45 - Diarios

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Para mí los días estaban llenos de recuerdos, ya fueran alegres como tristes. Muchos de los conocidos de mis padres evocaban recuerdos cuando venían a visitarnos, pero lamentablemente estos se iban desvaneciendo al pasar los años, y cuando deseaban recordar otra vez, se presentaban dudas de si tal anécdota había sucedido de cierta manera. Quizá por eso mis compañeras del colegio solían guardar sus recuerdos en diarios para nunca olvidarse de ellos.

Yo no tenía un diario, porque simplemente consideraba que los diarios eran cuadernos lindos que solo las chicas podían tener. No me podía imaginar escribiendo recuerdos en un cuaderno, ni mucho menos sobre las personas que me rodeaban. Tenía miedo que al escribir mis palabras fluyeran sin ningún control, por eso prefería guardarlos en mi mente sin necesidad de preocuparme en ningún diarios.

Un día, cuando fui al parque para encontrarme con todos mis amigos, vi a mi amiga Clara pegando varios recortes en un folder rosa de lomo grueso. Ella se veía muy entretenida sentada en el pasto.

—Caramel, mira —me dijo cuándo se dio cuenta de mi presencia—, es mi diario. Estoy pegando fotos de nosotros.

Me senté a su lado. Me fijé que Clara había tomado varias fotografías sin que me hubiese dado cuenta. Eran fotografías muy naturales tomadas en el salón de clases y en el recreo. La foto que ella estaba pegando en ese momento era la de mi Mejor amigo Max, un adolescente de ojos azules muy popular entre todas las chicas del colegio. Debajo de la fotografía Clara había escrito varios párrafos, en los cuales el nombre de mi mejor amigo se resaltaba por el color rosa.

Clara se dio cuenta de mi interés en la descripción debajo de la foto de Max, así que, para que ella no hiciera ningún comentario al respecto, le dije:

—Tienes un diario muy femenino.

—Gracias Caramel —dijo extendiéndome su diario—. Si quieres puedes leer lo que he escrito de Max, así no pensarás que digo tonterías de él. Entre los mejores amigos se cuidan, ¿no?

Al parecer no había logrado distraer a Clara con mi comentario.

—No puedo aceptar leer tu diario privado —me negué.

—No Caramel. Este de aquí es uno que todos pueden leer. Aquí solo escribo cosas buenas, pero en mi otro diario...no dejaría que nadie lo lea —dijo cubriéndose la cara para fingir vergüenza.

Poco después mis amigos fueron llegando. No fui el único en sentir curiosidad por el diario de mi amiga Clara. Mis demás amigos también se sorprendieron al ver un diario lleno con tantos párrafos de diferentes colores e incluso palabras resaltadas con brillantes plumones y páginas con stikers de conejitos. Su Diario estaba lleno de fotos, anotaciones, cartas, cintas de colores y muchos otros detalles que hacían de su diario uno muy femenino.

—Ustedes seguramente deben tener su diario como yo. Ya pues chicos, no sean tímidos. La próxima vez traigan sus diarios para dejarles un recuerdo —dijo Clara mostrándoles su diario sin miedo de que leyeran sus escritos.

—Yo tengo —dijo Noche, la enamorada de mi amigo Fabián—. Mi mamá me compró uno, pero nunca escribí nada porque tengo miedo que alguien lo encuentre.

—Yo también tengo un diario —dijo Cristal muy emocionada.

Todos nos sorprendimos, y mi mejor Max no se demoró en aclararle nuestra sorpresa con su comentario tan acertado.

—Nunca pensé que tuvieras un diario, Cristal, porque no tienes cara de gustarte escribir. Se supone que los fanáticos de los números no deberían estar coqueteando con las letras —dijo Max.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora