20 - La horrible mancha

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Me sentí muy mal, culpable, el peor de todos las personas sobre la tierra. Cómo pode ser capaz de mentir con tanto descaro... pero fue inevitable. Mi estómago dio vuelcos, mis manos sudaron y mis labios se movieron desesperados. Trataron de Buscar palabras para encubrir una gran mentira de lo más vergonzosa. No había justificaciones aceptables, por eso traté de tapar lo que mi mejor amigo había hecho.

Quizá fue producto del desamor, porque de quien estaba enamorado era de mi mejor amigo. Encubrir nuestra relación imperdonable me impulsó a ser malo. Pero lo había hecho, no había vuelta atrás, solo me quedó continuar con las mentiras.

Un día cristal, mi enamorada, me llamó cuando me encontraba en casa. La escuché un poco diferente, algo extraña. Se sentía distante, un poco triste. "¿Estás mal?", le pregunté para animarle a contarme lo que le pasaba. Estaba bien que ella descargara sus problemas en mí, porque me lastimaba escucharla con ese tono tan poco frecuente en ella. "No es nada, Caramel. Lo que pasa es que mi hermanita se comió el ultimo trozo de mi pastel favorito", dijo haciendo berrinche.

"Caramel, que tal si nos encontramos"

Colgué el teléfono después de despedirme con un nos vemos. Ella y yo nos veríamos en el parque cerca a su casa.

Creí ser el primero en llegar, pero vi a Cristal sentada en una banca. Sus dedos tejían cocos con una delgada cuerda. Se veía muy concentrada. Me iba a acercar a ella, pero decidí esconderme tras un árbol para llamarla desde allí. Saque mi celular y marque su número.

"Cristal, ya estoy aquí"

"¿De verdad?, Dónde, dónde, Caramel. No te veo.

La vi buscándome con la mirada.

"No te escondas, Caramel, o me las pagarás. Ya verás lo que te hago después. Sal de tu escondite.

Sonreí. Se le veía graciosa tratando de encontrarme entre los arbustos.

Yo la engañaba con mi mejor amigo. Verla me hacía mucho daño, porque Cristal no merecía nada de lo que le estaba haciendo. Mi sonrisa se desvaneció. Le corte la llamada y dejé que me viera. Cristal me vio perpleja, pero de inmediato sonrió. Ella agarró una cajita blanca que había dejado en el banco y me las extendió con alegría.

—Pastelitos deliciosos de mamá.

—Gracias.

—Mamá recién lo horneó — dijo sentándose en el banco donde me estuvo esperando—. Ella lo iba a exhibir en la pastelería, pero ahora lo tendrá que hacer en platitos pequeños, porque le robé este pedazo.

— ¿De verdad? —dije sentándome junto a ella muy apenado por su comentario.

—No, Caramel — se rio—. Es verdad que mamá lo quiso exhibir entero, pero cortó el pedazo cuando le dije que me encontraría contigo. El pastel aún esta calientito. Comételo, Caramel, antes de que se enfrié.

Miré el pastelito. Hundí la cucharita descartable y rebané un pedacito. Cristal también tenía un pedazo de pastelito. Ella lo comió con gusto, sin ningún remordimiento, pero yo no podía. Su delicioso sabor me hizo sentir culpable, al lado de Cristal todo me hacía sentir culpable.

Su sonrisa, mientras saboreaba el pastelito, desapareció. Se mantuvo quieta, pero de inmediato volvió a comer. Ella partió un pedacito pequeño y me miró.

—Caramel, me di cuenta —dijo Cristal manteniendo su cucharita quieta.

Me sobresalté. Mi mente llena de culpas solo me hizo pensar en Max. "De qué te diste cuenta", quise preguntarle, pero me quedé mudo. Mantuve mi mirada en la suya, esperando que continuara, porque yo no fui capaz de pronunciar nada

—De esto.

Extendió su mano en mí y deslizo los nudillos de sus dedos sobre mi cuello. Una fina capa de maquillaje manchó sus dedos.

Mi piel se erizo de nervios. Me puse de pie de la impresión, y de inmediato cubrí mi cuello con mi mano. Cristal también se puso de pie.

Cómo se pudo dar cuenta.

—Esto es solo... —una mentira— es solo... Lo estoy cubriendo porque no se ve bien, digo, es que...debió ser algo.

—Algo como que, Caramel.

Mi temperatura disminuyo al tratar de articular palabras. Con un impulso me obligué a buscar una mentira convincente, pero...

—A veces suelo encontrar arañas en casa, fue una araña.

Arañas, la mentira más común y tonta que todos los chicos de mi colegio utilizaban, pero lo dije.

—Es horrible, por eso mamá me ayudo a cubrirlo. No es agradable utilizar maquillaje, pero me estoy aplicando un remedio que mamá preparó. Tengo la esperanza de que desaparezca pronto. No volverá a pasar. Ya busque en mi cuarto y las maté a todas.

—Tu habitación es una jungla.

—Sí, es como una, creo.

—A ya, está bien, pero si alguien se da cuenta pensara que yo lo hice, porque nadie te creerá si dices que fue una araña, Caramel.

—Pero lo fue.

Cristal se sentó en la banca, recostó su espalda en el espaldar y miró el cielo. Dudé si ella realmente me había creído. Me hubiese gustado que me reprochara, que me gritara como las enamoradas de algunos de mis compañeros cuando descubrían horribles manchas en los cuellos de sus enamorados, pero Cristal no lo hizo.

Cristal continúo comiendo su pastel en silencio. Yo también lo hice. Saboreé el delicioso pastel que se volvía acido al pensar que ella quizá estaba sufriendo como yo.

Pensé que iba a ser imposible, pero Cristal hizo que nuestra conversación volviera a ser natural, aunque para mí fue imposible desaparecer el nudo en mi garganta que me asfixió durante toda la tarde. No fue agradable conversar con ella mientras tenía descubierta la horrible mancha en mi cuello.

—Hey caramel, realmente esta horrible —dijo con su graciosa voz—. Mañana mismo iré a tu casa a ayudarte a eliminarlas a todas o tus papis correrán la misma suerte.

—Gracias.

—No hay de que, para eso estoy, para apoyarte en todo lo que quieras— dijo cuándo se despidió.

Al llegar a casa lo primero que hice fue fijarme en la mancha, pero está aún seguía perfectamente cubierta por el maquillaje. Los dedos de Cristal apenas habían tocado el maquillaje para no arruinarlo. Ella no quiso descubrirla para no grabar la imagen de la horrible mancha en su memoria.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |2DA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora