Capítulo 10

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Hayes

Veo a la rubia salir junto con su noviecito. Sé que no lo son y se que ese tío solo quiere follarsela.
Como yo, como todos. Una noche sólamente. No lo culpo, está bien. Pero yo quiero hacerlo primero y ese tio no se me va adelantar.

No me gusta, ni siento ningún sentimiento por ella.
Pero cuando quiero algo lo consigo, y la quiero a ella. No va a ser la excepción.

—¿Como ves tú la oficina? ¿Trabajarías para Albert Crussoe?

Dejo la copa de nuevo en la mesa.
Le miro y niego.

No pienso trabajar para él. Tengo el suficiente dinero para hacer lo que se me antoje. No pienso estar trabajando para un tío y bajo sus órdenes y estar dispuesto y disponible para él las veinticuatro horas del día. Paso totalmente. No es lo mío.

Nathan me mira y eleva las cejas.

—No. Solo he venido a esta reunión porque me obligaron a venir. Créeme, que no me hace falta trabajar para ninguna oficina cutre.

Jeff me mira frunciendo el ceño. Su rostro se torna en un color rojo por la ira. Me hace gracia.

—Jeff, lo siento tío, pero no voy a gastar dinero en gilipolleces.
–digo mirando en su dirección.

—¿Gilipolleces? ¿Te estás escuchando? Con este maldito trabajo vas a tener el doble de lo que tienes ahora en el banco. ¡Vas a ser millonario!
–dice con la vena en su frente marcada.

Ruedo los ojos.

He estado toda mi vida viviendo sin un solo centavo. No creo que por unos cuántos dólares menos me vaya a morir por ello.

Menuda gilipollez.

—Déjalo Jeff, es solo un niñato rebelde, que se piensa que por tener la piel teñida de tinta y andar con un coche de lujo, es millonario. Déjeme decirle, señor Maslow, que se equivoca. La vida no es así.

—El chico tiene razón, si no quiere, dejadlo tranquilo. Tendrá sus razones, no tenéis por qué agobiarle con esto. Es jóven, cuando madure tomará decisiones que le sirvan para llevar la vida.
–dice otro señor.

Jeff le mira con el ceño fruncido y cara de pocos amigos. Como si con ese comentario le hubiera jodido su intento de convencerme y entre todos convencerme para trabajar en la maldito oficina de mierda.

—Te estás equivocando. Con este trabajo puedes ganar el doble de dinero de lo que ya tenga en el banco.
–dice Jeff con su mirada clavada en mí y su dedo índice apuntándome.

—No voy a cambiar de opinión. Más adelante, se hablará. Me tengo que ir.


Busco las llaves del coche en el bolsillo de mi pantalón y al encontrarlas, le hago una seña a Nathan quien se levanta y me sigue.

Necesito un rato de descanso. Y yo sé a que me refiero con eso.

Estar con viejos amargados que sólamente tienen en mente ganar dinero y hacer negocios con el primero que les vaya bien, me ha cabreado.

Por cojones quieren meterme en ese trabajo.
Intentan meterme ideas absurdas con que voy a ganar mucho más dinero, que voy a ser rico y mierdas así. Pero todos sabemos que luego todo es diferente y sinceramente, paso de estar sometido a un trabajo que consume mi tiempo y luego son falsas promesas y no llegas ni a mil dólares al fin de mes.

Prefiero seguir en lo mío, haciendo lo que me da la gana y disfrutando de la vida a mi manera.

[...]

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