46 - Mis amigas

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Mis amigas, Cristal y Clara, se conocieron en medio de una situación bochornosa. Ellas se reían como si nada luego de ser protagonistas de una pelea en clase que sacó de quicio a los profesores y a medio colegio. Sus sonrisas me contagiaron cuando empezaron a burlarse de sus aspectos desastrosos y también del aspecto de Dulce y Fresa, las compañeras con quienes se habían peleado en nuestro salón de clases.

—Somos un desastre —dijo Cristal revoloteando su cabello desmelenado, aunque no se notaba mucho.

—Pero más ellas que nosotras —dijo Clara en voz alta sin temor que Dulce y Fresa la escucharan.

No podía entender la tranquilidad de las chicas. Estaban en camino hacia la dirección, pero no se mostraban temerosas. Para mi ir a la dirección era terrible, pero para Cristal ya era una costumbre. Incluso el director ya no se sorprendía de verla cruzar la puerta de su oficina. Mi primaria lo había pasado impecable, ya que nunca me habían mandado a la dirección, pero Cristal se encargó que yo frecuentara en la secundaria esa oficina que todos los alumnos revoltosos temían.

—En el primer año de la secundaria tuve problemas con ellas —dijo Cristal.

— ¿También se metieron contigo? ¿De verdad? —Clara pregunto curiosa.

—Sí, y sin ninguna excusa.

—Seguramente. Yo no les hice nada para que me molesten, pero supongo que ellas deben ser así de molestosas. A no, pero yo no me quedo callada. Si me provocan, yo les hago el pare de inmediato. Así soy.

—Qué bueno que respondiste rápido a sus ataques. Yo no hice lo mismo. Al principio las aguante, pero cuando me di cuenta que se la estaban agarrando conmigo sin control, ya no pude más, por eso también me pelee con ellas.

—Y seguro tu amigo trató de separarlas como ahora —dijo Clara refiriéndose a mí.

—Pues estuvo muy mal que lo hiciera —me regañó con gracia—, por eso ahora se viene a la dirección con nosotras.

—Solo quise separarlas —dije sin arrepentirme.

—Que buen amigo tienes, Cristal. Cómo te llamas —me preguntó.

—Soy Caramel.

—Es un nombre muy interesante. Nunca lo había escuchado.

Nos quedamos conversando en la sala de espera de la dirección. El profesor nos dejó al cuidado de la secretaria, quien nos miró con seriedad. "Los mismos de siempre, mocosos traviesos", nos dijo con un tono severo.

— ¿Quieres saber porque se pelearon contigo? —pregunto Cristal con un tono de misterio.

—Por qué—Clara le siguió el juego.

—Supongo que por Max.

Clara se mostró muy interesada, como si conociera a Max. Dulce y Fresa las miraron, pero luego decidieron ignorarlas.

—Quien es Max, quiero saber. Cuando entré al colegio unas chicas estaban hablando de un chico de ojos azules que se llama Max. ¿Te refieres a ese Max? ¿De verdad tiene ojos azules?

—Pues sí, me refiero a ese Max. Pero no te lo recomiendo para nada —dijo Cristal al darse cuenta del interés de Clara.

—En que salón esta. Quiero echarle un vistazo.

—Yo le hecho vistazos todos los días, y te aseguro que saliendo de la dirección también lo harás.

— ¿En serio? Debe ser un chico malo como para que venga a la dirección y ciertamente no me molesta para nada.

—Sí que lo es. Pero no viene a la dirección por que se mete en líos, sino porque el príncipe de los ojos azules es el mejor amigo de Caramel.

— ¿¡En serio!? —vociferó Clara —. Qué sorpresa.

—Pero no te emociones mucho, Clara. Te lo digo para advertirte. Max es un jugador de primera, ¿verdad Caramel? —me preguntó para sentirse apoyada.

—Bueno...

—Sí que lo es —me interrumpió Cristal—. Sale con tantas chicas que puede. Es un chico muy muy malo que no le conviene a ninguna chica, por eso no te lo recomiendo para nada. Hazme caso, Clara, no te dejes fiar por su cara de príncipe, porque no lo es.

— ¿Te quiso conquistar?—Clara le pregunto a Cristal con insinuación.

—Pues sí —Cristal respondió con seguridad­.

Casi me atraganto con las gomitas que estaba comiendo cuando escuche la respuesta de Cristal. Eso era algo que no sabía.

—Max estaba atrás de mí como un loco, pero lo rechacé rotundamente, por eso ahora no le queda de otra que conformarse con mi amistad. Está loco por mí —dijo dándome golpecitos en la espada para ayudarme con mi atragantada.

— ¿De verdad? No sabía —dije.

—Hay Caramel, que ingenuo, no te lo creas. Claro que no. Solo lo dije para molestarlas —dijo mirando a Fresa y Dulce, quienes se mostraron impactadas por lo que había dicho mi amiga Cristal.

Clara se mostraba muy interesada en Max. Debió ser porque escucho hablar de él. Las chicas solían hablar de Max cuando lo veían. Es que era imposible evitarlo, porque Max tenía unos ojos azules increíbles, muy claros, además su presencia era sin igual. Las adolescentes enfatizaban todo lo que decían de Max, gritaban como locas y lo seguían hasta su salón. La actitud de acosadoras de chicas daba miedo.

Clara era una chica muy guapa. Pensé que Max podría poner sus ojos sobre ella, y era muy probable que ella también sobre él. Cristal no dejaba de advertirle de una y otra manera que ni se le ocurriera caer bajo los encantos de Max, pero Clara se mostraba segura, probablemente porque sabía que era bonita. Debió pasar por su cabecita que Max caería rendido ante su hermosura, pero ella no sabía que Max no estaba dispuesto a inclinarse ante ninguna mujer por más hermosa que fuera.

—Solo es curiosidad, nada más. No me gustan los chicos creídos aunque sean guapos.

—Entonces estas salvada —dijo Cristal convencida de haber librado a Cristal de un mal chico que no se la merecía.

—Max no es malo —reclamé.

—No es malo, es verdad, pero es peligroso para las chicas. Caramel, no lo defiendas.

—Es que es su mejor amigo, es por eso. No deberías regañar a tu salvador, Cristal, mira que está aquí por ti.

—Sí, pero ya te dije, Caramel, nunca te metas en peleas de mujeres. Nosotras sabemos defendernos muy bien.

No era común que Cristal les estuviera diciendo a las chicas que no pusieran sus ojos en Max. A ella no le importaba si las chicas tontas, como solía decir, se dejaban engañar por el falso amor que Max les demostraba a sus noviecitas. Clara debió agradarle mucho, por eso se empeñaba en advertirle a Cristal.

Aunque no creí que Clara se dejara convencer por Cristal, ella lo hizo. Quizá porque Clara también era orgullosa como Max, porque estaba acostumbrada a que todos los chicos buscaran una oportunidad con ella y no ella con ellos.

Clara y Max se conocieron, y a pesar de que todos pensaron que ella iba a ser la siguiente enamoradita de Max, no pasó nada entre ellos dos. Max solía juguetear con ella con cariño, de igual manera que con Cristal. A pesar del extraño gusto de Clara por Max, siempre me dio la impresión de que había desaparecido, hasta convertirse en una sincera amistad. Atribuí su actitud a que simplemente a ella no le gustaba Max, y que su inicial interés hacia él solo había sido por pura curiosidad, como ella le dijo a Cristal y a mi cuando la conocimos.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora