32 - Pelea en la salida

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Mi amiga Cristal sufrió de acoso al inicio del colegio. A las chicas no les agradaba, por eso solían molestarla, pero a Cristal eso la tenía sin cuidado. Lo incomodo fue cuando comenzaron a molestarla de forma directa, como cuando le robaron su cuaderno de matemática y lo tiraron en el retrete de las chicas, precisamente uno en mal estado.

"Fueron Dulce y Fresa" leímos en una nota. No había pruebas de que ellas hubiesen sido, pero no necesitábamos ninguna prueba. No estábamos en una delegación ni mucho menos en un juzgado. Dulce y Fresa eran molestas. Siempre andaban con sus narices en alto, mirando a cualquier chica como si fuese insignificante al lado de ellas.

Dulce y Fresa eran las más bonitas del grado, quizá por eso pensaron que Max estaría dando vueltas alrededor de ellas. Se notaba que estaban acostumbradas a los halagos y la coquetería de los chicos. No ser aduladas por Max debió herirles el orgullo. Lamentablemente para ellas mi amigo Max no estaba acostumbrado a ir por las mujeres, porque estas iban tras él. Dulce y Fresa no fueron capaces de encandilar a mi mejor amigo Max con sus caras bonitas.

Dulce y Fresa eran orgullosas. Si una de ellas le hubiese pedido a Max salir como noviecitos, seguro mi mejor amigo aceptaba, porque a él le gustaban las chicas bonitas. Pero ellas no querían eso. Lo que realmente deseaban era que Max fuese uno más de los chicos que las adulaban con la esperanza de tener una oportunidad con una de ellas.

Max se reía conmigo, con Cristal. Nuestra amistad era sincera, la amistad de Cristal era sincera con Max y conmigo. Cristal me agradaba. No se preocupaba por ser perfecta, delicada, ni mucho menos paraba de coqueta junto a Max, como muchas chicas falsas que rondaban a mi amigo. Nuestra amistad fue lo que enceló a Dulce y a Fresa.

Dulce y Fresa tiraron el libro de matemática de Cristal en el baño de las chicas, fueron ellas aunque actuaban indiferentes. Cristal tenía en sus manos su libro roto y mojado. De las hojas se escurrían gotas gruesas de agua turbia, lo cual le daba un aspecto nauseabundo. Los chicos que acompañaban a Dulce y a Fresa se mostraron asqueados.

—No te acerques— dijo Dulce con cara de asco.

Los acompañantes de las dos muchachas creídas se mostraron indignados por la presencia de Cristal. Que mi amiga estuviese frente a ellos le parecía un atrevimiento, actitud que no sorprendió a nadie, porque a ese grupito le apestaba todo.

—Esto es tuyo, te lo olvidaste —dijo mi amiga Cristal.

Un inesperado y violento golpe dio con fuerza sobre Dulce, quien se tambaleó sin poder entender qué había pasado. Su uniforme se humedeció por el contacto con las hojas mojadas del libro de matemática. El grupito, quien había estado mirando con asco a mi amiga, dirigió su mirada asqueada en Dulce.

— ¡Qué asco! —Grito Dulce colérica— ¡Que te pasa estúpida loca! ¡Estas enferma de la cabeza!

—Ya me cansé de sus tontos juegos de niñas de primaria. Van a ver lo que les hago si no dejan de molestarme —Cristal reclamó.

—Quien te crees tú para que nosotras perdamos nuestro tiempo fijándonos en una guachafita estúpida— atacó Fresa—. Ridícula, no te creas especial, porque no lo eres ni un poco.

—No soy ninguna tonta. Están equivocadas si sus cabecitas piensan que no me doy cuenta. Pero ya están advertidas, así que será mejor que lo piensen bien antes de volver a molestarme.

Fresa no se mostró amilanada, al contrario, se mostró ofendida, como si no pudiese creer el atrevimiento de mi amiga. Dulce hasta entones solo había permanecido en silencio mientras intentaba limpiarse. Se veía enojada.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora