Capítulo 26

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Decido tomar su mano para levantarme del suelo. No voy a estar toda la vida aquí tirada y con los tacones se me hace difícil poder levantarme sin en el intento de doblarme un tobillo y estar escayolada varias semanas.

Me tiro hacia su cuerpo abrazándole, estoy demasiado asustada e incluso temblando. Lo he pasado realmente mal, no le deseo a nadie pasar por una situación similar. Es horrible. Me siento sucia y asqueada. Sus manos han tocado todo mi cuerpo.

Le abrazo con fuerza mientas que lágrimas siguen cayendo. No puedo dejar de llorar. Él acaricia mi espalda con su mano, sin hablar, en total silencio.

—Gracias.
–musito apartándome las lágrimas y separándome de él.

No dice nada, ni un: 'de nada' ni absolutamente nada.

Me fijo en su rostro, sólamente tiene el labio partido y un moratón que está tomando un ligero color morado en el ojo. Pero no tiene sangre cayendo a chorros como el pobre de Will.

Empieza a andar dándome la espalda, como minutos antes ha hecho Will. Escucho como rebusca entre su chaqueta de cuero y después escucho el ruido de un mechero. Segundos después humo blancuzco sale fundiéndose con el aire fresco.

—¿Te vas a quedar ahí?
–pregunta desde bastantes metros.

No le contesto.No sé a que se refiere, si me voy a ir o si él me va a llevar.

No da explicaciones nunca, nunca habla de lo que realmente tiene que hablar. Se mantiene callado, frío y metido en la oscuridad. Como si fuera un acertijo imposible de resolver, de descifrar. Y creo, que nadie nunca lo ha hecho todavía. Es un misterio.

Se gira hacia atrás, con el cigarrillo entre sus labios carnosos. Su mirada intimidante se clava en mi, esperando una respuesta de mi parte.

—¿Piensas quedarte ahí a dormir? Si es así, dímelo y puedo marcharme.

Claro que no va a decir: ¿Quieres que te lleve a casa? Amablemente.
Esa es su manera de decir que va a llevarme, sin preguntarme si quiera si yo quiero que él me lleve.
Pero supongo que no hay nadie más que lo haga, es tarde, las cuatro de la madrugada, y no voy a molestar a Adi a estas horas de la noche para que venga a por mi. Ni mucho menos pienso quedarme aquí después de haber pasado esa horrible escena.

Estoy más calmada. Las lágrimas ya no caen por mis mejillas y estoy algo aliviada.

Niego varias veces con la cabeza y comienzo a andar hacia donde él se encuentra. Una vez que llego a su lado, sigue fumando y caminando hasta que llegamos a su coche.

—Entra.
–ordena.

Abre la puerta y se sienta en el asiento de conductor, cerrando de un fuerte portazo y arrrancando el motor.

Oh Leah, ¿te pensabas que te iba abrir la puerta como todo un caballero de una novela romántica?

Claro que no.

Suelto un soplido y abro la puerta deslizándome en el asiento del copiloto y cerrando la puerta detrás de mi. Pone el seguro y arranca el coche.

 Pone el seguro y arranca el coche

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