Capítulo 6

50.9K 2.6K 265
                                    


Cuando Hayes me suelta y toco el suelo parece que hace años que no lo toco ya que una pierna se me ha dormido y no la siento. Me tambaleo hacia un lado y Hayes me ayuda, tomándome de la cintura y ayudándome a recomponerme.

Miro hacia todo mi alrededor. Sólamente hay coches a lo lejos de donde nosotros nos encontramos.
He estado diez malditos minutos en su hombro, él andando, para llegar a un maldito descampado/aparcamiento.

¿Acaso piensa matarme? ¿Va a venderme a una mafia? Creo que contestarle mal y sarcásticamente no ha sido del todo correcto.

Tengo miedo.

No le conozco de nada y puede hacerme cualquier cosa. Y no olvidar, que no tiene pinta de amigable. Y no lo digo porque esté lleno de tatuajes, eso es lo de menos.

—LLeváme de vuelta. No quiero estar aquí.
–digo buscando su mirada.

Hayes me mira con una ceja alzada.
Niega con la cabeza.

—No vas a irte de aquí.
–dice sin un tono de gracia en la voz.

Vale, estoy asustada. Bastante.

Siento como mis ojos comienzan a picar, siento ganas de llorar por el miedo que me causa estar en este lugar. Quiero marcharme lejos ahora mismo, quiero huír.

¿Por qué no he gritado o he intentado quitarme su agarre aunque fuese algo imposible?

Soy tonta. Tenía que haber hecho algo. Yo no tendría que estar aquí con el. Me tiemblan las piernas, mi corazón late demasiado rápido y tengo ganas de llorar.

—¡No te he hecho nada! Lo siento si me he comportado mal contigo y te he contestado mal, pero por favor déjame marcharme, no me mates ni me hagas nada raro.. por favor...

Me dejo caer al suelo del aparcamiento de rodillas, suplicándole que me deje marcharme y que no me mate. Es un momento patético y vergonzoso, pero mejor eso que perder mi vida.

Él me mira desde arriba y ríe.

¿Por qué se está riendo?
No entiendo nada.

Tiende su brazo y abre la palma de su mano ofreciéndomela. Extrañada, estiro mi mano hacia la suya y la tomo colocandome de pie nuevamente.

—¿Piensas que voy a matarte? –ríe– no voy hacerlo. Tampoco voy a vender tus órganos al mercado negro ni nada de lo que estes pensando.

—¿Entonces por qué me has traído hasta aquí?
–pregunto confundida.

Hayes ríe.

—Quería joder y distraerte. Y también que me ayudes con algo.

Alzo una ceja y me cruzo de brazos.

¿Para eso me lleva a un lugar casi en la nada, para simplemente "joder"?

Este tipo no esta bien.
Y aunque diga que no me va a hacer nada, no me fio, no me fio de él ni de éste lugar al que me ha traído. Quiero volver y quiero irme lejos de él.

—¿A qué?
–pregunto confundida.

—Necesito que seas mi cómplice y que me ayudes con algo. Necesito que me ayudes con un cadaver.

¿Con un qué?

Noto como el color de mi piel se disipa. Mis ojos se abren demasiado y mi boca se abre de la misma manera secándose.

¿No lo estará diciendo enserio?
No puede ser, tiene que ser una broma.

—Ven, ayúdame a sacarlo.

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora