Capítulo 4

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Las cosas ya están empaquetadas para la semana que viene. Aún faltan bastantes días pero es mejor tener todo listo, no quiero que me pase como siempre y dejar todas las cosas a última hora como siempre suele pasarme.

Adi me ha invitado a su casa a ver unas películas. Tristan irá después ya que en la noche se van juntos de fiesta. Y como no tengo nada que hacer, no me ha parecido mala idea.

El ascensor se detiene al llegar a la planta donde vive Adi. Salgo del ascensor y ando hacia la puerta de la casa de Adi, cuando una de las puertas a una poca distancia se abre y un nudo se forma en mi estómago al ver al chico que acaba de salir y al cual reconozco perfectamente. Trago en seco.

Nunca me podría imaginar verlo aquí, de hecho, las veces que he venido aquí nunca le he visto.
Gira su rostro y nuestras miradas en este momento se cruzan. Me mira serio, con esa mirada penetrante e intimidante. Trago saliva y camino hacia la puerta rápidamente huyendo, pero escucho un silbido salir de su parte y después le escucho hablar.

—Eh, rubia.

¿Me ha dicho a mi?

Pues claro que me ha dicho a mi, no hay nadie más en el rellano.

Doy un paso hacia fuera y le miro fijamente.
Elevo el brazo, abro mi mano y saco mi dedo de en medio.

Lo único que vuelvo a escuchar es una gran carcajada por su parte. Y sin más, entro a la casa de Adi cerrando la puerta tras de mi.

[...]

Los tres salimos de casa de Adi.
Ellos hablan de algún tema que desconozco porque no les estoy prestando atención, estoy pensando en cosas mías.

Llegamos al ascensor donde esperamos a que éste suba a la quinta planta. Noto la presencia de alguien llegar hacia nosotros y colocarse detrás nuestra y siento la necesidad de mirar hacia atrás para ver de quién se trata.

Pero, mal hecho, es él nuevamente.

¿Acaso estaba esperando a que saliera de casa de Adi para encontrarse conmigo otra vez? Porque de verdad que parece eso.

Las puertas se abren y entramos los cuatro.
El ascensor no es que sea muy grande, lo que quiere decir, que estamos todos apretujados uno con los otros, literalmente.

El brazo de Hayes roza parte de mi brazo y cabeza y puedo ver de reojo una sonrisa de suficiencia en su rostro. Es bastante alto, tanto que me saca como casi dos cabezas, para poder mirarlo tengo que levantar la cabeza.

Un silencio inunda el ascensor el minuto que estamos bajando, hasta llegar a la planta baja donde salimos de ese ascensor diminuto.
Tristan y Adi están delante nuestro, lo que significa que ellos han salido antes que nosotros del ascensor.

¡Santa mierda!

—Ese gesto de antes no me ha gustado, podrías haberme saludado.
–dice elevando una ceja.

—No te conozco –murmuro saliendo del ascensor– no tengo por qué hacerlo.

—Ni vas hacerlo.
–es lo último que dice antes de salir por el portal.

¿Qué?

Claro que no quiero hacerlo, pero ha sonado bastante cortante de su parte. Que es bipolar lo tengo cada vez más claro, aunque no le conozca menos de haberlo visto dos veces en toda mi vida.

Adi llega a mi lado y pasa su brazo por encima de mis hombros atrayéndome hacia él. Tristan se coloca a nuestro lado.

—¿Lo conoces?
–me pregunta Adi refiriéndose a Hayes.

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora