4 - Un camino para los dos

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Siempre consideré que el amor entre dos hombres no podía ser un amor real, solo uno falso, uno que buscaba burlarse del amor verdadero. Es que para mí era totalmente incomprensible que dos hombres pudieran unir sus vidas para siempre, ya que ese sentimiento que confundían con amor solo podía ser uno generado por culpa de alguna disfunción familiar, pero...

Estaba enamorado de mi mejor amigo, y aunque buscaba una torcida influencia en mi vida que hubiese generado ese sentimiento por él, no lo encontré. Simplemente lo quería, lo amaba, nada más.

Mis sentimientos me dolían mucho, que no estuviese a mi lado me dolía demasiado, y cuando supe que se había ido para siempre, comprendí que me iba a traicionar a mí mismo sin que pudiera hacer algo para evitarlo.

Fueron palabras cargadas de un sentimiento real, no falso, ni con intenciones de burlarme del amor.

Me quedé como idiota recostado en la pared luego de comprender que mis sentimientos habían aflorado, que me había confesado, y mi mejor amigo Max me miraba con sus ojos azules. Sus dedos enlazados con los míos me sostenían con firmeza, con tanta seguridad a pesar de haber sufrido mis rechazos en varias ocasiones después de sus palabras de amor.

Trataba de asimilarlo, y mientras lo hacía, la temperatura de mi cuerpo empezó a elevarse sin control. Me sentí avergonzado.

—Hay tantas chicas bonitas — dije con torpeza — no entiendo por qué...

—Solo te quiero a ti, Caramel, a nadie más.

En ese momento escuché unas voces alegres que venían de la sala. La realidad regresó. Fui consciente de que mis padres y la madre de Max se encontraban a solo unos cuantos pasos de nosotros. Me sobresalte. Max debió notarlo, ya que me dirigió al segundo piso sin soltarme de la mano.

Llegamos a mi habitación, el cual lo note diferente. Todo había cambiado. EL aire que respiraba, la luces que nos iluminaban, cada ruido que escuchaba, todo era diferente después de nuestras confesiones. Me daba miedo decir palabras, moverme. No sabía por qué, pero me daba miedo. Me di cuenta que me estaba comportando como las chicas tontas que se le apegaban con intenciones de impresionarlo, y que durante sus intentos temían cometer cualquier torpeza que las hicieran ver como tontas frente a él.

Me comencé a sentir torpe e inseguro. Mis miedos no tenían ningún sentido, porque Max me conocía muy bien. Yo no era perfecto, no podía serlo, y de haber querido aparentarlo ni hubiese podido. Max conocía mis imperfecciones. Él sabía mis fortalezas, debilidades, mis miedos, mis gustos, todo de mí.

Apenas entré a mi habitación, Max se paró frente a mí, muy cerca.

—Caramel, escúchame bien — dijo elevando mi rostro para lo pudiera ver —. Desde ahora nosotros no solo seremos amigos, desde ahora tú y yo seremos enamorados.

Me sobresalté. Quise huir de su cercanía, pero no me lo permitió.

—Te conozco muy bien, por eso te lo digo para que lo tengas claro, de lo contrario en lo único que pensaras toda la noche será si esto en verdad sucedió. Somos enamorados como lo son Fabian y Noche...

—Como Cristal y yo...

Interrumpí.

Me sentí muy culpable. Me confesé a mi mejor amigo a pesar de tener una relación con Cristal, una buena amiga que conocí en primero de secundaria, y que también era amiga de Max. Los dos estábamos haciendo mal. Quizá nuestros sentimientos eran sinceros, pero no teníamos derecho de lastimar a Cristal.

—Tú y ella ya no son enamorados, desde ahora ya no. Ahora sales conmigo.

Cómo podía decir eso tan fácilmente.

Conocíamos a Cristal desde primero. Compartimos junto a ella muchos recuerdos preciosos de amistad. Nuestros lazos con ella debían ser razón suficiente para que la culpa nos quemara a los dos, pero a él no parecía importarle. Su voz y expresión tajante no mostraron ningún signo de culpa.

—No puedes decidir eso, Max. Cristal es nuestra amiga, ella es mi enamorada. Cristal sigue saliendo conmigo pese a todo. No puedo decirle tan tranquilamente que ya no voy a salir con ella, porque no me ha dado ninguna razón para hacerlo.

—Cristal es buena, te quiere y no te ha dado ninguna razón para que termines, pero tú si tienes razones, Caramel. Tú estás enamorado de mí, no de ella, es la única razón que importa —me susurro al oído.

Max me abrazó.

Que hice, que hice, me repetía una y otra vez. Descubrí mis sentimientos, pero no debí decírselo, debí callar. Me dejé llevar por un torpe impulso. No pensé en anda, ni en Cristal, mi enamorada. Solo pensé en Max y en Max, nada más que en mi mejor amigo.

"Estoy enamorado de Max, lo amo, pero...Cristal"...

—No puedo...

No podía...

Max se separó de mí, acaricio mis cabellos con ternura y trató de limpiar las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas sin control.

Que terrible cuadro. Lo ideal hubiese sido que Max se enojara conmigo. El no soportaba caprichitos ni berrinches de ninguna clase. Lo sabía, por eso hacia todo los esfuerzos para detenerme. Aunque hacía de todo para no mostrarme tan lamentable, era imposible parar, porque estaba volviendo a rechazarlo, y no quería. Yo lo amaba. Pero a pesar de comportarme como las tantas niñas que le lloraban, Max continuó a mi lado.

—No voy a poder terminar con Cristal, lo lamento — dije entrecortadamente.

Max beso mis mejillas húmedas.

—Estoy feliz, Caramel. ¿Me amas, Caramel?

—Sí, Max, sí.

—Es lo único que importa. Mañana, cuando estés más calmado, vamos a solucionarlo, ya verás.

Yo negué con la un movimiento de mi cabeza.

— Eres tan difícil, Caramel. No te niegues, no digas no. Quiero que te mueras por mí como lo hacen las chicas que te provocan celos. Deja que me encargue, yo haré que terminen.

No estaba bien. Confiaba en que la noche enfriaría mis pensamientos, y entre todos encontrar una respuesta a las palabras frías de Max. Amar a Max no me daba derecho de burlarme de Cristal, por eso, a pesar de nuestros sentimientos tenía que continuar con ella.

Nos besamos.

Será el último, me dije mientras me sostenía de él con miedo.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora