84 - Cumpleaños de Gema.

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Gema, la amiga de Max, lo invitó a su casa de playa para que asistiera a su cumpleaños. A mí también me invitó con una esplendorosa sonrisa. "Ni se te ocurra faltar, Caramel, o me molestaré contigo", dijo segura de que yo buscaría una excusa para negarme, porque ella sabía que no me gustaban los alborotados amigos de su enamorado Estefan. Recordé la felicidad de gema cada vez que contaba en cuenta regresiva la fecha de su cumpleaños. No quise desairar los deseos de la cumpleañera, por eso asentí a su invitación.

Me encontré con Max en la agencia de modelos para irnos a la casa de playa de Gema. Estefan, el enamorado de Gema, se ofreció a llevarnos en su llamativo auto rojo. Viajamos a toda velocidad por una vía rápida hasta que llegamos a una gran casa que solo había visto en las películas.

"Son libres de embriagarse hasta morir", nos dijo Estefan cuando bajamos de su auto. Él se apresuró en acercarse a un grupo de muchachos que montaban instrumentos musicales en una plataforma a una distancia prudente de la piscina. Los reconocí. Eran los amigos de Estefan.
Ninoshka, la chica de cabello rebelde multicolor y de ceñidas prendas nada recatadas, dejó de jugas con sus baquetas cuando nos vio. Ella se apresuró en acercarse a Max y a mí. Nos saludó con un sonoro beso en la mejilla con sus labios color carmín intenso, y de inmediato regresó con sus amigos músicos. Me restregué la cara cuando vi a Max, porque comprendí que Ninoshka también me había manchado la mejilla con su labial rojo. A Max no importó la huella del beso a pesar de recriminarle.

Gema nos miró incomoda. Se acercó a Max y le restregó una servilleta en la mejilla con un poco de repulsión. "Max, quítate el labial de esa zorra", le dijo Gema bajito para que no la escucharán. Me di cuenta que a Gema no le agradaba Ninoshka, pero trataba de sobrellevar su desagrado solo porque Estefan era su amiga e integrante de su banda.

"Trajeron ropa de baño, ¿verdad?", nos preguntó Gema después de regresar de su habitación. Ella llevaba puesto un bikini. No era la única. Las chicas, amigas de Gema, también se pusieron sus trajes de baño, pero no solo ellas, ya que los chicos también se mudaron de ropa. Gema nos ofreció trajes de baño, pero como yo no sabía nadar, decidí aceptar un conjunto ligero. Max sabía nadar muy bien, por eso se puso un cómodo traje de baño y no perdió el tiempo en meterse a la piscina para nadar junto a Pilar y a sus amigas.

No iba a pedirle a Max que se quedará conmigo en un rincón aburrido para él. Max me miraba desde la piscina mientras unas chicas trataban de iniciar una amistad con él. No me quejé, pero un incómodo cosquilleo recorrió todo mi cuerpo cuando vi a las chicas divertirse junto él. Pensé que debería pedirle a papa que me inscribiera en clases de natación con urgencia. No era el momento para quejarme, así que traté de concentrarme en otra cosa que no fueran las risas que provenían de la piscina.

Miré a mí alrededor. El número de asistentes fue aumentando, y tarde fue muriendo, pero los invitados continuaron chapoteando en las aguas de la piscina. "Caramel, ponte el traje que Gema te prestó. Al menos moja tus pies", me dijo Max derramando en mi cabello un chorro de agua que trajo en las palmas de sus manos. Me negué. Max volvió a ser acaparado por las mismas chicas de la piscina.

La banda de Estefan tocó desde temprano. Muchos bailaron y bebieron alrededor de la banda. Pilar se acercó meneando las caderas, me dio un vaso de pisco sour, que no rechacé, y se fue a coquetearle al bajista con sus movimientos para tratar de impresionarlo con su sensualidad femenina. Poco después la banda dejó de tocar para disfrutar la fiesta.

Miré en dirección a la casa, luego en dirección a Max, a gema y a Pilar. Todos se estaban divirtiéndo, todo el ruido era diversión para ellos. Bebí un poco del pisco y dejé el vaso sobre una de las barras donde no había espacio ninguno más.

Caminé en dirección a la casa. Habían algunas parejas, otros simplemente conversando con sus vasos llenos de bebida. Nadie me notó. Caminé hacia las escaleras. Subí con la esperanza de encontrar la terraza de la casa de playa para quedarme ahí hasta regresar.

Continúe recorriendo la casa. Vi una puerta junta, y aunque no debí, miré dentro con cuidado de no empujarla para evitar llamar la atención. En la habitación se encontraba un muchacho de fina figura y aspecto delicado. Lo rodeaban incontables cajas de regalos y pasteles. Me alejé de la habitación. Comprendí que también era el cumpleaños del hermano mellizo de Gema.

Después de dar varias vueltas por la casa, logré encontrar el camino a la terraza. No tenía el derecho de reclamarle a nadie la libertad de decidir involucrarse en una relación infiel. Debía callar, ser cómplice, porque también fui culpable por mi cobardía. Debía callar.

Estefan, el enamorado de Gema, estaba en la terraza con una chica poco recatada. No mostraron remordimiento cuando me vieron frente a ellos. La chica acomodó sus ropas desordenadas y se dirigió a una tumbona dando tropiezos por el exceso de alcohol. "Me estoy divirtiendo, Caramel, si quieres puedes traer una chica después", dijo Estefan dirigiéndose hacia la chica quien exigía sus tenciones. Los dejé solos.

Traté de regresar a la piscina, pero me volví a perder entre los corredores de la gran casa. Fue por mi poca concentración al tener en mente la esplendorosa sonrisa de Gema mientras celebraba su fiesta rodeado de sus amigos. Ella no sabía que su enamorado estaba con otra chica rodeados de un ambiente bochornoso ausente de vergüenza.

Estefan, el enamorado y amigo de la infancia de Gema, traicionó sus sentimientos y confianza una vez más. No estaba bien, pero no tenía el derecho de reprocharle, porque también fui como él.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora