Capítulo 28

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El día ha sido demasiado agotador.
Después de que Will y yo nos marcharamos, él se ha ido a su casa y yo a la mía. Tenía cosas por hacer y yo tenía que terminar de guardar y ordenar las pocas cosas que faltaban en las cajas.

Apago la luz del salón, paso por el pasillo y apago la luz de la habitación encendiendo la de la lamparita para no estar totalmente a oscuras. Me acuesto boca arriba, mirando hacia el techo. Cuando de repente, se escucha leves golpes en la puerta principal, pero no es en la mía. Los dejo pasar y sigo intentando dormir, pero los golpes a medida que pasan los minutos se escuchan más fuertes. ¿Que está pasando ahí a fuera?

Frunzo el ceño y arrastro los pies por el suelo hasta llegar a la puerta principal. Quito el pestillo y abro con las llaves, abriendo lentamente la puerta para ver de quién se trata. Veo a un chico, dándome la espalda, una espalda ancha y grande. Tiene una botella de lo que parece ser cerveza en una mano y va vestido de negro por completo, menos su camiseta que es blanca.

Es hayes. Me cruzo de brazos.

—¿Puedes dejar de molestar a mis vecinos?

Hayes se gira hacia atrás.

Al verme, mira de nuevo hacia la puerta que estaba tocando y me mira a mi. Con gesto confundido y el ceño fruncido. Y así por lo menos cinco veces continuas, hasta que asiente con la cabeza y se acerca hacia mí.

—¿Puedo pasar?

Antes de que le pueda contestar, pasa como si fuera su casa. Como si nada.

Abro la boca y suelto un suspiro.
¿Para qué rechistar?

Niego con la cabeza y cierro la puerta detrás de mi.
Giro sobre mis talones y me dirijo hacia el salón donde Hayes se ha sentado en el sofá y esta bebiendo de la botellín de cristal de cerveza.

—¿Qué haces aquí?
–pregunto cruzándome de brazos.

—He estado llamando en todas las puertas. Buscando la tuya, hasta que pensaba que era la de enfrente.
–ríe y da otro trago.

—¿Cuánto has bebido? Y, ¿Por qué has venido aquí?
–repito.


Hayes me mira por unos segundos. Sin pestañear si quiera. Dirige la vista hacia la televisión que está apagada y se lleva la cerveza hacia la boca, otra vez.

—Estoy demasiado borracho para ir a mi casa en coche. Iba a quedarme en casa de Hannah, pero no está. Estará follando con algún tío en vete a saber donde.

¿Hannah? ¿Quién es Hannah?

—¿Está tu noviecito aquí?
–añade y deja la cerveza entre sus manos.

Refunfuño.

¿Cada chico que sea mi amigo ya tiene que ser para él mi novio?

—No, no está porque es mi vecino y mi amigo. Deja de decir que cada chico que pasa es mi novio. Eres insufrible.

Hayes ríe.

Saca un paquete de cigarrillos de su chaqueta, saca uno y lo prende. A pesar de que le he dicho que aquí no se fuma, antes de que sacara uno.

El humo comienza a salir de su boca y del cigarrillo, desvaneciéndose por el aire y dejando olor a tabaco.
Comienzo a toser cuando la nube de éste se acerca hacia mi. Muevo ambas manos moviendo el aire intentando alejarlo de mí.

—Aquí no se fuma. Si vas hacerlo, ve al balcón. Vas a dejar todo esto lleno de maldito olor a cigarro.

Le apunto con el dedo a él y al balcón. Al principio parece que me hace caso, pero se levanta del sofá y su gran cuerpo se acerca hacia mi.

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora