Mi primer día de clases

21.1K 917 27
                                    

Había sido increíble la súbita desaparición.

¡Los héroes se podían teletransportar!  ¿Cómo lo hacían? ¿Podían ir a cualquier lado? …

Miles de preguntas sin respuesta se amontonaban en mi cabeza, pero solo una resalto sobre las demás lo que genero una nueva oleada de preguntas. 

¿Qué quería decir Yaboth con “si te vuelves a teletransportar puedes morir”? ¿Ya lo había hecho? ¿Cuándo? ¿Como? Y mientras las decenas de preguntas daban vueltas por mi cabeza, un pequeño pensamiento emergió, uno que entre tantos sucesos había pasado desapercibido.

¡Aura seguía con vida!

La adrenalina empezó a recorrer mi cuerpo <Aura seguía viva> no me lo podía creer ¿Cómo se me había pasado? ¿Dónde estaba?  Tenia que saber más, la tenia que encontrar.

― Échate esto ― me interrumpió Yaboth quebrando un pequeño frasco sobre mi cabeza ― ahora  ya no tenemos que bañarnos ― agrego rompiendo otro frasco sobre su hombro derecho.

― ¿Que sabes sobre mi hermana? ― le grite a Yaboth lanzándome sobre el. ― Tienes que decírmelo, por favor, tienes que decírmelo…

Le grite una y otra vez pero no me veía a la cara, sus ojos se encontraban perdidos ¡no me quería decir! ¿Por qué? ¿No éramos amigos?

Deje de ejercer presión, no había reaccionado de la forma correcta pero me había sorprendido de sobremanera la reacción de Yaboth. Su semblante alegre se había transformado en uno sombrío y triste.

Me sentí traicionado, Yaboth aprovecho la oportunidad para zafarse.

―Vámonos, que no se cuanto nos demoremos caminando hasta el salón― gritó Yaboth, con su espíritu alegre convencional.

―Yaboth, necesito saberlo ― le suplique. Su faz se torno lúgubre ― Pre… pregúntale a Sora cuando salgamos de clases.

Abrió la puerta y salió. Lo seguí sin pensarlo, la luz me cegó durante unos segundos y cuando por fin pude ver me quede maravillado con la majestuosidad de la academia.  Desde el quinto piso la vista era increíble, mi cuarto quedaba en el extremo sur del edificio de los dormitorios, que ocupaban la posición central de la academia.

Desde ahí veía de frente al increíble castillo que se imponía sublime sobre las demás estructuras; a mi derecha: uno de los rascacielos que había visto al llegar, un enorme restaurante y un gran parque; y a mi izquierda: una gran bodega junto a lo que supuse era un colosal campo de “deporte”, casi le acierto.

―Asombroso ¿no? Ya tendrás tiempo para conocerlo todo… acuérdate que tienes que caminar ― empezó a reír Yaboth.

Lo que no me molesto en lo más mínimo, había caminado durante toda mi vida y hasta había momentos en los que llegaba a disfrutarlo. Y viendo lo increíble que era la academia podía fácilmente asumir que caminar en ella seria increíble.

De pronto el Rekan de Yaboth empezó a pitar y a emitir pulsaciones de color rojizo.

― ¡Tenemos que correr, vamos a llegar tarde! ― gritó Yaboth mientras empezaba a bajar las escaleras a toda velocidad.

Lo perseguí con toda la rapidez que pude pero cada vez me cogía más ventaja y para cuando llegue al primer piso no lo encontré. Mire a mi alrededor, todo se encontraba vacío y no había rastro  del camino que había tomado.

Intente llamarlo una vez, nadie respondió, volví a gritar su nombre y cuando ya me preparaba para llamarlo por tercera vez, apareció frente a mí en un resplandor multicolor.

― ¡Vamos! es en el castillo, te estaba haciendo señas ― aseguro Yaboth mientras me empezaba a empujar con gran fuerza.

No pude resistirme, empecé a correr y de pronto alcance una velocidad inhumana. Atravesamos el camino que unía los dormitorios con el castillo en pocos segundos, nos adentramos varios pasos por uno de sus corredores y empezamos a subir escaleras, cruzar pasillos y diferentes secciones del lugar que por la rapidez con la que avanzábamos no alcance a contemplar. Y cuando ya me encontraba totalmente perdido en el inmenso laberinto que era aquel castillo, llegamos a una enorme puerta de roble, con bisagras que parecían vivas, y una cerradura y  picaporte de plata resplandeciente.

La puerta se abrió sola y frente a nosotros apareció un salón de aspecto rudimentario pero que conservaba la misma estructura que el primer salón en el que aparecí.

― Yaboth otra vez tarde ― gritó furiosa la mujer que se encontraba  en el pequeño podio.

― Tranquila, tranquila que esta vez tengo una escusa valida ― le respondió risueño el acusado. Y de inmediato me empujo dentro del salón. ― estaba ayudando a mi querido amigo a llegar, pues veras: él no se puede teletransportar como todos nosotros― declamo con todo el respeto que pudo el irreverente estudiante.

Un sonido de asombro hizo eco en todo el salón y abría continuado de no haberse cerrado la puerta de manera brusca.

― Sigan siéntense ― indico la señora haciendo un gesto con sus manos.

― ¡Malva! Si hablas te saco de clase ― gritó la mujer mientras nos sentábamos.

Yaboth a quien se había referido  de manera despectiva (por ser de una raza “impura”, de ojos morados) se limito a un si, si, si como usted diga.

― Tu Necvir (no héroe) ¿Cómo te llamas? ― pregunto de forma inquisidora la profesora.

―Mmm… e… Laxus señora ― le respondí con miedo.

 ― Yo soy Gruttebel Pralefur, la profesora de Krealogía (criaturas) sácale el provecho que puedas a mi clase―

Leyendas de héroesOnde as histórias ganham vida. Descobre agora