54 - Rodrigo

1K 129 14
                                    

Mi mejor amigo Max y yo habíamos ido a la playa con los amigos que conoció en su trabajo. No me pareció un buen lugar para matar el tiempo porque el clima no era favorable para nuestra salud, además, la ausencia de bañistas nos hizo el punto de atención de las pocas personas que paseaban en el lugar. A mis amigos les importo poco las miradas de desaprobación de los adultos. Chapotearon en el agua fría hasta decidir que era el momento de irnos después de sumergirme en el mar con toda mi ropa en contra de mi voluntad, pero también porque una señora que paseaba a su perro se acercó para regañarlos con severidad.

Max me ayudó a ponerme de pie y me llevó hacia el auto.

—Ponte mi ropa —me ordenó sin ni siquiera pedir mi opinión.

—No, Max, si me pongo tu ropa no tendrás que ponerte.

—Hazme caso, ponte mi ropa. Ya se me ocurrirá algo.

—Que buen amigo tiene Caramel —Estefan le habló a Max, quien se había quedado en la parte delantera del auto escuchando música —Max, podemos ir a la casa Gema y darle a Caramel algunas ropas de su hermano.

—Sí, vamos a mi casa. Mi hermano tiene tu contextura, seguro que su ropa te queda muy bien. No se negará, me debe mucho —dijo Gema agarrando sus zapatos y una gran toalla que sacó de su bolso.

Max y yo estuvimos de acuerdo en ir a la casa de Gema, pero de todas maneras me obligó a ponerme su ropa después de una pequeña discusión. Acepté ponerme su abrigo y pantalones sólo si él se quedaba con su polo. No iba a permitir que Max viajara cubierto con una toalla.

La estatura y contextura de Max no era igual a la mía. Sus ropas de mayor talla me quedaron holgadas. Me hicieron sentir muy pequeño. El ambiente en el auto de Estefan fue solo risas y alborotos, lo que me ayudó a disimular mi estado nervioso porque la fragancia y rose de sus ropas me hicieron sentir como si estuviera envuelto de seda perfumada.

Llegamos a una zona poco concurrida, casi desierta, apenas pude ver algunos autos durante nuestro recorrido. No había bodegas, centros farmacéuticos, restaurantes; nada donde comprar. Era un distrito muy tranquilo.

La casa de Gema era grande y bonita. Me dio la impresión de que no había nadie adentro, pero luego noté la presencia de unas señoras esperando en la puerta para darnos la bienvenida. Gema y Pilar se bajaron del auto, pero Estefan no se movió, solo prendió un cigarro y se quedó sentado en el auto ya estacionado en el jardín dentro de la casa.

Las chicas pidieron que las siguiéramos para prestarme la ropa. Deseé que la ropa de su hermano fuera de mi talla, como dijo, y no grande, porque ya había tenido demasiado con la ropa holgada de Max. El me miraba, se reía y decía comentarios poco agradables.

—No te rías de mí, Max — le reclamé.

—Eres tan pequeño — me dijo

—Con tu ropa me siento pequeño, pero no lo soy. Tus eres demasiado alto para tu edad; además, no deberías burlarte de mí con ese short color rosa tan gracioso que llevas puesto.

—No me quejo, me queda bien, todo me queda bien.

Yo vestía su ropa, y al no tener que ponerse, Max no tuvo elección que vestir el short rosa que Estefan nunca utilizó. Pero Max tenía razón, porque ese short color rosa y el polo de algodón color blanco le quedaba perfecto.

—Mi ropa te queda bien, te vez lindo —pellizcó mis mejillas con delicadeza. Su voz sonó tan sincera. Me hizo avergonzar.

—Ustedes, no se queden atrás, vengan rápido —Pilar nos llamó desde una habitación. Debía ser el cuarto del hermano de Gema.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora