13 - Un extraño muchacho

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Mi mejor amigo Max trabajaba en una agencia de modelos. Su trabajo no tenía un horario fijo. A veces las sesiones de fotos solo le tomaban un par de horas, pero en otras ocasiones salía todo un fin de semana fuera de Lima. Aunque lo extrañaba mucho, no debía quejarme, porque Max se divertía mucho, además siempre me llamaba durante sus largas jornadas de trabajo.

Para ganar tiempo, cuando Max y yo planeábamos una salida, Lo esperaba en la gran recepción de la agencia de modelos donde trabajaba, un lugar donde podía ver personas de agraciadas características caminar de un lado para otro. Todos eran muy intimidantes, pero ya me había acostumbrado después de esperar a mi mejor amigo en varias ocasiones.

— ¡Caramel, Caramel! —escuché un musical voz llamarme con un tono muy risueño.

Una hermosa adolescente de largo cabello rubio se me acercó con una sonrisa reluciente. Sus ojos pardos eran muy intensos, tan absorbentes para cualquier muchacho de barrio, pero después de mirarlos varias veces para mí se habían vuelto común.

— ¿Y Max, dónde está? — me dijo buscando con su vista en todas las direcciones posibles de la gran recepción.

—Aún no viene.

— ¡Ah, entonces gané! Max dijo que podría escoger la película si mi sesión de fotos terminaba primero. ¡Le Gane, le gané!

—A mí me dijo que podría escoger la película si no los encontraba en la recepción —dije esperanzado, porque tenía deseos de mirar una película desde que anunciaron su estreno.

— ¡Que! A no, Max me va a tener que explicar eso —ella fingió molestia poniendo sus manos en su cintura.

Gema, la compañera de trabajo de Max, y también su amiga desde que empezó a trabajar en esa agencia, se sentó en el sillón de cuero de una sola pieza. Estiro sus piernas y se quitó los tacones imposibles e usar para cualquier chica. Eran muy altos y puntiagudos

—Lo voy a llamar, ¿ok, Caramel? Le voy a mandar un mensaje de texto para que se apure —rebuscó su celular dentro del gran bolso rojo con impaciencia, pero luego de rebuscar una y otra vez , me tiró el bolso escandalizada—. No está, Caramel, mi celular. ¡Mis preciadas fotos, mis vergonzosas conversaciones, mi vida!

Salió corriendo luego de ponerse sus tacos con desesperación.

Me quedé parado con el bolso en la mano. Al darme cuenta de lo patético que debía verme, porque algunos jóvenes me miraron y sonrieron divertidos, dejé el bolso en el mueble rojo de una sola pieza y me senté a esperar a Max.

Mientras esperaba, me puse a jugar con mi celular. Max me había escrito mensajes de texto, entre los cuales adjuntó fotografías de él junto a sus compañeros de sesión y también junto al fotógrafo. Max me hacía sentir acompañado a pesar de su ausencia.

Me concentré tanto mirando las fotográficas de mi amigo, que no me di cuenta cuando un joven se había parado muy cerca de mí. Uno de sus zapatos pudo llamar mi atención cuando empezó a darle golpecitos al brillante porcelanato. Me sobresalté. Apagué mi celular y levanté la mirada para preguntarle que deseaba.

El extraño era un joven de cabellos castaños un poco largos, lo suficiente para darle un toque rebelde y desordenado. Su atuendo era muy llamativo en el lugar, porque no encajaba para nada con ninguna de las personas que salían y entraban. Su ceñido pantalón negro no quedaba nada bien con su bividí color rojo intenso. En su espalda cargaba una guitarra eléctrica al aire, sin interés en protegerla con una funda.

—Hola, qué tal, ¿esperando? —me habló sin miedo de ser rechazado.

No supe que responderle. Me quede callado con la esperanza de que alguien apareciera para que se lo llevara lejos, pero nadie vino. El joven se sentó a mi costado, cruzo sus piernas y se recostó en el sillón con los brazos en su cabeza.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora