Capítulo 70

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Arrastro los pies hasta llegar a la puerta principal y al abrirla, aparece Hayes.

No me esperaba que fuera él, pensaba que seria Adi o Cathy ya que me dijeron que iba a venir hoy a casa.

Hayes lleva puesta una gorra hacia atrás, con unas gafas negras. Me fijo en su rostro y veo un corte arriba de su pómulo, algunos rasguños en su rostro y un corte en su mejilla.
Frunzo el ceño y acerco mi mano hacia su mejilla pasando mis dedos por la herida, cuando Hayes emite un gemido de dolor. ¿Por qué está así?

—¿Qué son esas heridas?
–pregunto.

Se encoje de hombros y me rodea la cintura elevandome del suelo y abrazándome. Hundiendo su rostro en la curva de mi cuello y susurrando en mi oído un: Te quiero.
Me deja de nuevo en el suelo y acuna mi rostro entre sus manos aplastando después sus labios sobre los míos en un beso demasiado tierno, con demasiada ternura para venir de parte suya.

Hayes se aparta las gafas y se las cuelga del cuello de la camiseta y puedo ver su rostro mejor. Y veo que aparte del corte en su mejilla y los rasguños también tiene más de estos por el pómulo derecho y un corte en una de sus cejas.

—Respóndeme a la pregunta de antes. ¿Qué son estas heridas? ¿Qué te ha pasado?

Hayes me mira varios segundos y frunce el ceño como si la pregunta le hubiese molestado.

Camina por mi lado hasta llegar al sofá y se sienta en el, resbucando en su bolsillo y sacando un cigarro para después prenderlo.

—Una pelea, nada más. ¿Qué importa?

—Me importa, a mi me importa.

Camino hacia él y agarro su rostro entre mis manos mirándole directamente a los ojos y haciendo que el también me mire.

—¿Quién te ha hecho esto?
–pregunto analizando su rostro.

—Ya te lo dije, fue una maldita pelea y caída. No hay nada más de eso.

Su tono se endurece y da una calada al cigarrillo, dejando un rastro de humo por el aire. Toso y lo aparto con la mano.

—No me gusta verte así.
–murmuro sentándome a un lado suyo.

Inclina y dobla la cabeza mirándome.
Sus labios carnosos están medio abiertos expulsando el humo, sus ojos están puestos sobre los míos y su ceño está fruncido. Miro sus labios por cinco segundos y devuelvo mi mirada a la suya.

—No te preocupes, esto no es nada grave. He estado en peores circunstancias.
–habla con voz extremadamente ronca.

Asiento con la cabeza no muy convencida, pero no quiero hacerle más preguntas y terminar es una discusión. Me quedo callada, en total silencio.

Hayes apaga el cigarrillo con los dedos y lo deja sobre la mesa una vez apagado. Expulsa el humo por la nariz y me mira de nuevo inclinándose hacia mi y agarrando mi rostro con su mano.

—No puedo mentirte.
–habla de repente.

—¿De qué hablas?

Ahora mismo estoy confusa. ¿No puede mentirme en qué o con qué?

—Las noticias que ayer me dijiste, las que habían hecho volar una de las plantas del casino... –asiento con la cabeza confundida– bueno, fuímos los demás y yo.

¿Qué? Ahora mismo no entiendo nada..
¿Por qué harían algo así?

—No matamos a nadie.. solo a algunas cuántas personas. Bueno, mejor dicho; eran escoria humana. Querían atacarnos y nosotros lo hicimos antes.

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora