38 - Intentaré ser tu amigo

1.5K 178 6
                                    

Mi mejor amigo Max tenía un primo llamado Francis, un extranjero de habla inglesa con un perfecto español. Su personalidad poco educada siempre me desagradó, porque no tenía ni una pisca de vergüenza conmigo cuando nos quedábamos a solas. Los gustos sexuales de Francis eran anormales, porque prefería salir con personas de su mismo género.

Francis trató de aprovecharse de mí. Solo imaginarme aquello me causaba repulsión. Afortunadamente, a pesar de mi gran desventaja física, pude librarme de él.

Acepté la amistad de Francis solo por ser el primo de Max, pero después de sobrepasarse conmigo, no quería volver a cruzarme con él en ninguna parte, ni mucho menos a solas en casa.

Habría sido perfecto que Francis despareciera por siempre después de ese incidente, pero no, porque no demoró en estar frente a mí con su cara retorcida, como si no hubiese intentado nada grave.

Mamá lo dejó entrar a casa, como de costumbre. Ella conocía a Francis desde muy pequeño, por eso la familia estaba acostumbrada a verlo en casa cuando venía de visita a nuestro país.

—Sorpresa, Caramel —me dijo cuándo abrí la puerta de mi habitación.

Intenté cerrar la puerta a penas lo vi, pero Francis puso un pie antes de lograr estamparle la puerta en su cara. A pesar de eso, no trató de empujarme ni de forcejear conmigo. Yo me mantuve quieto, con las manos en la puerta con la esperanza de que desistiera y se fuera.

— ¿Estás enojado conmigo, Caramel? No te molestes por nada, solo fue una bromita para joder a Max, nada más.

—Ya no importa, te puedes ir —insistí con seriedad.

Su presencia me aterraba porque un día antes él me intentó forzar sin importarle si perdía mi confianza. Fue malo, por eso no iba a volver a aceptar su amistad...pero...

—Déjame entrar. Solo quiero hablar. Prometo que no intentaré hacerte algo...a menos que quieras —se rio—. Se bueno, Caramel, o derribaré esta puerta, y créeme, después no seré nada amable.

Francis nunca iba a dejar de ser el primo de mi mejor amigo Max. Interponerme entre ellos no rompería los lazos sanguíneos que tenían, ni mucho menos si intentaba evitarlo trancando la puerta.

"No te enojes con Francis", le había dicho a Max. Ellos eran primos, y a pesar de la reprochante actitud de Francis, yo no tenía el derecho de incentivar enemistad entre los dos.

La familia de Max era importante.

Dejé de empujar la puerta.

El paso quedó libre. Francis caminó dentro de mi habitación y yo, muy por el contrario, caminé hasta estar en medio del pasillo. Me pareció mucho más seguro que estar entre las cuatro paredes de mi habitación junto con Francis.

—No te asustes de mi —dijo debajo del marco de mi puerta— ya te dije que no te voy a hacer nada.

—Si quieres decirme algo, vayamos a la sala. Voy a escuchar todo lo que tengas que decirme y después ya no vengas a mi casa.

—No, Caramel, es mejor en privado. Entra.

—En la sala —dije dirigiéndome hacia las escaleras.

Francis bufó, me jaló del brazo y de un tirón me hizo entrar en mi habitación. Me asusté mucho. Cerró la puerta y sin soltarme, me arrinconó.

—Vamos a continuar donde lo dejamos.

No sé que cara habré puesto, porque Francis me soltó y se empezó a reír. A penas me libró de su agarre, caminé varios pasos lejos de él. Traté de mantenerme sereno.

—No te asustes, no te voy a hacer nada. Ya no estoy enojado con Max. Solo quería molestarte un poquito.

Francis se veía relajado. Decidí mantenerme quieto y callado, porque pensé que cualquier movimiento mío podría causar un cambio en su estado de ánimo.

—Caramel, eres muy malo conmigo. Al menos preocúpate un poco en tus amigos. No me vas a preguntar qué me pasó —dijo refiriéndose a su cara.

Su blanco y sonrosado rostro estaba amoreteado, uno de sus ojos no tenía un buen aspecto y con solo ver su labio partido e hinchado me provocó dolor ajeno.

— ¿Es por lo único que viniste?

—Caramel, así nadie se va a fijar en mí, ten un poco de consideración. Pero ya que importa, hacer una pausa no me va a matar. Estar enamorado es una mierda.

—Debiste ponerte hielo —dije sin mirarlo.

—Debí buscarte para que me cuides, pero Max me ganó. Qué bueno que su cara no se amorató o seguramente sus amiguitas me hubiesen odiado.

Francis se recostó en la puerta. Me desesperó verlo quieto obstruyendo la única salida. No quería cruzar palabras con él, porque me hacía sentir incómodo. Su semblante serio solo me hizo pensar en la puerta del baño que me salvó de su sucio ataque. Cualquier movimiento extraño me iba a hacer correr al pequeño cuarto de baño.

Francis sonrió. Debió darse cuenta de mi insistente mirada hacia la puerta del baño.

—Caramel, que bueno que te libraste de mí ese día, porque ahora seguramente estaría escapando de la policía. Soy muy joven para ir a la cárcel. A veces los hombres somos poseídos por demonios sin darnos cuenta. No temas, Caramel, no volverá a pasar, a menos que quieras —sonrió, y aunque en un principio me pareció fingida, comprendí que fue una sonrisa sincera—. Ahora Max está muy molesto conmigo. No me quiere hablar. No debería comportarse de esa manera. Somos primos, además él tiene la culpa. Caramel, si me ayudas con esto tan solo un poquito, te lo agradecería mucho.

—La familia es importante.

—Es lo más importante y también la persona que amamos —dijo alejándose de la puerta.

—Eres la familia de Max, por eso intentaré ser tu amigo. No quiero que estén enojados —dije cruzando la puerta.

—Cáramel, me agradas mucho. Si Max no tuviera los ojos sobre ti, hace rato hubieses sido todo mío. Al menos ya se lo rico que saben tu labios. Nunca olvidaré...

No escuché lo demás. Me tapé los oídos con mis manos. Sin duda pensé que nunca me iba a sentir cómodo estar a solas con Francis. Pero a pesar de no agradarme su comportamiento, decidí intentar reanudar la amistad forzosa con él, porque era el primo de mi mejor amigo Max, y yo lo quería mucho.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora