a las 17:15 pm.

'¿Sabes? Vete a la mierda, no me llames, ni me busques. Estoy harta de ti.'
Leah, a las 17:33 pm.

Mierda y más mierda.
Hoy eso es: un día de auténtica mierda.

No contesto el mensaje, bloqueo el móvil y vuelvo a tirarlo encima de la camiseta volviendo a darme la vuelta y seguir con lo que estaba. Pero la mano de Hannah vuelve a impedirmelo, apoyando su pequeña mano en mi pecho.

—¿Por qué la has ignorado? –habla con voz seductora– ¿Acaso hay problemas en el paraíso?
–ríe– siempre supe que ese teatro y estúpido cliché del chico malo que se enamora de la chica buena, nunca iba a funcionar entre vosotros.

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora