Capítulo 7

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Hayes

—¿Acaso estás celoso?

Exploto en carcajadas.
Es de gilipollas creer que estoy celoso por una niñata de dieciocho años y de su noviecito.

—¿En serio te crees que me importas lo más mínimo como para ponerme celoso de tú novio? –suelto otra carcajada– no te emociones niña, sólamente quería distraerte para que mis colegas piensen que te he follado. Era una apuesta, ¿sabes?. Obviamente no iba a follar contigo, aunque no lo parezca, respeto a la gente que tiene pareja.

Puedo notar como mis palabras le han dolido.
Se le nota por la forma de que sus ojos se han puesto cristalinos y como ahora mismo está pensando en mil y una palabras para atacarme con alguna gilipollez para hacerme daño.

Rio.

—Eres un gilipollas.
–dice entre dientes con el ceño ligeramente fruncido.

Suelto una carcajada por su insignificante insulto. Se da la vuelta y empieza a andar hacia la casa nuevamente.

Era verdad lo de la apuesta.
Connor y Rick me habían retado a que me la follara y si ganaba me pagaban una barra de bebidas para mi solo y había dinero de por medio. Y acepté.

No es una maldita apuesta que te dan un cierto tiempo limitado para tirarte a alguna tía virgen, era en este momento. Por lo tanto, he tenido que hacer tiempo llevándomela a tomar por culo y hacerles creer que de verdad me la he tirado. No lo he hecho porque tiene novio y porque es alguien inocente y no quiero hacerle daño y que se enamore de mí.

[...]

—Me debes barra de bebida gratis.
–digo sentándome en el sofá en frente de Ander.

—¿De verdad te la has tirado? –ríe– parece de las típicas tías estrechas.

Abro la chapa de la cerveza y doy un trago mirándole.

—No es lo que parecía ser –dejo caer los hombros– una apuesta es una apuesta.

Es bastante obvio que no voy a decir que no me la follé. Perdería la barra de alcohol libre.

—¿Te pagó Frank?
–pregunta Rick.

Asiento con la cabeza.

Saco la cajetilla de cigarros y prendo uno. Busco entre el bolsillo interior de la chaqueta el fajo de billetes y los tiro a la mesa.

—Están los quinientos mil dólares. Lo conté ayer.

Doy una calada y expulso el humo lentamente.

—¿Y la mercancía?

Tomo la bolsa blanca que minutos antes había dejado sobre el suelo y hago lo mismo que con el fajo de billetes.

—Todo vuestro. No quiero saber nada de eso.

No me va el tema de vender droga. De eso se encargan Connor y Rick, ellos manejan ese tema.

Yo solamente hago peleas y carreras ilegales.
Me gano la vida con ello y es algo que me gusta hacer aunque no lo suelo hacer todos los días. Las peleas suelen ser una o dos cada mes. A veces, suelen ser tres meses seguidos sin que me llamen para hacer una. Tampoco es que me dedique a ello profesionalmente ni nada de eso. Pero pagan bien.

Así que, tengo que hacer otra cosa como las carreras. De cierto modo es más bien un hobbie, una manera de desahogarme cuando estoy cabreado, disfruto corriendo y  sintiendo la  adrenalina en el cuerpo. Cuanto más peligroso es, más lo disfruto y más si gano. También pagan una buena pasta por ello.

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