57 - Coqueteos

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Papá me compró patines cuando era pequeño. Me costó aprender a utilizarlos, porque durante mi aprendizaje sufrí reiteradas caídas, pero a pesar de eso no me rendí. Junto a mi mejor amigo Max toleré esas caídas porque me divertía mucho a su lado. Fue entretenido continuar, además, las coderas, rodilleras y el casco nos ayudaron a amortiguar las inevitables caídas.

"El domingo vamos a patinar", me dijo Max un viernes después de salir del colegio. Nos íbamos a encontrar con sus amigos en una gran avenida que cerraba los domingos en la mañana con el fin de incentivar la práctica deportiva como el ciclismo.

Aunque no teníamos patines propios, ya que los nuestros nos quedaban pequeños, decidimos alquilar unos pares en las tiendas que se instalaban por solo ese día. Nos dirigimos a una donde una muchacha de sonrisa coqueta logró llamar la atención de Max, pero mantuvo su distancia cuando Gema y Pilar aparecieron patinando con gran habilidad.

—Max, Caramel —nos llamó Gema, quien no detuvo la velocidad de sus patines cuando se dirigió hacia Max para abrazarlo con efusión—. Se han demorado —reclamó.

—Caramel se quedó dormido —Max trató de excusarse.

—No es verdad —contradije sin importancia.

—Estábamos esperándolos por allá —Pilar señalo en dirección hacia unas bancas donde apenas pude ver a dos personas sentadas —, pero Gema los vio desde muy lejos con su vista de halcón.

—Pilar me hizo patinar mucho, por su culpa estoy muerta de sed

—Sí, pero no dudaste en venir cuando viste a Max y a Caramel.

Gema se intimidó un poco. Quiso responder a Pilar, pero decidió prestarle atención al extraño pedido de Max.

—Gema, elige mis patines, debes tener buen gusto.

—Lo tengo — puso sus manos en su cintura.

Mientras Gema miraba unos patines junto a Max entre sonrisas, como si estos fueran a ser para siempre, yo agarré los primeros que vi frente a mí, le pagué a la encargada y me hice a un lado para no incomodar a los clientes que se habían acercado.

—Nosotros vamos avanzando —dijo Pilar efusiva mientras me agarraba del brazo—. Estaremos con los demás. Gema, recuerda comprar algunas bebidas, no lo olvides. Tomate tu tiempo.

—No te vayas, Pilar, tienes que ayudarme con las botellas —Gema le reclamó.

—Yo te voy a ayudar —escuché decir a Max mientras pilar me jalaba hacia la alameda.

Pilar se sentó en una banca desde donde aún podíamos verlos. No se demoraron mucho en la tienda. Max le pagó a la encargada y junto a Gema se dirigieron hacia el supermercado que se encontraba a unas cuantas cuadras. Con los patines no se iban a demorar mucho.

— ¿No te diste cuenta, Caramel? Max estaba coqueteando con Gema.

—No lo estaba haciendo.

—Sí lo estaba haciendo, Caramel, por eso pensé que sería bueno dejarlos solos un rato.

—Si crees que estaba coqueteándole, entonces no debiste dejarlos. Gema tiene a Estefan y Max sale con una chica de mi clase.

— ¿De verdad? —preguntó decepcionada.

—Si.

—No puede ser, es terrible. Caramel, tienes que ayudarme. Tienes que presentarle unos de tus amigos a Gema para que tengan una cita a ciegas. Tenemos que hacer algo, pero ya. Mis amigos no cuentan, porque son amigos de Estefan. Nadie se atrevería a quitarle la enamorada —aclaró al ver mi poco interés en atender su petición.

—Está haciendo un poco de calor—dije para tratar de cambiar la conversación, pero ella no pareció notar mi intensión,

—Estefan no es un buen chico. Hace poco me enteré que la engaña con una tipa de la clase de Gema. Lo peor es que no puedo decirle a Gema o se enojará conmigo. No sé qué hacer, soy una pésima amiga. ¡Esto es todo un desastre! ¡Estefan, eres un desgraciado!

De repente, deslizándose sobre las ruedas de sus patines, dos chicos en ropa deportiva se acercaron hacia nosotros. Eran Estefan y el hermano de Gema. Rodrigo se sentó a unos dos grupos de bancas alejados de nosotros y no nos prestó atención.

—Caramel, lamento interrumpir tu momento a solas con Pilar. No pierdes el tiempo. Aprovecha, esta soltera.

—No me molestaría que Caramel coquetee conmigo.

—Perdóname, Caramel, olvidé a tu amada enamorada Cristal —Estefan agregó burlón—. Pilar, eres una quita novios, pero está bien, puedo ser tu cómplice si quieres.

—Estefan, eres un descarado, no soy como tú. No crees que deberías preguntarme dónde está Gema.

—Está comprando bebidas, la llamé y me dijo. Le pedí que compre gaseosas para su hermano y para mí. Se está demorando ya debería estar de regreso, la voy a llamar —agarró su celular.

—Por qué no vas a ayudarla, está en el supermercado.

—No, que aburrido. Si quieres ve tú, además no necesita ayuda, Gema esta con Max.

—Rodrigo también debe tener sed —dijo Pilar—ve a cómprale algo.

—No entiendo por qué Gema se fue al supermercado —Estefan patino hacia el girón que cruzaba la calle.

—Idiota, adonde vas, el súper mercado no está por allí. Ve, apúrate, cómprame una gaseosa negra.

—Por aquí hay una tienda, pero si quieres una gaseosa cómpratela tu misma—desapareció dejando a Pilar haciendo pataleta.

Me puse de pie. Consideré ir caminando al supermercado, pero a pie el recorrido se me hubiese hecho más lento. Me puse los patines y guardé mis zapatillas en la mochila que había traído.

—Quiero patinar un poco. Voy a buscarlos —le dije a Pilar sin esperar su respuesta.

Me deslicé despacio sobre el asfalto. No me sentí seguro mientras me deslizaba, porque habían pasado varios años desde la última vez que había patinado, pero poco a poco empecé a ganar confianza. Me deslicé más rápido hasta ver el centro comercial cada vez más cerca.

Disminuí la velocidad. Pensé entrar al supermercado para buscarlos en la zona de bebidas. No fue necesario, porque vi a Max y a Gema parados cerca de la entrada. Ellos solo conversaban, pero sus rostros serios me confundieron. Decidí no darle importancia, aunque fue difícil no querer saber la razón de sus miradas serias cuando Max ensortijo con sus dedos los cabellos de Gema y le dio un beso en la frente. Tal gesto provocó un leve sonrojo en las mejillas de su amiga. Max le hizo una señal a Gema para que volteara a verme. Él se había dado cuenta que los estaba mirando.

—Caramel —Gema patinó hacia mí y dio varios giros a mí alrededor —hagamos una competencia para saber quién es más rápido.

—Pilar quiere su gaseosa.

—Que espere un poco, ya vamos para allá

Gema patinó yendo y viniendo hacia nosotros, hasta que su celular sonó. Ella respondió de inmediato y se alejó un poco. Gema sonreía mientras hablaba. Pareció olvidarse de nosotros. Su velocidad fue aumentando hasta casi desaparecer de nuestras vistas.

Me quedé a solas con Max. Patiné junto a él despacio sin decir nada. Ese extraño silencio era muy incomodó.

—Ella me hablo de Estefan, no te hagas ideas —me dijo Max dándome una bebida.

—No te pregunté, nunca lo hice y no pienso hacerlo. Son tus conversaciones, no tienes por qué decirme sobre qué hablas con las mujeres. No me importa.

—Es verdad, no tengo porque decirte, pero si no te importa trata de fingir mejor —me dijo revoloteando mis cabellos con brusquedad—. Que tal una competencia— propuso con una sonrisa.

Max se deslizó con rapidez sobre el asfalto sin escuchar mi respuesta. Me apuré en aceptar su reto con la esperanza de que la velocidad despejara cualquier interrogante sin sentido. 

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora