47 - Una chica llamada Cristal

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Cuando terminé la primaria no me preocupé de lo que vendría después, porque se suponía que todo iba a continuar de la misma manera, pero no fue como pensé. Me deprimí mucho cuando mi mejor amigo me dijo que su aula sería distinta al de la mía. Nosotros habíamos compartido el preescolar y la primaria juntos, por eso me chocó saber que su sección en la secundaria iba a ser diferente.

El primer día de clases mis ánimos estaban en el suelo. Max y yo fuimos juntos al colegio, pero nos formamos en diferentes filas: la de nuestras secciones asignadas. Antes de que la formación empezara, sus nuevos compañeros, sobre todo las chicas, le estaban hablando emocionadas. Me sentí excluido de su nuevo círculo de compañeros.

Todos eran unos desconocidos para mí. Todos se estaban conociendo, menos yo, porque no me interesaba para nada. Si Max hubiese estado en mi clase, no habría tenido la necesidad de buscar con quien hablar, porque a él siempre se le acercaban para pregúntale sobre sus ojos azules.

El profesor nunca llegó. Era común en la primera semana de clase, por eso llevé una revista para matar el tiempo. La revista tenía muchos dibujitos de hombres representando posiciones de las artes marciales. Yo no era fanático de esas artes, pero no me pareció una mala idea darle un vistazo.

— ¡Chan lee! —escuché decir a alguien con mucha emoción al ver la portada del manual de karate que había comprado.

Era una chica de cabello revoltoso, alta y de contextura fuerte. En sus manos tenía un kekito adornado con chispas de colores, los cuales algunos salieron volando sobre mi manual por la emoción de ver la fotografía de un maestro de las artes marciales.

—Sí —respondí.

—Me encanta Chan lee, miré todas sus películas y en la primaria convencí a papá para matricularme en un curso de karate, pero lo dejé porque mamá dijo que estaba perdiendo el tiempo.

—Es una pena —dije dándole la revista.

—Pues sí, pero ya no importa —dijo sentándose en una carpeta al lado de la mía.

Me agradó su sencillez y la manera tan natural de hablar. No sé porque, pero me trasmitió mucha confianza. Ella hablaba y hablaba sin parar, y mientras la escuchaba me comía los kekitos chispeados que su mamá le había mandado en una bonita cajita de cartón. "Para que le invites a tus nuevos amigos", le había dicho.

—No te sientas mal, así es mejor —me dijo luego de háblale sobre Max—. Tu amigo y tú conocerán nuevas personas. Yo me cambié de colegio por eso, para conocer más gente y no ver las mismas caras por otros cinco años más. Es bueno cambiar.

—Me acostumbré a mi mejor amigo —dije guardando la revista.

—No te desanimes —Trató de subirme los ánimos—. No eres el único solitario. Yo tenía una buena amiga en la primaria. La conocí en primero, y nos llevábamos muy bien. Ahora ella está en su nuevo colegio y yo en el mío. La mayoría de nuestros nuevos compañeros deben estar pasando por lo mismo, pero míralos, están felices conociendo gente nueva. Además, tu mejor amigo solo está en otro salón, pero mi amiga en otro colegio, muy lejos.

Ella hizo que me sintiera un poco avergonzado. Yo no era el único que extrañaba a su mejor amigo. Seguramente todos estaban dando lo mejor de ellos para encajar en el nuevo grupo de clase y encontrar en unos de ellos un nuevo amigo. Pero yo no quería eso. Yo solo quería que Max fuese mi único mejor amigo, nadie más que él. Quería que Max ocupara una carpeta junto a la mía, pero en su lugar estaba la chica de cabello enmarañado, quizá intentando que yo remplazase el lugar de su amiga de la primaria.

Mientras me encontraba en las nubes por culpa de Max, mi nueva compañera se quejó de unos chicos que le tiraron unos avioncitos con la intensión de llamar su atención para que les invitara sus kekitos chispeados. Ella les tiró un par desde su carpeta.

— Te voy a contar algo que escuché —dijo después de librarse de los chicos que le pidieron los kekitos—. Resulta que van a hacer una remoción, y si tienes suerte, iras en el mismo salón que tu amigo. Se verán las caras otros cinco años más, si es lo que quieres.

No supe si creerle, pero de todas maneras me agradó que me contara sobre ese rumor. Ella me dio esperanzas de estar en el salón de mi mejor amigo Max.

—Cómo te llamas—pregunté.

Ella se rio un poco.

—Hemos estado hablando por mucho, ¡y no nos hemos dicho nuestros nombres! —dijo escandalizada—. Soy Cristal, y tú nombres es...

—Caramel.

— ¡Caramelo! Es un nombre muy original. Tus papas deben amar los dulces como para ponerle a su hijo Caramelo. Estoy segura que no olvidaré tu nombre tan dulce.

Me le quedé mirando sorprendido, pero después me reí mucho. La confusión fue graciosa. Aunque mi nombre podía ser confundido fácilmente por caramelo, nadie nunca me había llamado de esa manera.

—No soy Caramelo, me llamo Caramel— le dije en medio de mi risa.

—A ya, entonces escuché mal —se rio.

Después de tranquilizarnos y lograr salir del ataque de risa que sufrimos, Cristal me dijo:

—Tienes cara de serio, pero eres genial.

—Parezco serio, siempre me lo dicen. A veces no me quieren hablar porque piensan que no les voy a hacer caso —dije tranquilo—, pero no es así.

—Aunque te veas seriecito, eres buen chico. No me equivoque cuando te vi.

Al terminar el primer día de la secundaria, Max y yo nos comentamos nuestro primer día de clases sin nuestra compañía. También le comenté sobre la remoción de salones, y juntos nos alegramos, pues teníamos la esperanza de ser asignados al mismo salón de clases, pero no fue así. Max fue cambiado a otra sección y yo permanecí en la misma aula.

Los días de clases continuaron, y la cercanía con mi compañera cristal se hizo mucho más fuerte. Ella era muy alegre, bromista y destacaba mucho en mi salón. Sin darme cuenta Cristal se convirtió en mi amiga, y juntos, cuando sonaba el timbre del recreo, salíamos para encontrarnos con Max.

Quizá, si Max hubiese estado en mí salón, Cristal no se hubiera sentado junto a mí, porque de seguro las chicas coquetas habrían rodeado la carpeta de mi amigo. Extrañaba compartir las clases con Max, pero también hubiese sido triste no tener la amistad de Cristal.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora