69 Afortunada

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Max dejó de sostener las manos de Luz, dejó de caminar junto a ella, dejó de llamarla e ir a su lado cada vez que lo ignoraba. Luz volvió a desaparecer. Se aislaba en los salones desocupados, en el rincón más alejado del patio y en otros ambientes del colegio que desconocía. Volvió a ser un fantasma que todos ignoraban.

Nadie preguntó por qué Max ya no acompañaba a Luz, nadie quería saber, no les interesaba. Luz había sido un paréntesis de ninguna importancia, porque al parecer todas esperaban su desaparición para que dejara el puesto que ellas deseaban ocupar al lado de Max. Las chicas estaban alertas en prestarle más atención a alguna descarada que prendiera sus uñas en Max sin la más mínima vergüenza. Ese tipo de mujer era una verdadera amenaza para todas.

Mis compañeras de clase venían a mí para preguntarme quién era la chica con quien salía Max, porque él les había dicho que salía con una chica de quien estaba muy enamorado. Nadie quería creerlo hasta que lo vieran caminando junto a esa chica.

Me sentía culpable mirar sus rostros impacientes llenos de preguntas cuando ellas se acercaban a mí. Sus voces trinaban entrecruzadas mientras mi mente me mostraba imágenes donde el príncipe por quien preguntaban besaba mis labios encerrados en mi habitación. Max hacía que mis mejillas ardieran, pero también hacía que mis manos sudaran temerosas.

—Creí que de verdad le gustaba Luz —dijo Clara decepcionada en el salón de clase.

—Yo también lo pensé, pero después de todo es Max. Ves, Clara, no debes confiar. Max engañó a Luz y también nos engañó a nosotras. Me siento una tonta por haber creído que Max se había enamorado —pataleo Cristal.

—Max siempre ha sido amable con quienes ha salido.

—Es amable hasta que las chicas lo aburren. No justifico a Max, pero se lo tienen bien ganado por andar de pegajosas.

—Max es amable, aunque ha sido más amable con Luz que con otra, por eso pensé que se quedaría con ella.

—Clara, nosotras pensamos que a Max verdaderamente le gustaba Luz, teníamos la esperanza, porque ella nos agradaba mucho. No es como las otras. Ahora tendremos que prepararnos para darle la bienvenida a la nueva enamorada de Max. Clara, volverán a mirarte feo como si fueras una quita novios.

—Por eso prefería a Luz, pero no podemos exigirle a Max.

—Ni a Luz tampoco —dijo Cristal—. Ella está muy tranquila. No se ha quejado ni le lloriqueado a Max, por eso me agrada mucho. Nada de escándalos patéticos.

Cristal y Clara me miraron después de mantenerme callado durante toda su charla. Traté de cambiar de tema por cualquiera que no tratara sobre Max, pero Cristal fue rápida.

—Mejor amigo, tú debes saber la verdad.

—Sí, Caramel, dinos. No le dices a nadie cuando te preguntan, pero a nosotras sí, ¿verdad? Somos tus amigas. A nosotras tienes que contarnos todo.

—Sobre qué, que quieren saber —dije dudando.

—Sobre qué más, Caramel, sobre la chica con quien Max dice que sale. Quién es, Caramel, dinos —Cristal preguntó bajito para que nadie nos escuchara.

Las chicas mantuvieron sus miradas fijas en mí, muy interesadas por saber la respuesta. No quería que las preguntas continuaran, porque mi mente solo me mostraba imágenes de Max junto a mí. No quería que continuaran, sólo deseaba desaparecer.

— Cristal, no es la primera vez que Max dice que hay alguien que le gusta, pero seguro no es nadie. Max solo lo dice por decir, ¿verdad, caramel? —Clara rompió el breve silencio que para mí fue una tortura, porque yo no era capaz de responder con la verdad.

—Sí —afirmé sin mirarlas.

Me puse de pie para salir del salón y evitar más preguntas. Max no salía con nadie. Yo solo dejaba que me dijera dulces palabras y me robara besos para que no volviera a repetir que renunciaría a nuestra amistad. Una perfecta excusa para disminuir la angustia que sentía cuando correspondía sus labios con amor.

Fui a comprar galletas dulces y gaseosas para mis amigas y para mí. Traté de caminar lento para evitar escuchar las voces alegres de Cristal y Clara en el salón de clases. Sus sonrisas sinceras me asfixiaban. Estar al lado de ellas me estrujaba el cuerpo, porque las traicionaba, pero mucho más a Cristal.

De regreso puse mi atención a la delgada figura de una chica de pequeña estatura. Se mantenía aislada de todos, como siempre, sin nadie a su alrededor. Su rostro sereno se mantenía fija en su celular. No habíamos vuelto a hablar desde que ella huyó cuando descubrió que Max había escuchado nuestra conversación.

Luz se dio cuenta.

—Hola —me acerqué a ella extendiéndole una galleta de chocolate—. Te lo invito.

Luz me miró por un breve momento sin decir nada, pero reaccionó cuando intenté marcharme. Ella acepto la galleta.

— Max y yo terminamos, ya no estamos saliendo —dijo jugueteando con sus manos

—Sí, lo sé.

— Eres su mejor amigo, Max debió decírtelo.

—Luz, Max te gusta. Siento que no haya funcionado entre ustedes dos.

—No, no lo sientas. Desde que terminamos estoy más tranquila, porque ya nadie me mira con odio. Max es demasiado apuesto para caminar a su lado. Cuando salíamos las chicas se le acercaban y coqueteaban con él como si yo no existiera. Era terrible tener que sobrellevarlas a todas.

—Te entiendo, Luz. Las chicas siempre se le acercan cuando salimos. Cristal y Clara se enojan cuando sucede.

—Pero, Caramel —Luz me miró, pero volvió a desviar su mirada un poco triste—, era más difícil sobrellevar su compañía cuando sentía que pensaba en alguien más —Luz se sentó en una carpeta vieja—. Cuando le preguntan a Max si sale con una chica, él responde que sí. Nadie le cree, pero yo si lo hago, yo le creo. Estoy feliz por él y por ella. Que afortunada es. Quién será.

—No lo sé —respondí torpe.

El celular de luz timbró en sus manos. Le había llegado un mensaje de texto. Vio la pantalla de su celular y se puso de pie un poco sobresaltada.

—Caramel, nos vemos en clase, Tengo que mostrarle mi tarea a alguien.

—Luz, el fin de semana mis amigos y yo saldremos a la sala de juegos —dije antes de que se fuera—Si quieres puedes venir con nosotros. Cristal y Clara se pondrán felices si vienes.

Luz se mantuvo en silencio. Me pareció que pensaba en una respuesta apropiada. Ella sonrió y respondió:

—No, mejor no. Max me pone nerviosa cuando esta cerca —dijo antes de irse.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora