39 - Menos de ti

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Cuando mi mejor amigo Max me dijo que salía con un hombre me enojé mucho con él. Luego de su confesión no tenía deseos de verlo, por eso me fui a casa y me encerré en mi habitación. Pero a pesar del gran disgusto que me provocó, no quería distanciarme de él, porque siempre habíamos estado juntos desde muy pequeños. No tuve más opción que reprimir el rechazo que me hizo sentir su nueva relación romántica con un hombre.

—Hola, Caramel —Max asomó su cara en mi puerta y meneó su mano como saludo.

Su presencia me sobresaltó. En ese momento me encontraba haciendo mis tareas escolares. Cuando noté a Max parado en la puerta de mi habitación, solo lo miré por un breve momento y luego volví a prestarle atención a mi tarea... pero mis pensamientos se encontraban en la última vez que nos vimos, cuando él me dijo que salía con un hombre.

Max entró a mi habitación, se sentó a mi lado y mantuvo su mirada en mí rostro. Esa manía suya de mirarme con constancia siempre me provocaba ardor en mis mejillas. Traté de concentrarme en mi tarea pero sin éxito, porque leía y releía el problema matemático sin entender ni una sola palabra.

— ¿Caramel aún sigue enojado conmigo? —me preguntó estirando su mano para retirar el flequillo que me ocultaba de su mirada, pero un incontrolable movimiento de mi mano no lo permitió. Lo empujé para que no me tocara. Max intentó tocarme otra vez, pero volví a rechazarlo. Me puse de pie para alejarme de su cercanía. Mis movimientos fueron rápidos e inconscientes. Solo el ruido de mi silla al caerse hizo que me diera cuenta de mi brusco comportamiento con mi mejor amigo Max.

Me sobresalté. Max no pareció incomodarse, solo sonrió y dijo:

—Caramel me tiene asco.

Su tono poco serio, como si él hubiese dicho un chiste, hizo que sus palabras sonaran sin importancia, pero a mí me golpeó con violencia. Asco podría sentirlo de cualquiera, hasta de mí mismo, pero nunca de Max.

—Esa palabra es horrible —reclamé avergonzado.

—Sí, muy horrible, pero si no quieres que te toque debe ser por asco —Max se cubrió el rostro divertido—. Sé cómo piensas, Caramel, pero de todas maneras me dio ganas de molestarte un poco. No te molestes, solo quiero jugar un rato con tu homofobia.

Sentía repulsión, rechazo; estaba consiente que no cabía en mi cabeza conceptos que debían desaparecer de la mente humana porque era lo más anormal que podía existir... pero a pesar de todo, mi mente nunca se enfocó en ello porque simplemente esos temas ajenos no me importaban... hasta que Ángel rondó a Max hasta arrastrarlo por completo a su insano mundo.

—Max, esa palabra es horrible. No puedo sentir algo tan horrible por ti ni aunque salgas con un hombre, porque eres mi mejor amigo, por eso no puedo rechazarte. Es solo que, deber ser que yo... quizá siento que te estas alejando de mí, debe ser solo eso.

—Tu homofobia es graciosa —se rio.

—Cuando pienso en tu primo Francis y en Ángel, siento que te alejan, pero puedo ser capaz de olvidar ese sentimiento incómodo si tú los quieres tanto. Francis es tu primo y Ángel es con quien sales, y en general no me importa con quien salgas, porque ya me acostumbré... pero él... Yo podría sentir repulsión por cualquiera, pero menos de ti.

—Caramel, no cambies conmigo aunque yo lo haga —Max se acercó a mí y deslizó muy despacio uno de sus dedos por la curva de mi nariz—. Me gusta la nariz de Caramel, es muy bonita, y tus orejas son tan suavecitas —dijo acariciando con sus dedos los lóbulos de mis orejas—, pero lo que más me gusta son los labios de Caramel. No puedo dejar de mirarlos cuando hablas —Max acarició mis labios muy despacio y yo permanecí estático sin ser capaz de saber qué hacer.

Sus cumplidos escarapelaron todos mis sentidos, pero no retrocedí. Me mantuve firme. No quería que Max pensara que yo sentía asco de él por su decisión de salir con Ángel.

—Caramel no debería ser muy bueno conmigo o podría aprovecharme si quisiera —se rio

—Cómo podrías —reclamé alejando su mano de mí sin temor. La razón regresó a mí. No había motivo de pensar en mi distancia como rechazo, porque el que estaba mal era Max, además a nadie se le podía justificar tal tacto indecoroso entre amigos.

—Sí podría, recuerda que salgo con un hombre y podría fijarme en ti.

­—Max, tú no eres así —reclamé refunfuñando—, el culpable es Ángel, porque tú solo quisiste ser amable con él, ¿verdad?, pero está bien, ya no importa.

—No te pongas celoso. Si tú me hubieses pedido salir, quizá aceptaba, pero te ganaron. Espera a que termine con Ángel para salir conmigo. Ten paciencia.

—Max...

El celular de Max empezó a timbrar. Él lo buscó en sus pantalones y miró el nombre que le apareció en la pantalla. Sonrió y me miró. "Adivina quién es", me dijo deslizando su dedo en el ícono de su pantalla para responder.

Su nuevo pasatiempo era desagradable. Parecía la primera vez que salía con alguien, quizá porque era un chico, muy diferente a una chica. Su comportamiento era igual a cuando empezó a salir con su primera enamoradita... pero yo ya estaba acostumbrado. Su celular sonaría con frecuencia y escucharía la voz de un adolescente desagradable tras su línea.

—Me voy, me encontraré con él ahora—se despidió apuntando su celular y salió conversando tan feliz.

"No necesitas decírmelo" le respondí cuando ya no se encontraba en mi habitación.

La culpa no era de Max sino de Ángel, y por culpa de un desconocido no iba a alejarme de mi mejor amigo ni mucho menos iba a permitir que Max pensara que yo lo odiaba.

Me recosté desganado sobremi cuaderno. Agarré mi celular para llamar a mis amigos. Necesitaba salir o sentíaque me iba a deprimir mucho. 

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora