49 - Hipócrita

937 143 32
                                    

La relación insana que mi mejor amigo tenía con un estudiante un año menor al nuestro había terminado. Argel, como lo creí desde el momento que empezó a salir con mi mejor amigo Max, solo fue uno de las tantas de sus enamoraditas que se sintió capaz de enamorarlo. Ellos terminaron después de una situación incómoda en el cual estuve involucrado, pero no consideré que me hiciera responsable del rompimiento de la relación.

No había vueltas que darle para buscar la razón del rompimiento, porque lo único importante para mí era que todo volvía a ser normal. Max ya no mantenía una relación insana con otro hombre. Eso me hizo sentir tranquilo porque ya era parte del pasado, además, ya no había riesgos de que aquel rumor que generó su relación insana se volviera real. La reputación de Max estaba a salvo.

Mientras me dirigía hacia la casa de una de mis amigas, un par de días después del rompimiento de la relación de Max, tuve la mala suerte de ver Ángel en el parque acompañado de un amigo mientras tomaban malteadas sentados en el pasto. No quería tener nada que ver con él, no quería cruzarme en su camino, no deseaba verlo ni mucho menos tener que saludarlo tan solo por cortesía.

Me quise regresar de vuelta para ir por otra dirección, pero para mala suerte Ángel desvió su mirada hacia mí. Se había dado cuenta de mi presencia. La última vez lo había visto con las mejillas empapadas de lágrimas y balbuceando adolorido mientras era consolado por Max. Su mirada había cambiado. Se mostraba sereno, y pareció decirme que todo estaba bien, que cualquier conflicto entre nosotros ya no existía.

Di un paso hacia adelante para continuar mi camino, pero no tenía pensado hacer ningún gesto de saludo, porque nosotros nunca fuimos amigos, además Ángel no estaba bien. Su desorden mental quiso arrastrar a mi mejor amigo en su retorcido camino del cual con fortuna pudo escapar.

—Caramel—me llamó cuando pasé por el lado más cercano a él, aunque la distancia entre nosotros distaba mucho.

Un torpe impulso me obligó a verlo. Su amigo se sorprendió y pareció avergonzarse por la situación. Imaginé que estaba al tanto de la mala relación que Ángel tenia conmigo. Era su amigo, debió contarle.

—Hola— lo saludé a pesar de haberme dicho que cruzaría la calle si mirarlo ni dirigirle la palabra.

No detuve mi paso, pero Ángel se apresuró en pararse frente a mí demasiada cerca para mi gusto. Su amigo también se acercó, pero perplejo por el encuentro que consideraba inadecuado. Ángel se veía tranquilo, tan tranquilo que me asustó. Preferí que me viese con su típica mirada cortante cada vez que nos encontrábamos junto a Max. Su actitud agresiva me hubiese impulsado a retroceder sin dudar.

—Max y yo terminamos, seguro que te lo contó—fijo esperando una respuesta, pero solo me quedé callado, porque no tenía sentido iniciar una conversación incómoda para ambos.

—Vámonos—le pidió su amigo un poco tenso.

—Max siempre fue bueno conmigo, siempre me trató bien, pero cambiaba cuando se trataba de ti. A veces me ponía a pensar si te podría ganar, pero ya ves que no. Max te prefirió antes que a mí. Él te quiere mucho, ya me lo dejó en claro.

—Me tengo que ir—dije, aunque solo debí irme sin decir ni una sola palabra. No necesitaba su premiso.

—Caramel, tú siempre me odiaste—se interpuso en mi camino—, por eso Max terminó conmigo. No soportaste que Max saliera conmigo por ser un chico, pero además creo que tampoco soportaste las relaciones que tuvo con chicas

—No te compares con las mujeres. Es verdad que nunca estuve de acuerdo que Max saliera contigo, tengo que admitirlo. Nunca estuve de acuerdo, porque... no es necesario que lo diga, ya deberías saber la razón.

— No me comparo con las mujeres, pero creo que no sabes lo que algunas chicas dicen de ti.

—No me interesa—intenté irme, pero no me dejó avanzar.

—Ellas dicen que eres frio con quienes sale Max, que no las soportas, que las ves como si fueran una peste. Las odias porque te mueres de celos, porque quieres ocupar su lugar, por eso nunca vas a aceptar a nadie que salga con él. A ti te gusta M...

—Son tonterías—interrumpí—, es ridículo, no tienen por qué inventar eso de mí, además no creo lo que dices, lo estas inventando. Max es mi amigo, los dos somos hombres, eso es una aberraci...

Antes de terminar mi reclamo, Ángel mi tiró la malteada en la cara sin que pudiera darme tiempo de reaccionar para desviar la crema dulce que para mí mala suerte no había sido bebida ni la mitad. La crema se escurrió de mi rostro hacia mi polo y pantalón.

—Eres un hipócrita— dijo colérico—. Me desprecias por lo que soy, pero eres igual a mí y peor. Te crees perfecto, pero lo que eres es un homosexual reprimido con cara de mosca muerta que no creo ni nadie debería creer. Me odias porque yo sí fui capaz de decirle mis sentimientos y no tengo miedo de gritarlo para que todos se enteren, pero tú no puedes porque eres un cobarde.

—Vámonos, Ángel, nos están mirando—insistió su amigo sin éxito.

—Qué vas a hacer ahora, Caramel. Ve, apresúrate, llama a Max y quéjate con él como sabes hacerlo. Has que me odie así seguro estarás contento.

La espesa malteada fría y pegajosa continuó escurriéndose entre mis ropas mientras Ángel prosiguió descargando su malestar conmigo después de su rompimiento. Aún le dolía y me hachaba la culpa de que su relación no hubiese funcionado.

Quiso seguir hiriéndome con sus palabras. Se mantuvo firme frente a mí para que no me atreviera a irme, pero con un brusco empujón lo saqué de mi camino. Ya había escuchado sus quejas demasiado. Sus palabras no tenían sentido, porque ya habían terminado. Ángel ya no era nadie para Max ni para mí, y por más que se quejara no iban a regresar porque yo no lo iba a permitir.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora