Capítulo 49

34.1K 1.7K 99
                                    


Abro la puerta y dejo escapar un leve suspiro de cansancio, por fin estoy en casa después de una largo día.

Siento algo posarse encima de hombro y ahogo un grito que no sale porque una mano se ha puesto en mi boca de inmediato callándome.

—¿Me echabas de menos?
–murmura esa voz ronca en mi oído.

Me giro con rapidez al escuchar la voz de Hayes y sonrío ampliamente. Rodeando su cuello con mis brazos y él ríe elevandome por la cintura en el aire.
Nuestros labios se juntan y siento estar nuevamente en el paraíso. Hace tres días que no le veo y le echaba bastante de menos.

—¿Dónde te habías metido? Te he echado mucho de menos..

Hayes me deja en el suelo y cierra la puerta cuando entra al interior de la casa.

Rebusca algo entre su pantalón y saca un cigarrillo y un mechero, colocándoselo entre sus labios.
Sabe que me gusta que no fume en casa, ni que tampoco fume.

—Tenía demasiado trabajo.
–se encoje de hombros.

Ruedo los ojos y camino hacia la habitación para dejar el bolso encima de la cama y quitarme los zapatos.

Cuando me giro para salir, veo el cuerpo de Hayes apoyado en el marco con un brazo subido y apoyado en este. Con el cigarro prendido en sus labios y una sonrisa de malicia en sus carnosos labios.
Me mira con mirada deseosa y sé ahora mismo en lo que está pasando por su mente.

—A penas me llamaste, sólamente algunos mensajes.

Le he echado de menos, pero estoy molesta con él también.
A penas me ha llamado estos tres días que ha estado lejos, sólamente me envió el segundo día un mensaje demasiado frío. Ni una llamada para decirme que está trabajando, o de viaje, o lo que fuese. Eso me ha molestado bastante, para qué mentir.

Da un paso hacia delante.
Expulsa el humo por la boca y da otra calada más y otro paso quedando en frente mio. Me mira a los ojos, extrañaba ver su mirada grisácea y sentir miles de mariposas en mi estómago. Pero eso no va a impedir que no esté enfadada.

—Vamos nena, no te enfades. Sabes que te quiero une importas ¿verdad?

Se acerca a mi y alza una mano hacia mi rostro, acariciándome con los nudillos raspados mi mejilla.

Frunzo el ceño y agarro su mano mirándole los nudillos, los tiene raspados y sangre seca en ellos.

—Tienes que dejar de golpear cada cosa que veas cada vez que estes cabreado, al final te vas a quedar sin nudillos... no los dejas cicatrizar.

Odia que le eche el sermón sobre que no debe de golpear y hacerse polvo los nudillos.
Pero de verdad, odio que lo haga y ver su mano siempre golpeada por sus ataques de furia e ira, o cuando tiene alguna pelea clandestina.
Me parecen absurdas.

—Eso no importa –agarra con su mano libre mis caderas pegándome a él– te he echado de menos.

Su voz ronca, susurrante y malditamente sexy habla cerca de mis labios causándome escalofríos cuando su respiración y aliento choca contra mi boca.

Él sabe lo que produce en mí y sonríe con suficiencia por ello.

Se separa de mi apartando el cigarrillo ya consumido. Se moja el dedo índice y pulgar con la lengua y los acerca hacia el cigarro apagándolo.
Me pregunto cuántas veces ha hecho eso, ya que parece que ha sido como si no notara nada.

Vuelve a acercarse y ahora me toma por el mentón alzando mi rostro hacia él. Sus manos se dirigen hacia mis caderas adhiriendo mi cuerpo al suyo y su boca roza la mía besándome intensamente. Con pasión y deseo. Ambos nos dejamos llevar por la pasión, el amor y el momento. Todo queda entre nosotros y nuestra burbuja que nos invade del resto del mundo. Le quiero demasiado.

[...]

Siento unos besos por mi hombro.
Abro los ojos lentamente y pestañeo varias veces, giro mi cabeza hacia un lado y veo el rostro de Hayes apoyado en mi hombro dejándo besos por el.
Ahora está mirandome y sonriendo, amo cuando sonríe.

—Buenas tardes, enana.
–murmura contra mi oído.

—¿Qué hora es?
–pregunto levantándome y quedándome sentada en el colchón.

Agarro la sábana blanca tapándome hasta el pecho. Hayes está a un lado mio, con su boca pegada a mi cuello repartiendo besos por esa zona. Sintiendo miles de cosquilleos en mi estómago y por todo mi cuerpo.

Creo, que nunca dejaré de sentir ese hormigueo y mariposas en mi estómago.

—Mmm.. no lo sé –beso– creo que las siete.. –otro beso– ¿tienes que ir a algún lado?

Su mano toma mi rostro y aparta su boca de la zona de mi cuello. Sus ojos encuentran los míos, esa mirada penetrante e intimidante tan suya.. pero que ahora me enamora y me saca una sonrisa tímida de los labios. No puedo aunque quiera apartar la mirada de sus ojos.

—No, es demasiado tarde.. esta noche no vamos a poder dormir.

La mente sucia de Hayes está pensando en algo sucio por su sonrisa maliciosa. Conozco esa sonrisa perfectamente.

—No tenemos por qué dormir esta noche. Podemos hacer cosas mejores... ¿no te parece, nena?

Su mano viaja hacia mi cintura, pasando por mi abdomen e intenta bajarla pero lo detengo y niego con la cabeza.

—¿Cómo qué?

Hayes vuelve a sonreír con esa sonrisa de malicia.

—Cómo.. ir a cenar juntos, quiero invitarte como hacen las parejas normales. ¿No? Si no quieres.. podemos hacer otra cosa..

Me esperaba otra cosa, es tan sucio y tan mente pervertida que pensaba que estaba pensando en eso.

Esa sonrisa de malicia se ha marchado y ahora queda una llena de nerviosismo. Su mano se ha ido a su nuca, la cuál la está frotando. Rio por su repentino nerviosismo y niego con la cabeza otra vez.

—Tranquilo, está bien, muy bien –sonrío– me parece buena idea, amor.

Veo como las mejillas de Hayes, por primera vez se le ponen algo rojitas. Pero después frunce el ceño y se levanta de la cama sin decir nada, con el rostro serio y cara de pocos amigos.

¿Qué le pasa ahora? Parece que le ha molestado que le diga amor, o se ha acordado de algo.

Agarra la ropa del suelo de malas maneras y se viste espaldas a mi y una vez vestido sale fuera de la habitación. ¿Ya va a irse?

—¡Espera, Hayes!
–grito levantándome de la cama y tapando mi cuerpo con la sábana.

Ando fuera de la habitación descalza. Le veo en la puerta principal marchándose, pero llego hacia ésta y lo agarro del brazo deteniendolo. Se detiene en seco en el umbral de la puerta, no se gira, no me mira.

—Paso a por ti a las diez.
–dice serio.

Sin más, se suelta de mi agarre y empieza a andar hacia el ascensor sin decir nada más, dejándome sola y sin saber por qué se marcha de esa manera.

¿He hecho algo mal?

Solo espero que esta noche esté diferente. Cierro la puerta y dejo escapar un suspiro, apoyándome en la puerta.














¡Holaaa chicxs! :)

Un capítulo algo corto, perdón.
Los próximos serán mas largos.

Pregunta;

¿Por qué Hayes habrá reaccionado de esa manera? ¿le habrá molestado o recordado a algo o, alguien? Mm.. Lo sabremos prontito.

Comentad como siempre os digo, que os leo y a veces respondo cuando puedo :)

¡Nos leemooos!
❤❤❤❤❤

Mi Instagram:
@Neferktiti

Destruyeme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora